Como si fuera para otro de los episodios de los repartos para Suits, la serie en la que trabajó Meghan Markle los últimos siete años en Estados Unidos, ahora la nueva duquesa tiene que aprenderse un nuevo libreto. Pero este libreto es para la vida real, y de verdad real, de la realeza. Y aunque adquirió un ducado, dejo su país, su carrera y su nombre atrás.
Al casarse con Harry de Inglaterra, el segundo hijo de Diana de Gales, y el sexto en la línea de sucesión al trono, ahora pertenece a los Windsor, una de las monarquías más influyentes, poderosas y mediáticas del mundo. Ya no se llama más Meghan Markle sino su altesa real Rachel Meghan Mountbatten-Windsor.
Porque aunque para la mayoría de la gente las monarquías se perciben como cuentos de reinas, reyes, príncipes y princesas, lo cierto es que es un estilo de vida lleno de protocolos y reglas oficiales y muy rígido, que no permite libertades mínimas a las que estamos acostumbrados y damos por hecho los que somos comunes y corrientes. Uno de los ejemplos más sencillos: tomarse un selfi. Meghan no podrá volverse a tomar uno.
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Tampoco puede tener cuentas personales en las redes sociales. Así es que le tocó borrar su cuenta de Twitter a sus 350 mil seguidores, y de la Instagram a sus 1.9 millones de seguidores. Igual suerte tuvo su blog The Tig, cuyo nombre sacó del vino italiano Tignanello que tanto le gusta. En ese blog escribía sobre moda, estilo de vida y gastronomía, y lo editaba ella misma.
Claro que ahora tendrá un perfil oficial en las cuentas de redes sociales, pero será manejado por el equipo del Kenigton Palace.
Dejó su trabajo de actriz, para dedicarse a representar al Reino Unido en actos oficiales; se convirtió a la iglesia anglicana de Inglaterra; fue bautizada y confirmada como miembro de esta religión de la que la reina Isabel II es la líder.
También le toca renunciar a su ciudadanía norteamericana, y volverse ciudadana británica, y para lograrlo tendrá que hacer exámenes de historia complejos, saber quién es el santo patrono de Escocia, y dónde se encuentra el Big Ben... Ah, y también tendrá que poder responder quién fue el capitán de la selección inglesa cuando ganó el mundial en el 1966.
Meghan había diseñado su propia línea de ropa con la marca Reitmans, pero tuvo que despedirse de eso también, al igual que de las pieles, los escotes, las carteras grandes y los zapatos de cuña de esparto. En la realeza, no está permitido.
Tampoco puede sacar la lengua, cruzar las piernas mientras está sentada, salir a la calle sola o pintarse las uñas de colores fuertes. Se acabó el rojo para ella. Otra prohibición es que no puede ir a fiestas, solo a las que estén en la agenda y de forma privada porque la diversión pública está prohibida.
No puede manifestar amor o cariño en público; no puede opinar políticamente ni tomar una posición en cuanto a cualquier situación. Ni siquiera puede votar.
No puede mantener una relación cercana con familiares ni amigos; solo con sus padres. Los hijos que tenga con Harry serán educados con normas de comportamiento y maneras de hablar.
Tendrá que celebrar todas las navidades en la casa de invierno de la familia real, en Sandringham House. Tuvo que dejar a Bogart, su perro labrador que no pudo llevarse porque es muy mayor y por salud era recomendable que no viajara.
Si la reina se levanta, todos se levantan; por ser mujer debe hacer un gesto recatado y sutil de reverencia ante la monarca. No podrá comer mariscos, ya que el objetivo es cuidar la salud de la reina y debe caminar dos pasos atrás de la reina Isabel o el duque Felipe de Edimburgo, el consorte real. Siempre deberá referirse a la monarca como "su majestad" o "su alteza". Nunca la puede tocar a la reina y debe esperar a que sea Isabel la que inicie las conversaciones. Y la reina ha de ser la última (o la primera en todo): nadie puede entrar en un sitio después que ella (a no ser que se trate de un acto excepcional como una boda, donde Meghan, como la novia, entró la última). Siempre será la primera en irse a la cama y todos los que estén con ella al momento de la comida tendrán que esperar a que la reina coma para empezar, y cuando ella termine nadie más podrá seguir comiendo. Los duques de Sussex, el príncipe Harry y Meghan Markle, ya comenzaron su nueva vida de casados. Pero entre el protocolo y los compromisos sociales de la realeza se ha tenido que retrasar su la luna de miel. La nueva duquesa de Sussex ahora tendrá un estilo de vida diferente, lo cual ya ha comprobado en sus primeros días de matrimonio. El primer acto oficial que le tocó atender a la pareja fue junto al príncipe Carlos en los jardines del Palacio de Buckingham, en un evento dedicado a organizaciones benéficas. En el recibimiento no tan formal ofrecido en la noche hubo hamburguesas, algodón de azúcar y alcohol. La música fue por cuenta de de Elton John al piano. Esa noche, los nuevos esposos bailaron el baile nacional popular al ritmo de I wanna dance with somebody, de la desaparecida Whitney Houston. La próxima una cita del nuevo matrimonio será cuando asistan a un evento en honor del próximo 70 cumpleaños del príncipe Carlos, y podría servir para aprovechar la ola positiva de simpatía de la que goza en este momento para abrirse espacio como una voz liberal y “comprometida” de la familia real. “Estoy orgullosa de ser feminista”, reafirmó Meghan Markle, la esposa del príncipe Harry, en su primer mensaje a través de su perfil en el sitio real, en el que se incluyen datos biográficos y otros que se refieren a su particular atención a las cuestiones sociales y a los derechos de las mujeres. [single-related post_id="875544"] Harry y Meghan ya piensan en afrontar el desafío de los primeros compromisos oficiales de la corte como marido y mujer. Quieren ser más que el cuento de hadas, de la pareja enamorada y moderna. El príncipe y la exactriz estadounidense se casaron el sábado en la Capilla de San Jorge del Palacio de Windsor en una boda que involucró la alcurnia y el estilo de la realeza británica con la cultura afroamericana. Los críticos han sido benévolos y han dicho solo cosas buenas de la boda. https://twitter.com/KensingtonRoyal/status/997848442620784644 Meghan, tres años mayor que el príncipe, de 36 años y divorciada, es la primera mujer que se convierte en miembro de la familia real británica hija de una mujer negra y un hombre blanco. Más de 100 mil personas fueron a verlos salir de la iglesia luego del casamiento, incluidos muchos turistas extranjeros, que viajaron a Windsor, a 30 kilómetros al oeste de Londres. "Gracias a todos los que vinieron a Windsor y a los que siguieron la boda", su publicó desde la cuenta oficial de la familia real.