
Un castillo en Europa, una vida de lujos y más de 600 víctimas forman parte del escándalo protagonizado por Efraín Betancourt Jr., un ciudadano colombo-estadounidense de 36 años que hoy enfrenta cargos federales en Estados Unidos por fraude electrónico y conspiración para cometer fraude postal. El caso involucra 66 millones de dólares y ha dejado una estela de pérdidas y desconfianza, especialmente entre migrantes venezolanos en el sur de Florida.
Betancourt Jr. era el fundador y CEO de Sky Group USA, una empresa registrada en Florida que se promocionaba como una prometedora plataforma de inversión en préstamos de día de pago. Su discurso era atractivo: ofrecía rendimientos anuales de entre el 24% y el 120%, cifras que sedujeron a cientos de personas que depositaron sus ahorros con la esperanza de obtener retornos rápidos y altos. Sin embargo, la realidad era otra. El dinero de los nuevos inversionistas se usaba para pagar a los anteriores, en un esquema Ponzi disfrazado de oportunidad financiera legítima.
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La fachada de una promesa financiera:
Mientras los inversores esperaban sus ganancias, Betancourt vivía como un millonario. Según documentos judiciales, más de 6.5 millones de dólares fueron destinados a gastos personales. Entre ellos se incluyen una fastuosa boda en un castillo de la Riviera Francesa, la compra de un condominio de lujo en Miami por 1.5 millones de dólares, y vacaciones familiares en Disney World y el Caribe. Todo financiado con el dinero de quienes confiaron en él.
El 14 de noviembre de 2024, las autoridades lo detuvieron al ingresar a Estados Unidos. Si es declarado culpable, podría enfrentar hasta 20 años de prisión. La sentencia está programada para el 14 de agosto de 2025.
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La Comisión de Bolsa y Valores (SEC) descubrió que Betancourt también transfirió al menos 3.6 millones de dólares a su exesposa, amigos cercanos y una empresa controlada por su pareja actual. Estas acciones han ampliado el alcance de la investigación, que ahora busca establecer el grado de complicidad y encubrimiento dentro de su círculo cercano.
El caso de Betancourt Jr. expone la fragilidad de muchas comunidades ante estafas camufladas de oportunidades. Es un llamado también a la cautela y a la verificación rigurosa de cualquier oferta financiera.