Claudia Quintero: un referente de lucha para abolir la prostitución

Dom, 18/04/2021 - 15:03
Claudia Quintero habló con KienyKe.com y, con firmeza, explicó cuáles son los argumentos más importantes para abolir la prostitución en Colombia.

Claudia Yurley Quintero Rolón se mantiene firme en la idea de que es necesario abolir la prostitución en Colombia para conseguir una verdadera equidad entre hombres y mujeres.

A su juicio, la prostitución no puede ser considerada de ninguna forma como un trabajo, pues dice que esta es una situación en la que caen muchas mujeres víctimas de múltiples problemáticas y condiciones que se viven en el país, como lo es el conflicto armado, la pobreza, la falta de oportunidades, el desplazamiento, la violencia física y sexual y la trata de personas.

Y es que ella vivió en carne propia lo que llama el infierno de la violencia sexual y la prostitución. Hoy en día se define como una sobreviviente, debido a que logró salir de este mundo y ahora dedica su vida a ayudar a cientos de mujeres que pasan por una situación similar y están en la búsqueda de un camino diferente para su futuro y el de sus familias. 

Esta cucuteña de 40 años de edad es líder social, defensora de los derechos humanos y directora de la Corporación Anne Frank, una organización feminista enfocada en promover la abolición de todas las formas de violencia basadas en género y en darle una mano a las víctimas de trata y explotación sexual en el país.

Claudia Quintero habló con KienyKe.com y, con firmeza, explicó cuáles son sus argumentos más importantes para abolir la prostitución en Colombia. 

Vea aquí la entrevista completa:

Claudia Yurley Quintero Rolón nació en Cúcuta, Norte de Santander, y desde niña ella y su familia tuvieron que vivir en medio de la violencia ejercida por los paramilitares, en especial, los que estaban bajo el mando de Jorge Iván Laverde Zapata, conocido como El Iguano, del Bloque Catatumbo.

Desde muy joven tuvo ese espíritu de liderazgo entre su comunidad; se dedicaba a educar a niños y niñas. Por esa razón, se volvió incómoda para quienes se disputaban el control en ese territorio y, en el 2001, tuvo que salir corriendo de esa ciudad porque las Autodefensas la amenazaron y declararon objetivo militar. 

Claudia, junto a su mamá, empacó lo necesario y viajó rumbo a Bogotá sin un solo peso. Allí pasó días de zozobra y desesperación, hasta que decidió volver a Cúcuta para enfrentar la situación y saber qué ocurriría con su hogar. En ese momento sucedió lo peor: los paramilitares la ubicaron y la violaron. 

Meses después ella y su familia regresaron a Bogotá y se alojaron en un hogar de refugio de la Alcaldía ubicado en el centro de la ciudad. Días más tarde se lograron instalar en una pequeña pieza, en la que a duras penas tenían un camarote y en la que casi siempre escaseaba la comida. 

Claudia acababa de dar a luz a su primer hijo después de varias complicaciones de salud. Ese hijo lo tuvo con su compañero sentimental de ese entonces, quien no resistió el recuerdo del episodio de violencia sexual, comenzó a consumir drogas y luego desapareció. 

Un día ella decidió quitarse “a las malas” los puntos de la cesárea, se arregló, salió a buscar trabajo y, al no conseguir ninguna oportunidad, se hizo en una esquina donde un hombre le ofreció dinero a cambio de sexo.

Ella aceptó los 40 mil pesos sin saber lo que estaba haciendo realmente. Lo único que tenía en mente era que ella y los suyos tenían hambre y que debía hacer lo que fuera necesario para poder sobrevivir.

Tras ese episodio inició lo que ella llama su “época oscura”, pues comenzó a ser explotada sexualmente con varios momentos de violencia física. Su vida “se rompió en mil pedazos” debido a problemas relacionados a las drogas y el alcohol. 

“Fue una situación de abandono y de extrema vulnerabilidad. Yo era una mujer que migró de su territorio y se desplazó a una gran ciudad como Bogotá. Estuve con hombres que no deseaba para poder comer y dar de comer a mis hijos. Esto es una realidad que me duele muchísimo, porque hoy en día entiendo que no fue una elección mía, que fui llevada a la prostitución por una guerra que yo no decidí. Mi proyecto de vida no era ese, y no creo que sea el proyecto de vida de muchas mujeres, porque es asqueroso acostarse con un tipo que se desea. A mí el primer tipo ni siquiera me preguntó por qué me salía leche de las tetas”, afirmó.

Claudia Quintero: un referente de la lucha para abolir la prostitución

Después de muchos años, Claudia Quintero tuvo que exiliarse en Argentina por múltiples amenazas. En ese país estudió con varias personas migrantes y, a raíz de su historia de dolor, comenzó a interesarse en temas de derechos humanos, enfocándose en el problema de la trata de personas y la explotación sexual.

