Sri Lanka es una república democrática socialista, ubicada en una zona insular del continente asiático y también hace parte del subcontinente indio. Esta isla ha tenido múltiples nombres: Lank, Lankadvīpa, Simoundou, Taprobane, Serendib y Selan, son algunos de ellos. Por esa razón también se la ha denominado como la ‘Isla de los Mil Nombres’.
Este país hizo parte del imperio británico durante gran parte de su historia. Incluso, el país moderno, como se le conoce hoy, no tiene más de 75 años de fundado. Ceilán, como se le conoció desde la antigüedad, firmó su independencia en 1948, pero fue hasta 1972 que se desligó completamente de Gran Bretaña y cambió su nombre a Sri Lanka.
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Esto produjo que en 1978 hiciera cambios importantes en sus símbolos identitarios; cambió la capital legislativa y judicial de la ciudad de Colombo a Kotte y adoptó otra bandera para incluir a poblaciones minoritarias históricamente excluidas, como los tamiles y musulmanes.
Cabe resaltar que la nación es mayoritariamente budista, mientras los tamiles se inclinan por el hinduismo.
Producto de los conflictos étnicos, tras su independencia, en la isla se recrudeció la guerra interna. En la década del ’80 nacen ‘Los Tigres Tamiles’, una guerrilla que se enfrentó al gobierno central para defender los intereses de esa minoría.
La intención de este grupo guerrillero siempre fue crear una nueva nación independiente llamada Tamil Eelam, y aunque siempre han estado cerca de lograrlo, el triunfo total no se ha podido concretar.
El poder de la familia Gotabaya en Sri Lanka
En el 2009, Mahinda Rajapaksa llega al poder y se convierte en el presidente de Sri Lanka. Diez años después, en 2019, asume como Primer Ministro gracias a que su hermano Gotabaya Rajapaksa llega a la presidencia.
La familia Gotabaya ha sido acusada a lo largo de sus años en el poder de enfrentar con violencia a los tamiles. Cuando Mahinda Rajapaksa era presidente, el actual presidente destituido, Gotabaya Rajapaksa, era ministro de Defensa, por lo que el poder se lo ha repartido la familia Gotabaya sin pudor.
Por ejemplo, el hijo de Mahinda, Yoshitha, es el actual jefe de Gabinete. Además, es conocido por comandar la selección de rugby de ese país. Aparte de él, varios hermanos Gotabaya ocupan ministerios y cargos públicos.
Pero, además de un enfrentamiento entre etnias y una familia poderosa que no cede el poder, Sri Lanka en los últimos años ha estado sumida en una gran crisis económica. Varias decisiones de Gotabaya han afectado considerablemente la prosperidad del país que depende en gran parte del turismo.
Los ciudadanos se han quejado de una subida del arroz en más de un 70%, así como la escasez de gasolina y productos energéticos. Para conseguir combustibles, los pobladores tienen que hacer grandes filas. Además, sufren de cortes prolongados de luz en una isla donde el calor acecha.
Es más, este sábado, antes de que los manifestantes invadieran la casa presidencial, el corte de luz se había prolongado por más de 16 horas. Dichas circunstancias aumentaron el descontento social y motivaron las protestas en Colombo.
Todo parece indicar que el asumir varias deudas durante varias decadas desbordó por completo la macroeconomía de la isla. Posteriormente, el covid-19 obligó al gobierno central a destinar ayudas sociales que también redujeron las reservas existentes.
Además, las autoridades quitaron algunos impuestos para revitalizar el consumo, pero esa política terminó por desfinanciar el estado y se acrecentó aún más la crisis.
Sri Lanka no solo se quedaba sin reservas, sino también sin mercados financieros a los cuales acceder. Las centrales de riesgo estimaron que su capacidad de pago era negativa y por esa razón le cerraron las puertas.
Ese paraíso asiático al cual visitan miles de turistas al año, está convulsionado por una crisis política, económica y social. Es por eso que algunos manifestantes se dieron el lujo de ingresar a la casa presidencial y aprovechar los lujos que nunca les faltan a los poderosos, eso sí por tiempo limitado y con la incertidumbre del futuro, que se perfila no ser nada prometedor.