Casi cuarenta años después de la toma y retoma del Palacio de Justicia, el nombre del magistrado Manuel Gaona Cruz volvió al centro del debate público. Su hija, Juliana Gaona, abogada y representante de su familia, intervino esta semana para defender la memoria y la dignidad de su padre, asesinado durante los hechos del 6 y 7 de noviembre de 1985.
En su declaración, Juliana cuestionó la forma en que la película Noviembre retrata al magistrado, al presentarlo como supuesto colaborador del grupo guerrillero M-19. Según dijo, esta versión carece de sustento y “difundió una narrativa falsa e injuriosa” sobre quien fue uno de los once magistrados de la Corte Suprema de Justicia asesinados durante la toma.
Un fallo a favor del buen nombre
Juliana Gaona recordó que, a raíz de una acción de tutela presentada por su familia, el Juzgado 128 Penal Municipal de Bogotá falló a su favor, reconociendo la vulneración de los derechos al buen nombre, la honra y la imagen del magistrado.
El fallo ordenó a los responsables de la película incluir una aclaración visible en la obra y en sus piezas promocionales, advirtiendo que se trata de una ficción basada en hechos reales, y que cualquier semejanza con personas específicas no implica una afirmación real. Además, ordenó eliminar una frase que, según la sentencia, resultaba injuriosa hacia el magistrado Gaona Cruz y prohibió el uso de su nombre o rasgos identificables para atribuirle conductas no probadas.
“La decisión judicial no cercena la libertad artística ni la libertad de expresión”, dijo Juliana durante su intervención. “Lo que hace es proteger la memoria, la verdad y los derechos más básicos de una persona que entregó su vida para defender la justicia”.
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La frontera entre la memoria y la ficción
El debate que rodea el caso de Gaona Cruz toca un punto sensible: cómo se representan los hechos históricos en obras de ficción. Para Juliana, la libertad de creación “es un pilar de toda democracia”, pero también tiene límites cuando “distorsiona hechos históricos, estigmatiza a las víctimas o afecta la reputación de quienes defendieron la justicia”.
El fallo, señaló, también reafirma que las personas fallecidas conservan el derecho a la protección de su imagen y su buen nombre, un principio que, según la familia Gaona, protege la memoria de quienes murieron en ejercicio de su deber.
Juliana insistió en que la verdad sobre su padre no está en discusión: “Está respaldada por la justicia, los testigos y los informes oficiales que durante décadas han probado quién fue y qué representa”.
Un legado judicial y una deuda con la historia
Manuel Gaona Cruz fue magistrado de la Corte Suprema y se distinguió por su defensa del Estado de Derecho y la independencia judicial. Murió durante la operación militar que respondió a la toma del Palacio de Justicia, en medio de un episodio que aún deja heridas abiertas en la memoria del país.
“Mi padre fue un jurista íntegro, un servidor público que dedicó su vida a defender la Constitución, la justicia y los valores democráticos”, afirmó Juliana. Su intervención busca, más que reabrir heridas, reafirmar la necesidad de claridad histórica y respeto a las víctimas.
Entre la justicia y la memoria colectiva
El caso reabre un debate que Colombia no ha cerrado del todo: el de la memoria, la representación y los límites de la ficción sobre hechos violentos. A cuarenta años de la tragedia del Palacio, las voces de los familiares siguen reclamando un lugar en la narrativa nacional.
Juliana Gaona cerró su intervención con un mensaje que resume el espíritu del fallo:
“La historia se construye con hechos, no con ficción.” Finalizando su vídeo afirmando que: “Manuel Gaona Cruz defendió la justicia y el Estado de Derecho hasta su último aliento. Y yo haré lo mismo”.
