¿A quién le rezan los criminales?

Jue, 17/04/2014 - 05:05
Antes de salir a trabajar se persignó, miró al cielo, se encomendó a la virgen, a los santos y a dios.

Cuando regresó a casa repitió el ritual: se persignó, dio gracias mirando al techo y guardó las balas con las que había perpetrado el crimen, las mismas que había bañado en agua bendita para que no fallaran y dieran en el blanco. Al otro lado de la ciudad la ceremonia fue similar.

Antes de ir a trabajar el hombre que vestía un impecable traje negro, corbata y zapatos relucientes como el sol; se persignó, miró al cielo, se encomendó a la virgen, a los santos a dios y salió a laborar. Al regresar a casa repitió el rito, dio gracias por el día que terminó y la noche que llegaba. Estas dos situaciones evidencian una realidad que se ha tratado de explicar desde la sociología, la religión, el arte, la literatura e incluso el cine: los criminales también rezan. Y las deidades que ‘escuchan’ sus plegarias son las mismas a las que usted tal vez se está encomendando en esta Semana Santa.

Expertos han explicado que pese a que las oraciones se elevan a la misma figura icónica, las peticiones de los criminales en realidad tienen su origen en una ramificación de la religión. Se trata de la denominada religiosidad popular que en plata blanca es la religión del pueblo, la religión del pobre, una especie de religión que nació como oposición a la religiosidad oficial, que en últimas es la de las élites, los intelectuales, la jerarquía eclesiástica o simplemente la religión de la clase media.

En este contexto nacen los santos de los criminales. Santos, vírgenes y dioses a los que se les pide ayuda para robar, matar, extorsionar o ‘coronar’ el envío cargamento de droga. En diálogo con Kienyke.com con el sociólogo y antropólogo, Fabián Sanabria, director del Instituto Colombiano de Antropología e Historia explicó que en esta forma de ver la religión “Dios o la Virgen funcionan como un sustituto fetichista para que el criminal no falle en su prueba asesina, pues está probando que es capaz de matar. Para esa persona, el hecho de matar no tiene toda la relevancia que tendría para una persona normal”.

Oración al Santo Juez

“Si ojos tienen, que no me vean. Si manos tienen, que no me agarren. Si pies tienen, que no me alcancen. No permitas que me sorprendan por la espalda. No permitas que mi muerte sea violenta. No permitas que mi sangre se derrame. Tú que todo lo conoces, sabes mis pecados pero también sabes de mi fe. No me desampares. Amén”. Luego de esta oración ella salía a matar, tan hermosa como violenta y certera con el gatillo pedía al Santo Juez todo lo que allí se lee.

Ella, Rosario Tijeras, la sicaria más famosa de la literatura –inmortalizada por el escritor colombiano Jorge Franco – pedía de esta forma ayuda divina para asesinar. La actriz María Fernanda Yépez hizo el papel de Rosario Tijeras en la serie de 60 capítulos que transmitió RCN Televisión. Además, con un extraño rito en el que sumergía en agua bendita hirviendo las balas con las que iba a cometer el crimen, Rosario se convirtió en un mito, en una celebridad, en una mujer odiada pero sobre todo amada.

María Auxiliadora – ‘La virgen de los sicarios’

Los escapularios con la figura de esta advocación de la Virgen María eran utilizados en los años noventa por los sicarios que convirtieron a Medellín en una de las ciudades más peligrosas del país. Criminales recurrieron a su presencia en busca de protección, refugio de sus sentimientos y abandono del dolor. María Auxiliadora - llamada así por Juan Crisóstomo, en Constantinopla en al año 345, por ser auxilio potentísimo de Dios – era llevada como escapulario en el cuello, las manos y los pies, un símbolo inquebrantable de protección.

Sus milagros se cristalizaron a tal punto, que Fernando Vallejo escribió la novela La virgen de los Sicarios, una obra que abordó la problemática social que se vivió en Medellín en los noventa. La devoción de los sicarios de uno y otro bando por esa virgen, hizo - al menos para los sus devotos – que la violencia fuera menos sanguinaria.

