Templanza de viuda

Lun, 15/11/2010 - 12:50
Sandra Morelli es una verdadera hija de su padre, Gianfranco Morelli, un ingeniero italiano que emigró a Colombia huyéndole al reclutamiento militar en su patria, Italia. Por algún azar del destino
Sandra Morelli es una verdadera hija de su padre, Gianfranco Morelli, un ingeniero italiano que emigró a Colombia huyéndole al reclutamiento militar en su patria, Italia. Por algún azar del destino, él, y su hermano Alchides, no pudieron ingresar a Venezuela, su verdadero destino, que entonces, junto a Argentina, representaba el sueño italiano para los nuevos emigrantes. Resignados primero, luego emocionados, se quedaron en Bogotá, donde terminaron convertidos en ingenieros metalmecánicos brillantes y empresarios sólidos, enamorados de jóvenes profesionales colombianas, con las que formaron sus familias. Franco se casó con la abogada Teresita Rico, quien llegó a ser  magistrada del Tribunal Administrativo de Cundinamarca. Es litigante en derecho público, con lo que calma la ausencia de su esposo, muerto hace ya dos años. De ese matrimonio nacieron Elizabetta y Sandra. Elizabetta se extravió primero entre resinas, fresas para el tratamiento odontológico y las bocas abiertas de sus pacientes, pero recuperó luego el sendero de la vocación de las Morelli Rico: el derecho. Se desempeña hoy como la cónsul general de Colombia en la Federación Suiza. Sandra lo tuvo siempre claro: el derecho y la Universidad   Externado de Colombia. Fue la propia universidad la que la indujo a continuar su especialización en derecho administrativo en Italia. Llegó a Bolonia como una estudiante favorecida con la beca Baldomero Sanín Cano, quien dominaba el italiano como lengua materna por cuenta de su abuela, una parmesana bastante llevada de su parecer, que sólo les hablaba en su idioma natal en la casa, y que sus nietas afianzaron en el colegio Leonardo da Vinci. Morelli nunca paró de estudiar. Continuó en la Comunidad Económica Europea, en el ámbito del Programa Erasmus, que la galardonó con dos Becas para cursar en La Sorbonne –Paris II– y en Montpelier más estudios en derecho administrativo, ciencia de la administración y servicios públicos. Después llegó la beca del Ministerio de Relaciones Exteriores de Italia en la División para la Cooperación al Desarrollo. Ese periplo académico de años por Europa le dejó, además de un entrenamiento de primera línea, conocimientos en francés, español, inglés e italiano. Sandra Morelli es una mujer políglota, aficionada a la ópera y a la literatura jurídica, que saca tiempo de donde no tiene para atender a su único hijo de siete años, Gianfranco, a quien ha tenido que levantar sola. Separada de su primer esposo, se casó por segunda vez con Heinrich Bach, quien murió de forma trágica cuando el niño apenas comenzaba a caminar. El temple heredado de sus antepasados italianos la hicieron una luchadora que no se doblega ante la adversidad. Un temple que contrasta con el trato que le da a un diminuto perro Chihuahua, que si por ella fuera cargaría en su cartera a todas partes. Aunque ha estado en escenarios de grandes decisiones, su paso por la dirección jurídica de la Federación de Cafeteros fue definitiva para llegar al cargo de contralora. Allí conoció a Juan Manuel Santos, pero también a Jorge Cárdenas, Gabriel Silva y en especial al ex gobernador de Caldas Emilio Echeverry Mejía. También tuvo contacto con el cuerpo de magistrados por su trabajo como litigante frente al Consejo de Estado, en temas cruciales como las tiendas Juan Valdez. De esa relación, con los magistrados, salió su candidatura a la Contraloría, como ocurrió también con la de su antecesor, Julio César Turbay Quintero. En el mismo horizonte profesional conoció al Procurador Alejandro Ordoñez y Juan Carlos Pinzón, Secretario General de Presidencia, con quienes tiene cercanía. Como buena italiana, el comedor de su casa –una de las pocas que sobrevive en medio de los edificios frente al parque El Virrey– es el espacio que ha utilizado siempre, y en especial a la hora del desayuno, para intercambiar ideas con funcionarios, periodistas y políticos, con los que debió contar para su elección como contralora. Ella misma reconoce que su campaña en el Congreso fue la mejor escuela para conocer el mapa del poder real en Colombia. Nunca se ha salido del radar del ex presidente Álvaro Uribe, quien estuvo a punto de incluirla en la última terna para Fiscal General. El 30 de agosto pasado, Uribe retrasó varias horas un vuelo al exterior para recibir la visita protocolaria de la nueva contralora. Ella misma reconoce que tuvo ese día una de las conversaciones más provechosas y animadas de las que tenga recuerdo, conversación que puede amargarse cuando empiecen a producir resultados, porque la lupa que tiene puesta tiene un foco: el gobierno de Uribe. El de Santos no ha cumplido cien días. No hay frente que Sandra Morelli piense dejar pasar de largo. Empezará con el informe de los gastos reservados del DAS, pero en su horizonte está el programa de Agro Ingreso Seguro, los préstamos al Banco Agrario, el contrato con la Drummond en el sector de la minería, las vigencias futuras de los gobiernos departamentales en el Ministerio de hacienda y los contratos de la tercera fase del Transmilenio de Bogotá con la calle 26 como epicentro. Y así, hasta que la horas del día le alcancen en una cruzada que la hace sentir como si estuviera en el primer día de la creación.
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