La tragedia en bicicleta que une a dos niños en Riohacha

Jue, 26/04/2018 - 13:39
La mirada y sonrisa que deja ver Arnaldo, un chico que cursa noveno grado en el centro educativo Las Delicías en Riohacha, demuestra felicidad. Pero hasta ciert
La mirada y sonrisa que deja ver Arnaldo, un chico que cursa noveno grado en el centro educativo Las Delicías en Riohacha, demuestra felicidad. Pero hasta cierto punto porque, mientras la conversación fluye, sus dientes blancos, que adornan su rostro al sonreír, se esconden detrás de un gesto que parece enseñar descontento. Tristeza... Ilusión. Este chico de 16 años come dos veces al día en el colegio. A diario debe dejar la mitad de su plato porque, por restricción del médico, no puede ingerir ningún tipo de pescado o grano. Es aquí donde su sonrisa se opaca.  [single-related post_id="862546"] Hace cuatro años, cuando pedaleaba felizmente en su bicicleta, una moto pasó tan cerca de su lado izquierdo que golpeó el manubrio con tal fuerza que el puño derecho de la dirección le golpeó el bazo -debajo de las costillas, al lado izquierdo-. Arnaldo cayó al suelo y dio varias vueltas levantando gran cantidad de polvo. Tragó saliva y el sabor a tierra trajo consigo un fuerte dolor abdominal. 
Luego de llegar al hospital y escuchar que sería hospitalizado por una semana, solo pensaba en su pronta recuperación. 
Con el estomago saciado a la mitad, luego de medio día, finalmente llega a casa y se ducha por segunda vez para luego devorar lo que ha preparado su madre. "Soy muy gallina para el agua fría", expresa.  Al otro lado de la habitación, Valeria, de 12 años y compañera de Arnaldo, dice tímidamente: "Yo también me caí de la bici y eso duele mucho. Tuve suerte de que no me amputaran el píe".  Sus vidas se asemejan. Ella pasó un buen rato en el hospital. "Eso le puede pasar a cualquiera", dice en voz baja y despreocupada. "Lo mío fueron siete operaciones, se me infectó hasta el hueso del píe izquierdo, y duré tres meses en el hospital. A veces me duele".  Hace cuatro años, mientras el papá de Valeria le enseñaba a montar bicicleta, llegó el punto de que pedaleara por su cuenta tal y como lo hacía Arnaldo. Cuando sonreía y su padre la veía con orgullo, perdió estabilidad y cayó sobre su píe izquierdo. Los raspones y la fractura llegaron hasta tal punto de formar una osteomielitis. 
Hoy no puede correr, no puede montar bici, ni patear un balón. "Me iban a amputar el píe, pero me atendieron a tiempo". 
Ambos aman la literatura, a su corta edad ya han leído Cien años de soledad, María, de Jorge Isaacs y varios libros de poesía. El tío de Valeria es poeta.  Mientras que Arnaldo juega fútbol sin importar los insoportables rayos del sol que se alzan a más de 35 grados de temperatura, Valeria se refugia dentro del salón de clases para disfrutar de la lectura. La brisa le ayuda a no desesperarse y a poder terminar cada uno de los poemas del libro que pide en la biblioteca. Ambos sufren por las clases de álgebra.  Se van a la cama soñando. Valeria cierra los ojos pensando que el día de mañana se convertirá en la diseñadora de moda más importante del país. Arnaldo espera sobresalir en la industria de la música, específicamente en el género urbano, en el que le gustaría que lo llamaran Bage Music. Su artista favorito es Farruko pues, según él, posee una visualización diferente en sus canciones. 
El cuarto de Valeria está lleno de dibujos de vestidos, coloreados y colgados en la pared. 
A pesar de sus pasatiempos, ambos dedican tiempo de su día a ver televisión. Gracias a la llegada de esta tecnología a la región, en alta calidad, pasan el tiempo viendo dibujos animados, novelas y dramatizados como La Rosa de Guadalupe.  La radio también tiene cabida en este territorio. Valeria y Arnaldo empiezan a tener un gusto característico por la música. Su emisora preferida es Radiónica. No descartan un día estar detrás del micrófono.  https://youtu.be/cqhvt-Iihjw Valeria dice no tener amigas: "A colegio que llego, colegio en que me cogen rabia", asegura. Cree que es por su forma de ser. Por solitaria, no le gusta relacionarse con mucha gente.  En casa, no sale de su cuarto e incluso su madre la regaña porque no hace amigos, pero ella dice que no tiene la culpa. Su padre la crió así. "No me gusta la calle, soy una niña de casa y mis amigas me tienen que rogar para salir". 
 "Prefiero andar sola que mal acompañada. Con las mujeres son puros chismes y por eso me alejo" dice con bastante naturalidad. 
Sin embargo, se lleva bien con los hombres, pero a pesar de que no tenga cercanía con sus compañeras, se puede aprender bastante de estos niños que a pesar de lo poco que los rodea, son felices con tan poco. 
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