¿Qué dice la iglesia ante este panorama?

Para Sanabria, el sociólogo consultado por Kienyke.com, “la iglesia se hace la de la vista gorda porque es una institución profundamente hipócrita, no le conviene señalar que hay usos poco ortodoxos de las mismas construcciones simbólicas que ella misma ha generado”. “Ella (la Iglesia) no puede tener el control total de sus deidades o de las prácticas formales e informales que realicen creyentes y no creyentes con esas figuras”. Sin embargo, esta descripción no es exclusiva de la literatura real o de ficción.

En la guerra que libraron el General Miguel Alfredo Maza Márquez, exdirector del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS), y el narcotraficante más poderoso que ha nacido en Colombia, Pablo Escobar Gaviria, la figura del Divino Niño fue fundamental para ambos. Escobar gastó miles de kilos de dinamita en dos atentados sucesivos contra Maza y el funcionario salió ileso, según se dijo, por la protección del Divino Niño. Igualmente ‘El Patrón’ logró escapar de varios cercos de la fuerza pública y atentados de sus enemigos del Cartel de Cali, también gracias a la protección del Divino Niño.

En esta oportunidad, la figura religiosa ‘ayudó’ a las dos caras de la moneda; a los buenos y a los malos. Teólogos puristas han criticado el hecho de que se asuma que dicha protección divina juegue en los dos bandos cuando se supone, siempre debe actuar a favor de las buenas costumbres, la moralidad y la ética. En este sentido el exdecano de la Faculta de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional, señaló que “no se acepta con beneplácito que el que peca y reza empata. El perdón católico se volvió una formalidad, para que un criminal adquiera perdón no debería ser tan fácil. Solo con una penitencia o rezar un rosario, ya quedó perdonado…técnicamente no se compadece, por eso molesta a mucha gente que de una manera tan facilista se manosee la religión”. Este fenómeno no es exclusivo de Colombia.

En México los narcotraficantes también han recurrido a la religiosidad popular para encomendar sus fechoría. La imagen de la Virgen de Guadalupe, la deidad más emblemática de los manitos, también ha sido utilizada por los criminales. En este sentido, el padre Dizán Vázquez Loya señaló que las figuras oficiales del catolicismo son utilizadas por los narcos solo para su conveniencia. “Lo hacen para sentir que están de acuerdo con Dios, pues incluso figuras católicas como el Sagrado Corazón o la Virgen de Guadalupe son transformados en dioses falsos.

No son el verdadero Cristo ni la madre de Dios, pues estos nos llevan por el camino de la responsabilidad, de amor, de negación del pecado”. Incluso en ese país se habla de Jesús Malverde, un hombre que aunque no ha sido comprobada su existencia, fue elevado al rango de santo por algunos narcotraficantes mexicanos. A nombre del bandido se han levantado capillas en al menos cinco estados del norte de México. Al Santo de los Narcos le han creado un completo y extenso rito religioso que incluye oraciones para nueve días, en ellas se pide entre otras cosas protección en la producción y tráfico de drogas. 

Fragmento de la supuesta oración a Jesús Malverde

Hoy ante tu Cruz postrado ¡Oh Malverde mi Señor te pido misericordia y que alivies mi dolor! Tú que moras en la Gloria y estás muy cerca de dios escucha los sufrimientos de este humilde pecador ¡Oh! Malverde milagroso ¡Oh! Malverde mi Señor concédeme este favor y llena mi alma de gozo. Dame salud Señor, dame reposo, dame bienestar y seré dichoso.

La cultura de la violencia en México y Colombia

Para Sanabria, “cada vez hay menos diferencias. Los colombianos pusimos de moda la palabra sicariato, secuestro, paseo millonario, los mexicanos están siguiendo ese espantoso ejemplo. La única diferencia podrá ser tropical, el acento paisa o costeño si se quiere. Pero realmente nos estamos equiparando, eso es una desgracia social y/o moral”.

 

 

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