Elogio a la maldad

Jue, 05/04/2018 - 06:58
Son diferentes los comportamientos que los colombianos tenemos, que demuestran una extraña preferencia por el delito y por la trampa, disfrazado de bizarros conceptos acuñados localmente como la fam
Son diferentes los comportamientos que los colombianos tenemos, que demuestran una extraña preferencia por el delito y por la trampa, disfrazado de bizarros conceptos acuñados localmente como la famosa “malicia indígena”, que no es más que la errada idea que estamos genéticamente predispuestos a pasar por encima del otro, ratificado además con otra nefasta frase; “el vivo vive del bobo” y es con estas máximas pseudo morales con las que hemos crecido y hemos formado nuestra escala moral, por esto es que no es raro ver como se exalta al corrupto, porque es que “los colombianos somos así” y se desprecia al honesto “por bobo”. No por nada, en nuestra tierra Escobar es un héroe al que se le hacen homenajes, documentales y novelas (muchas novelas). "Popeye" es un escritor y youtuber que opina y sirve de referente para las nuevas generaciones, mientras personajes como "Gabo", Mockus, Patarroyo, Leonor Gonzalez Mina "La Negra Grande" o Fernando Botero son hasta desconocidos para muchos. El mejor ejemplo de esto es lo que ocurre en el plano político, no puede haber mayor muestra de esta exaltación al delito que lo que ocurre con muchos políticos y personajes de la vida pública, quienes aun con evidentes pruebas de su delito, muchas personas del común salen a defenderlos, es un comportamiento más que patológico, una suerte de síndrome de Estocolmo o de indefensión aprendida que hace que no solo se nos dificulte identificarnos como víctimas, sino que lo que es peor, no se logra identificar al victimario como tal y más bien en una especie de contorsionismo moral, terminan justificando sus acciones como válidas y en ocasiones, culpabilizando a la víctima, por eso es común escuchar frases como "lo que le pasó fue por algo", "si fue desplazado es por que algo malo hizo" o la frase lanzada por un famoso ex presidente frente a la muerte de un grupo de jóvenes de Soacha muertos por el ejercito en el caso denominado como falsos positivos "esos muchachos no fueron a recoger café". Una muestra evidente de este fenómeno es lo ocurrido con personajes como el tristemente célebre Alberto Santofimio Botero, quien en la década de los 90 fue encarcelado por haber recibido dineros del narcotráfico, sin embargo cuando salió de la cárcel y al regresar a su natal Ibagué fue recibido en plaza pública como un héroe, aun cuando estaba altamente probada su culpabilidad y aun hoy cuando también se comprobó su participación en el asesinato de Luis Carlos Galán, hay un importante grupo de ciudadanos que manifiestan su apoyo incondicional al exministro. Otro ejemplo más reciente es lo ocurrido con Bernardo Miguel Elías más conocido como “El Ñoño”, quien después de haber sido sindicado y actualmente privado de la libertad por los sobornos de la firma brasileña Odebrecht, apareció luego de su captura en Córdoba, una pancarta de apoyo al ex congresista que decía; “digan lo que digan, yo voto por el que el ñoño diga” y aunque la valla fue retirada prontamente, muestra una vez más como exaltamos el delito como nuestro principal valor. En las pasadas elecciones vimos cómo no fueron pocos los congresistas electos que recibieron el caudal electoral de otros políticos con prontuario, bien sea condenados, sindicados o simplemente con la sospecha de participación en algún hecho delictivo, algunos más reconocidos que otros. Personajes como Richard Aguilar, hijo del coronel y ex gobernador de Santander Hugo Aguilar, condenado por parapolítica, pero no es el único caso, son varios los herederos de la parapolítica, que fueron recientemente elegidos para el congreso, el listado lo engrosan personajes como Nadya Blel, Jhony Besaile, Karen Cure, Jorge Burgos, Alfredo DeLuque, Erasmo Zuleta y otros. Hay casos más vergonzosos donde políticos mandan desde la cárcel misma, eligen congresistas, ponen alcaldes y gobernadores, como el caso de Juan Carlos “El Negrito” Martínez quien desde su centro de reclusión, tomó decisiones trascendentales para el país y se hizo famoso por frases como aquella que dijo hace un tiempo en la que afirmaba que “Es mejor negocio la política que el narcotráfico” y muchas personas en el Valle del Cauca esperaban hasta que el ex congresista diera la orden. Sin embargo, no todo está perdido, aún estamos a tiempo de sacar ese gen de nuestra biología, aún estamos a tiempo de cambiar nuestra herencia y cambiar así el orden de nuestra escala de valores, necesitamos muchos más Mockus, más Carlos Gaviria o más Carlos Medellín Forero y menos bandidos disfrazados de salvadores, que se aprovechan de nuestra condición de defensores de la maldad para atornillarse en el poder y mantener al país en la pobreza y la ignorancia, es hora de salvar lo mejor de nosotros. Se aproximan las elecciones presidenciales, qué bueno que en un acto de contrición y abandonados de todo apasionamiento, reconozcamos los pecados del candidato elegido y pensemos en la responsabilidad que tenemos para con nuestro futuro y el de las próximas generaciones.
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