Un nuevo intento por reducir el salario de los congresistas en Colombia naufragó este mes en el Congreso de la República.
La iniciativa, que prometía responder a las crecientes demandas de austeridad y equidad en el gasto público, se hundió por falta de quórum en la plenaria del Senado, justo antes del plazo límite del 20 de junio. Este resultado, aunque predecible para algunos, representa una fuerte decepción para amplios sectores de la ciudadanía.
El proyecto, liderado por el senador Iván Cepeda, proponía disminuir el abultado salario de los congresistas, quienes actualmente ganan cerca de $52’651.000 mensuales.
Esta cifra contrasta drásticamente con el salario mínimo vigente, que es de $1’423.500, en medio de una economía marcada por la inflación y el elevado costo de vida. La diferencia de ingresos ha sido motivo de constantes cuestionamientos ciudadanos y alimenta la percepción de una clase política desconectada de la realidad del país.
Impedimentos, ausencias y falta de voluntad
La sesión decisiva estuvo marcada por la ausencia de senadores y una serie de impedimentos presentados por nueve congresistas, quienes alegaron “conflictos de intereses” para abstenerse de votar. Entre ellos, destacó el presidente del Senado, Efraín Cepeda, quien, según la senadora María José Pizarro, también se negó anteriormente a priorizar el debate del proyecto desde abril.
En un mensaje en la red social X (antes Twitter), Pizarro expresó su inconformidad: “9 senadores presentaron impedimentos para votar el proyecto para reducir el salario de los congresistas, por ‘conflicto de intereses’, adivinen quién estaba en el listado: el presidente del Senado Efraín Cepeda, el mismo que se rehusó a poner este proyecto en discusión cuando tenía oportunidad”.
El propio Iván Cepeda lamentó el desenlace: “A pesar de que con una proposición logramos subirlo al primer lugar del orden del día, una lluvia de impedimentos y el abandono del recinto de muchos senadores acabó con el quórum”, denunció. Además, afirmó que varios senadores, tras intervenir en la sesión para tildar el proyecto de “populista”, abandonaron el recinto sin votar.
Una propuesta con respaldo popular, pero sin eco en el Congreso
El proyecto, que ha estado en discusión durante años, se convirtió en un símbolo de las exigencias ciudadanas por una mayor transparencia en el uso de los recursos públicos. Su hundimiento no solo representa un revés para quienes abogan por una política más austera, sino que también refuerza la desconfianza en las instituciones democráticas del país.
En medio de este contexto, la noticia de que los congresistas recibirán un nuevo aumento salarial de $3’360.000 mensuales, elevando sus ingresos totales a más de $52 millones, ha encendido aún más la indignación ciudadana. Mientras tanto, millones de colombianos continúan enfrentando dificultades económicas, agravadas por la inflación, el desempleo y la precariedad laboral.
¿Reforma imposible?
El fracaso del proyecto para reducir el salario de los congresistas deja claro que, más allá de la presión popular, existen fuertes barreras políticas para cualquier intento de autorregulación del poder legislativo. La falta de voluntad política y la cultura del privilegio parecen imponerse nuevamente sobre las demandas sociales.
En un escenario donde el Congreso avanza en otras reformas como la laboral, que sí logró su aprobación recientemente, la negativa a tocar los propios beneficios de los legisladores proyecta una imagen contradictoria y refuerza el discurso de que las élites políticas legislan para sí mismas.
La caída de esta iniciativa representa más que una derrota legislativa: es una señal preocupante sobre el estado de la democracia representativa en Colombia y una oportunidad perdida para empezar a cerrar la brecha entre ciudadanía e instituciones.
