La reciente filtración a la prensa de una auditoría externa, realizada por una firma estadounidense sin la aprobación de la junta directiva, ha desencadenado un escándalo que pone en entredicho la gobernanza corporativa de la compañía y amenaza con consecuencias de largo alcance para la economía del país.
Ecopetrol, de mayoría estatal, no es solo una empresa energética. Representa entre el 12% y el 15% de los ingresos fiscales del país, y sus operaciones son clave para el equilibrio macroeconómico.
En 2023, figuró entre las 10 compañías más valiosas de América Latina, según Brand Finance. Sin embargo, su valor en bolsa ha caído un 19% en los últimos cinco años, reflejo de la creciente desconfianza de los mercados.
El epicentro de esta crisis radica para algunos en la gestión del presidente Gustavo Petro, cuyas políticas de transición energética y decisiones ejecutivas han sido interpretadas por el mercado como señales de inestabilidad y desinterés por la sostenibilidad financiera de la petrolera.
Uno de los puntos más críticos es la suspensión de nuevos contratos de exploración y explotación de hidrocarburos. Aunque Petro justifica la medida como parte de un proceso de descarbonización necesario, sin embargo esta estrategia carece de un plan de reemplazo viable.
Las tensiones internas también agravan la situación. Cambios abruptos en cargos clave, tensiones entre empleados veteranos y nuevos cuadros cercanos al petrismo, y una creciente influencia de intereses sindicales y activistas han creado un clima laboral y corporativo enrarecido. Todo esto debilita la toma de decisiones estratégicas, afectando proyectos de alto impacto como el acuerdo con Oxy en la cuenca Permian, que habría significado 60.000 barriles diarios y 200 millones en reservas.
En paralelo, el Ministerio de Hacienda ha anunciado una medida que busca anticipar ingresos fiscales: adelantar para el 1 de junio de 2025 el cobro del anticipo de retención en la fuente de 2026. Esto, aunque necesario desde el punto de vista fiscal, añade presión sobre las finanzas ya comprometidas de Ecopetrol.
La incertidumbre actual ha escalado más allá de los corredores corporativos. La desconfianza se refleja en las tasas de interés de los bonos colombianos y en la percepción de riesgo país. La petrolera no es solo un activo financiero; es un pilar de la estabilidad económica nacional.
Hoy, Ecopetrol enfrenta uno de los mayores desafíos de su historia reciente. La forma en que el Gobierno gestione esta crisis marcará no solo el futuro de la compañía, sino también la ruta económica del país en la próxima década.