Cuando volvió a Colombia fueron varias mujeres las que le tendieron la mano, la ayudaron económicamente y le dieron “un empujoncito” para que sanara sus heridas poniéndole más atención a su salud física y mental.

También decidió estudiar para emprender esta lucha de la abolición de la prostitución e ingresó a estudiar producción multimedia y comunicación.

“¿Cómo salí? con la ayuda de mujeres, con su solidaridad. Fueron mujeres que me compraron hasta calzones, que me hicieron mercado y me pagaron arriendo. Ellas me ayudaron a ir al psicólogo, fueron personas que me apoyaron en mis caídas y fallas, que siempre estuvieron y siguen ahí. Especialmente fue una mujer la que me dijo: ‘Bueno, ¿y usted cuánto es que necesita?’. Yo le dije que necesitaba tres millones y ella me los puso en la mano. Era bastante plata, pero eso sí, me hacía parar a las 3:00 de la mañana y me acostaba a las 10:00 de la noche porque tenía que trabajar y estudiar. Y estudié y me gradué gracias a ella. Hoy en día es una de mis mejores amigas. Pero no fue solamente ella, fueron muchas más mujeres las que me ayudaron durante todo el proceso”, narró en diálogo con KienyKe.com.

Una mano amiga

Claudia Quintero salió del mundo de la prostitución pero jamás se desconectó de esa realidad que viven miles de mujeres en el país. A veces sigue visitando las llamadas “zonas de tolerancia” y, en esos lugares, habla horas y horas con las “putas”, escucha sus historias y les da consejos. 

“Yo puedo pasar horas hablando con ellas y cuando las escucho es como si fuera un reflejo de mi propia historia. En estos diez años yo no he escuchado a una prostituta que me diga: ‘Claudia, no quiero nada, yo estoy super bien’. Incluso he hablado con mujeres de prostitución VIP que me dicen: ‘Si a mí me pagaran en un trabajo tanto como gano aquí yo obvio saldría de esta mier…’. Es que ninguna de nosotras quiere que nuestras hijas pasen por esto, y si no lo queremos es por algo", indicó. 

Y también cuestionó: "¿Por qué no hay más opción para las mujeres? La prostitución es una pistola simbólica que está puesta encima de las mujeres migrantes, negras, desplazadas, que son hipersexualizadas y que han sufrido violencia sexual. Es una realidad y eso es lo que me hace ser tan firme en esta posición, y el sistema internacional de derechos humanos la respalda porque todas las leyes son abolicionistas”.

Por esa razón, Claudia Quintero se metió de fondo en la lucha de la abolición de la prostitución, pues, según ella, la idea es eliminar por completo el hecho de que los hombres puedan acceder a las mujeres por medio del dinero, “eliminando el problema estructural del machismo y las demás condiciones de necesidad, pobreza y violencia que obligan a estas personas a prostituirse”.  

Con base a ese propósito, esta defensora de derechos humanos puso en marcha varios proyectos como la Corporación Anne Frank, la cual celebró este año once años de trabajo social, “asesorando, dando atención psicológica y médica, y aportando su granito de arena para arrancar de las manos de los explotadores y maltratadores a todas aquellas mujeres que necesiten de una mano amiga”.

“Lo que yo hago a la gente le parece maravilloso pero en realidad es poquito con todo lo que se podría hacer. Yo estoy 24/7 metida en esto. A mí me llama una víctima a media noche y yo me levanto y salgo a ayudarla. No hay novio, hijos o mamá que me detenga. La Corporación es mi forma de sanar, este proyecto ha sido mi mejor terapia y mi mejor oportunidad de demostrar que yo soy más que un cuerpo y que puedo aportar algo bueno a las mujeres y devolver lo que tantas hicieron por mí. Nosotras hacemos incidencia, pagamos arriendos, damos mercados. Nos sostenemos con ayuda de manillas, conferencias, libros que yo escribo y donaciones. Somos un grupo de mujeres que trabajamos como locas por otras mujeres”, indicó.

Y agregó: “Yo no hago esto porque quiera que todo el mundo me admire. Yo en realidad necesito esto, si no lo hago yo me muero y yo ya he estado muerta después de lo que viví. Ayudando a estas mujeres víctimas de trata y violencia sexual me siento viva. Hemos logrado muchas condenas, tenemos casos de trata de personas que han ido a juicio y los hemos ganado con la verdad. Incluso uno contra el Clan del Golfo. Entonces por eso digo que yo no puedo estar equivocada. En esto voy a dejar la vida y la dejaré todos los días porque amo esta labor. Claro que no soy infalible, me equivoco un montón, lucho todavía con los miedos, lloro y me cuesta dormir. Sin embargo, estoy convencida de que la abolición de la prostitución es la única salida para que realmente pensemos en una equidad entre hombres y mujeres en el mundo”. 

Creado Por
Gabriela García Aguilar
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