Habla el hombre que trajo la cirugía plástica a Colombia

Mar, 26/08/2014 - 14:29
En su infancia, el doctor Felipe Coiffman descubrió su talento innato para hacer manualidades: dibujaba, pintaba al óleo y moldeaba esculturas en barro y yeso. Sus habilidades lo convirtieron en el
En su infancia, el doctor Felipe Coiffman descubrió su talento innato para hacer manualidades: dibujaba, pintaba al óleo y moldeaba esculturas en barro y yeso. Sus habilidades lo convirtieron en el padre de la cirugía plástica y estética en Colombia. Han pasado 63 años desde que comenzó a usar la bata blanca. Coiffman, de 87 años, es pionero en hacer trasplantes de cuero cabelludo para combatir la calvicie (1960), importó el primer láser para hacer cirugías y realizó el primer cambio de sexo en Colombia (1958). Recuerda que tuvo algunos problemas legales porque amputar genitales es un delito penal. “Era una paciente que había nacido mujer. Los médicos en esa época no tenían una idea clara del transexualismo. Entonces le recomendaron que se casara y así se le quitaría la ‘chifladura’”. Estudió medicina porque para la cultura judía era una de las profesiones más respetadas, todo un honor. Coiffman también es un artista y conocedor del arte. Ha pintado más de cien cuadros al óleo que decoran su casa y los pasillos de la Fundación Santa Fe. Entre los más recientes están un autorretrato, una mujer desnuda con las uñas de los pies pintadas de rojo y dos perros que se miran fijamente, obra que bautizó con un recorte de revista que dice: “Amor a primera vista”. Cirugía plástica Coiffman ha sido el médico de presidentes, políticos y de sus propios colegas. Su profesionalismo lo acercó al poder. En su casa tiene una pared con fotografías junto a varios presidentes de Colombia y una tarjeta de la Casa Blanca por su cumpleaños número 80. Cree que la recibió porque la primera edición de su libro sobre cirugía plástica, con el que se estudia la especialidad en gran parte de América, está en la biblioteca del congreso de Estados Unidos, una de las más importantes y grandes del mundo. El médico llegó a Colombia en la década de los años treinta. Su papá, comerciante de profesión, emigró de Rumania cuando inició el movimiento antisemita en Europa. Luego de vivir durante dos años en el país sin su familia, les envió los pasajes de avión para comenzar una nueva vida. Coiffman no tenía más de seis años. Hizo la primaria en escuelas públicas y el bachillerato en un colegio del Líbano (Tolima). En Bogotá se hizo médico en las aulas de la Universidad Nacional. Fue un alumno destacado en la clase de dibujo anatómico porque era muy bueno a la hora de pintar los huesos del cuerpo y el cráneo. Durante la carrera tuvo el segundo mejor promedio, el primero solo lo superaba por cuatro centésimas. En Armero (Tolima) hizo el rural y luego viajó a Estados Unidos para hacer un fellowship de cirugía en el Hospital Mount Sinai de Nueva York y al servicio del doctor Arthur Barsky, uno de los primeros cirujanos plásticos, quien trató a los niños vietnamitas víctimas de la guerra en su país y a las víctimas del bombardeo en Hiroshima. Felipe Coiffman Al lado del doctor Coiffman es posible repasar la historia de la cirugía plástica en Colombia. Comenta que cuando regresó de hacer su especialización en Estados Unidos, se encontró con que en Colombia la especialidad de cirugía plástica no estaba organizada. Fue así como él y otros doce médicos fundaron la Sociedad Colombiana de Cirugía Plástica Estética y Reconstructiva. Dice con orgullo que es el único miembro fundador con vida. En los años cincuenta se hicieron los primeros procedimientos estéticos en el país. Fue una época difícil porque cuando una mujer era hospitalizada para aumentarse el tamaño de sus senos o practicarse una liposucción las monjas le decían: “Usted se va a morir en la cirugía por vanidosa porque eso es pecado”. “Las pobres mujeres sufrían, pero después el Papa Pio XII le dio un espaldarazo a la cirugía estética porque en un congreso médico internacional en Roma dijo: ‘Si el cuerpo es receptáculo del alma es correcto que el cuerpo trate de ser tan perfecto como el alma misma’”, cuenta Coiffman. Todo eso generó un cambio significativo en las religiosas. Felipe Coiffman En los años cincuenta, las mujeres que se hicieron cirugías plásticas en el país eran obligatoriamente adineradas: debían pagar los honorarios al cirujano y la clínica. Los procedimientos que tuvieron más acogida fueron, además de las reconstructivas, aquellos para mitigar las arrugas, mejorar la apariencia de la nariz y el aumento de senos. Los primero lugares que ofrecieron el servicio de cirugía plástica en Colombia fueron el Hospital de La Samaritana,  Hospital de San José y el desaparecido San Juan de Dios. Según Coiffman, el boom de la cirugía plástica llegó con la aparición de los grandes narcotraficantes. Dice con sarcasmo: “Los narcotraficantes han sido en cuanto a la cirugía estética una bendición porque se consiguen noviecitas que quieren operarse de esto y de lo otro. Por ejemplo, cuando pusieron preso a Pastor Perafán, uno de los grandes narcotraficantes que se llevaron para Estados Unidos, fue un perjuicio económico. Dejó de mandarme a sus ‘amiguitas’ para operarles los senos, la nariz, la barriguita o les inyectara grasa en las nalgas. Ellos fueron un empuje enorme”. Hace meses dejó de operar, considera que es una decisión responsable por su edad. Sin embargo, hace consulta dos veces a la semana para quienes buscan una tercera opinión. El resto de días permaneces en su casa, donde escribe la cuarta edición de su libro sobre cirugía plástica y estética. Es viudo y padre de tres hijos –ninguno médico y esto lo frustra– que viven en Miami (Estados Unidos) y tienen como profesiones relacionista pública, ingeniero civil y psicóloga. Allí viaja periódicamente. Es feliz en Colombia, no quiere irse del país y dice con burla: “En Colombia me encanta el papel del profesor Coiffman mientras que en Estados Unidos no soy nadie, puedo ser un narco colombiano mientras que no se me demuestre lo contrario”.
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