Las revelaciones del hombre que abrió el muro de Berlín

Sáb, 09/11/2019 - 10:07
Hace exactamente 30 años, los ciudadanos berlineses derribaron un muro de hormigón que había dividido a Alemania en dos zonas durante casi tres décadas. Sputnik conversó con Harald Jager, el guar
Hace exactamente 30 años, los ciudadanos berlineses derribaron un muro de hormigón que había dividido a Alemania en dos zonas durante casi tres décadas. Sputnik conversó con Harald Jager, el guardia fronterizo de la República Democrática Alemana (RDA) que abrió primero la frontera entre las dos Alemanias aquella noche histórica. Una vez que abrió la puerta, la muchedumbre de alemanes del Este se abalanzó hacia la República Federal de Alemania. Por su parte, los guardias de los demás puntos de control del Muro de Berlín siguieron el ejemplo de Jager, algo que dio inicio a la caída del muro. [single-related post_id="1208813"] Jager reveló que los empleados de las unidades de control de pasaportes trabajaron para el Ministerio para la Seguridad Nacional de la República Democrática Alemana (Stasi). Sin embargo, usaban el uniforme de la Guardia Fronteriza para no levantar sospechas. Pese a los acontecimientos de noviembre de 1989, Jager creía que la RDA seguiría existiendo. El día posterior a la caída del Muro de Berlín, su compañero de trabajo, Edwin Görlitz, le dijo: "Harald, creo que este es el fin. El fin de la República Democrática Alemana". "En ese momento, no había otra alternativa", confesó Jager.

Contrabando y migración

El interlocutor de Sputnik reveló que al principio apoyó el cierre de la frontera entre las dos Alemanias en agosto de 1961 debido a problemas como la migración circular o el contrabando del Este al Oeste. No obstante, admitió que el control fronterizo se endurecía cada vez más y que, cuando se enteró de que las autoridades habían instalado ametralladoras y minas antipersonas en la frontera, ni siquiera quería pensar en eso. "Transferimos la responsabilidad de una persona a un mecanismo", declaró a Görlitz. Jager subrayó que para los guardias fronterizos que se encontraban en las torres de vigilancia ubicadas a una distancia de 300 metros era casi imposible apuntar a las piernas de los desertores. Por su parte, las autoridades de la República Democrática Alemana restringían cada vez más la libertad de sus residentes.
"Y nosotros seguíamos hablando de la victoria del socialismo, de la difusión de la democracia", reveló el exguardia fronterizo, quien admitió que ese fue el momento en el que pensó que "algo tenía que cambiar".
En la primavera de 1989, los ciudadanos de la RDA que querían abandonar el país ocuparon las embajadas de la República Federal de Alemania en los países del bloque del Este, como Polonia o Hungría. En ese momento, Jager preguntó a Görlitz quiénes eran esos invasores, a lo que este respondió que, en su mayoría, eran jóvenes. "Eran jóvenes en los que confiábamos, y ellos nos abandonaban. Si la juventud abandona el país, el Estado ya no tiene derecho de existir. Deberíamos haber lamentado su partida", admitió.

El inicio del fin

El 9 de noviembre, el funcionario del Partido Socialista Unificado de Alemania Günter Schabowski anunció erróneamente en una rueda de prensa en directo que todas las leyes para cruzar la frontera habían sido derogadas. "¿Qué mierda está diciendo?", se preguntó Jager, quien estaba de guardia en ese momento. Luego, llamó a sus jefes del Ministerio para la Seguridad del Estado, aunque no tomaron en serio sus palabras. Mientras tanto, cada vez más personas se congregaban frente al punto de control. Jager reveló que el teniente Ziegerhorn, del Ministerio para la Seguridad, afirmó que no podía ayudarle y que hasta había avisado al jefe de seguridad Wolfgang Herger, pero confesó que no les creían. Sin embargo, más tarde, el jefe le llamó y le ordenó que dividiera a los ciudadanos de la RDA en dos grupos y permitiera cruzar la frontera a quienes "se comportaban de manera provocativa". Al mismo tiempo, tenía que poner el sello en sus fotos y, de este modo, anular sus pasaportes. Además, tenía que guardar sus datos para que nunca pudieran volver a Alemania del Este. Alrededor de 500 personas tuvieron la oportunidad de cruzar el muro, 200 de las cuales ya tenían pasaportes inválidos. [single-related post_id="1204657"] Jager cuenta el caso de una pareja que quiso volver a Berlín del Este. Sin embargo, el hombre tenía su foto sellada y solo su esposa pudo volver a casa. "Y ese fue el momento en el que entendí lo que habíamos hecho", confesó Jager, quien optó por desobedecer la orden y permitió que ambos volvieran a Berlín Oeste. Jager también aprendió que la decisión de la Stasi contradecía las leyes de la RDA, ya que, desde el punto de vista jurídico, solo un tribunal, y no un policía fronterizo, podía privar de nacionalidad a los residentes del país.
"Técnicamente, violé la ley. No tuve que seguir esa orden, pude negarme a hacerlo desde el principio", reveló.
En ese momento decidió solo hacer lo que creía que era correcto. A las 23:30 del 9 de noviembre, Jager ordenó a los guardias del punto fronterizo en la calle Bornholmer que levantaran la barrera y suspendieran el control fronterizo. Y este fue el momento en el que abrió el Muro de Berlín.

