El Cole llega a su quinto Mundial

Mié, 06/06/2018 - 05:58
Gustavo Llanos no existe. Lo mató un cóndor. Lo mató el fútbol. Quizás ambos. El 20 de agosto de 1989, en un partido entre Colombia y Ecuador donde Arnoldo ‘El Guajiro’ Iguarán anotó dos go
Gustavo Llanos no existe. Lo mató un cóndor. Lo mató el fútbol. Quizás ambos. El 20 de agosto de 1989, en un partido entre Colombia y Ecuador donde Arnoldo ‘El Guajiro’ Iguarán anotó dos goles, fue la última vez que se supo de Gustavo. Los titulares de prensa del 21 de agosto de aquel año se olvidaron -por un día- de la sangrienta realidad que vivía Colombia. Abrieron sus páginas con elogios para el doblete de Iguarán (segundo goleador histórico del seleccionado colombiano) y el fútbol estratégico de toque que comenzaba a perfeccionar Francisco Maturana. Pero además, y por absurdo que suene, destacaron la presencia en el Estadio Metropolitano de Barranquilla del cóndor humano que desapareció al joven Llanos. En la casa de la Selección y el Junior de Barranquilla, Llanos fue suplantado por una figura kafkiana que se apoderó de su identidad para convertirlo en el hincha -no fanático, insiste- más famoso de Colombia. “El Cole y yo somos uno, el mismo -asegura Llanos-. Desde que supe que Barranquilla iba a ser la sede de las eliminatorias para el Mundial de Italia 90 me dediqué a investigar los símbolos patrios de mi país. Tras hacer un profundo estudio vi en el cóndor del escudo a la imagen ideal para hacer mi metamorfosis”. [single-related post_id="884718"] En una especie de epifanía patriotera, El Cole se dio a la tarea de crear un traje al mejor estilo de un Birdman criollo. Alas pintadas de amarillo, verde, azul y rojo que, sumadas a un antifaz y una pechera de plumaje artificial, le sirvieron para ganarse el protagonismo en los escenarios futboleros nacionales e internacionales. [caption id="attachment_885140" align="aligncenter" width="1024"] @ElColeColombia[/caption] En Barranquilla (caldo de cultivo de grandes goleadores colombianos como Iván Rene ‘El bombardero’ Valenciano), el pájaro humano renunció a su trabajo, en otra decisión que parecía absurda, para gestionar los recursos con los que llegó al mundial de Italia 90. “En la volteadera -dice El Cole- solo me conseguí los tiquetes de avión regalados por la Gobernación del Atlántico. Y ya”. Sin más. El Cole tomó un avión hasta España y desde el aeropuerto de Barajas (Madrid) se embarcó en otro vuelo hacia Italia. En el transcurso del viaje, acompañado de una corta introducción hecha por el temperamental técnico Jorge Luis Pinto, El Cole hizo su primera ‘coletón’. "Hay un acontecimiento que no está registrado en la aviación del mundo: la 'coletón' en pleno trayecto internacional. Pinto me presentó ante los pasajeros, después, cuando terminó sus palabras, yo les dije a los colombianos y extranjeros en el avión lo siguiente: 'quiero acompañar a la Selección a Italia, pero estoy sin cinco’. Fui pasando de puesto en puesto recogiendo lo que me quisieran dar y la gente, amable, me colaboró. Con esa plata pagué los casilleros en las estaciones de los trenes donde guardaba la ropa y me quedé en un hotel de 1.000 estrellas, o sea, en las bancas de los parques donde se puede ver todo el cielo estrellado", asegura El Cole. Así fue el primer Mundial del autodenominado mejor hincha de Colombia, el mismo que jamás ha sido homenajeado por el Gobierno. En Italia 90, El Cole vivió una peregrinación que lo llevó por diferentes regiones del país en las que puso a prueba su amor por la camiseta, por un equipo que en ese momento no sabía de su existencia y que después, a medida que avanzaba el torneo, lo reconoció a través de las pantallas de los televisores. [single-related post_id="884634"] Se puede decir que la melena amarilla de Carlos ‘El Pibe’ Valderrama, el error de René Higuita contra Camerún, el gol de Rincón a los alemanes y los movimientos de El Cole en las plateas del Giuseppe Meazza de Milán son las imágenes más recordadas por los colombianos en el Mundial de 1990. De hecho, en aquel partido en la capital de Lombardía donde la justicia poética del fútbol se inclinó a favor del onceno suramericano fue, al mismo tiempo, el instante de mayor angustia para El Cole en 28 años de vida. Allí, en las gradas del Giuseppe Meazza, Gustavo Llanos y su alter ego casi mueren. Todo, por no saber volar. [caption id="attachment_885142" align="aligncenter" width="1024"] @ElColeColombia[/caption] “Vaya, vaya, coletosky, vaya, vaya recuerda que yo soy un cóndor -apunta El Cole- y para poder romper la ley de gravedad me amarro un arnés al torso del que salen tres cuerdas que son sostenidas por cuatro o cinco personas. En ese instante, en el que Freddy Rincón empujó el balón para el empate contra Alemania por poco me mato. Con el gol, los que me sostenían levantaron los brazos para celebrar y salí directo pal’ piso. Afortunadamente uno de los hinchas se amarró la cuerda a la cintura y no permitió que impactara el suelo. De otra manera te estaría dando este mensaje post mortem”. De ese Mundial han pasado casi tres décadas, varias depresiones y numerosas alegrías para El Cole. Quien en sus declaraciones manifiesta un amor tan visceral, como racional por la Selección. Algo que muchos califican de fanatismo, pero que él rechaza. “Mira, yo soy un hincha, jamás un fanático. Un fanático es alguien ilógico y violento. Yo no soy así”. Ahora, El Cole tiene 65 años, trabaja en Barranquilla con la Comunidad Carismática Católica después de hacerle “muchas diagonales a Cristo”, ha enfrentado acusaciones de ser “un bulto de sal para la Selección” hechas por el mismo narrador deportivo Edgar Perea, se ha hecho miles de cortes de pelo -con tintes y figuras-, fue a 10 Copas América (no asistió a Bolivia 1997 porque tuvo un accidente) y cuatro mundiales. A pesar de todo eso, El Cole asegura que está en su mejor momento y que Rusia no será su último Mundial. Es más, la empresa de energía solar en la que trabajó como mensajero y de la cual se jubiló, le patrocinará el viaje a Rusia que costó 45 millones de pesos. El escritor argentino Eduardo Sacheri alguna vez dijo que durante los 90 minutos que dura un partido, el hincha real deja en los pies de 11 tipos su autoestima; algo que lo hace extremadamente vulnerable y lo dota de una fragilidad lamentable que podría aniquilarlo emocionalmente. Dicha afirmación podría funcionar para la mayoría de los hinchas, pero no con El Cole. Por el contrario, y a pesar de las constantes decepciones, la Selección dotó a este barranquillero de un tejido futbolero que roza con lo épico y que le permitirá el próximo 19 de junio, en el partido entre Colombia y Japón, aletear en un quinto Mundial.

Por: Santiago Serna Duque

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