"No hubo alegría"

"Todo mi mundo se cayó a pedazos", reveló Jager, quien señaló que, al ver a los residentes de la RDA abandonando el país, pensó que, en realidad, le abandonaban a él. El expolicía confesó que lo único que quería era llorar y que "no hubo alegría cuando los vio desfilando" al otro lado de la frontera. Luego, se topó con un compañero que estaba llorando por lo ocurrido. Jager admitió que nadie tenía derecho a abrir la frontera —ni siquiera el mismísimo Gorbachov ni el ministro de Defensa, Heinz Kessler—, ya que los países del Pacto de Varsovia estaban obligados a coordinar sus actividades en la frontera. "Si abren la frontera con la RFA, abren la frontera oeste del Pacto de Varsovia, lo que equivale a una capitulación", explicó. Jager subrayó que nadie pudo dar una orden así y que solo una persona como él pudo abrir la frontera "sin intención". El 14 de noviembre, la Fiscalía Militar de la RDA inició una investigación para hacer comparecer ante la Justicia a un "grupo de personas no identificadas" que habían abierto la frontera en la calle Bornholmer. En ese momento, no se sabía oficialmente que era Jager el que dio la orden.

Testigo español de la caída del Muro de Berlín

El entonces embajador de España en la República Democrática Alemana, Alonso Álvarez de Toledo, fue testigo del histórico momento. El 9 de noviembre de 1989, escribió en su diario —publicado más tarde bajo el título Notas a pie de página: memorias de un hombre con suerte—: "Gracias a una coincidencia increíble, he sido testigo de la apertura del muro, que se convirtió en un acontecimiento histórico hoy a las 9:12. No pudo ser más trivial. Sin bombos ni platillos, sin avisos previos ni anuncios públicos, un empleado desconocido de la policía fronteriza abrió la puerta en la valla y dijo a las personas que esperaban al otro lado que podían pasar". Más tarde, reveló en una entrevista con el diario XLSemanal que fue él quien le dio el "primer empujón" al Muro de Berlín. [single-related post_id="1208668"] "Eso, al menos, me confesó el oficial al mando del punto de control de la calle Bornholmer, el primero que se abrió la noche del 9 de noviembre de 1989", recordó. "Si me abría la puerta solo a mí, por ser embajador, delante de toda aquella muchedumbre, lo matan. Así que pidió instrucciones y, como ningún superior le respondía, mandó todo a hacer puñetas y dejó cruzar a la gente. Fue el primer paso fronterizo que se abrió", agregó Toledo.

"El 9 de noviembre nunca pasó"

El exguardia fronterizo declaró a Sputnik que después de los acontecimientos de aquel día, no tuvo que dar explicaciones ni redactar informe alguno. "El 9 de noviembre nunca pasó en la RDA", confesó. Jager agregó que el reporte diario de los 9 y 10 de noviembre simplemente desapareció. En noviembre de 2014, Mijaíl Gorbachov rindió homenaje a Jager en la gala de la fundación internacional Cinema for Peace y le otorgó el título de Héroe de Paz. Sin embargo, el hombre no cuenta con ningunos títulos o galardones por parte de las autoridades alemanas. "No abrí el camino a través del muro. Simplemente me aseguré de que todo pasara con tranquilidad y sin derramamiento de sangre. El mérito era mío y de mis entonces colegas. No voy a permitir que me quiten este mérito. Estoy orgulloso de eso", concluyó.
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