¡No más linchamientos!

Esta columna es una carta de indignación, frente a lo que ha sucedido en los últimos días con respecto al linchamiento de ladrones que se ha presentado en varias ciudades del país. Y es que si bien el problema corresponde a las consecuencias que traen consigo la falta de herramientas de la Policía para actuar en estas circunstancias, los hechos dejan ver varias cosas que son absolutamente inaceptables en pleno siglo XXI. Una de ellas, es la falta de eficacia de la fuerza pública para intervenir a tiempo cuando se dan estas situaciones que no son nuevas en Colombia. La pregunta que los ciudadanos deberían realizarse, es porqué se ha elevado el número de atracos en los últimos años y qué es lo que pasa con las autoridades que parecen no poder resolver estos incidentes de manera contundente. Claro, no es solo culpa de Palomino. Lo cierto es que la Policía no cuenta con los mecanismos adecuados que debería brindarle la justicia, no únicamente de manera punitiva, para poder sentenciar a una pena acorde a la persona arrestada, que como todos saben, es dada en libertad horas más tarde, por tratarse de un delito menor. Lo segundo,es que los centros carcelarios y cuando se trata de menores, los reformatorios, no están funcionando como unidades de resocialización de personas que puedan brindarle a los delincuentes herramientas y oportunidades serias para que cuando cumplan su condena, tengan algo en la cabeza y en las manos que les permita emprender otras prácticas diferentes a las que los llevaron a prisión. Hasta aquí, podemos concluir dos cosas: La policía necesita un serio llamado de atención, mucho más cuando vemos en las noticias cómo algunos integrantes de esta institución hacen parte de bandas criminales. Pero además, porque no están cumpliendo de manera efectiva con su labor. Por otro lado, es inaplazable una reforma estructural de la justicia pensada en pro del bien de los ciudadanos y no de los magistrados, además de una revisión profunda de las lógicas de las prisiones colapsadas de criminales y de los reformatorios que no reforman a nadie. Esto, podría empezar a abonar el terreno para que los cambios en la seguridad de las ciudades se den, pero lo que preocupa es la falta de cultura de los colombianos. Sin duda, los linchamientos son la consecuencia de una ciudadanía cansada de tener que aguantar puñaladas y robos en cada esquina y barrio de las ciudades. Pero eso definitivamente no justifica el atraso evolutivo que reflejan las palizas. Con algo de dolor, he tenido que escuchar propuestas tan pobres de inteligencia como : "deberían cortarles las manos" o "hay que matar a esas ratas". Eso queridos compatriotas, es no tener conciencia de país. Eso es no entender que el problema no es el hecho simple del robo. Aquí lo que sucede, es que tenemos en la mente un concepto de violencia y de dinero fácil impulsado por toda una historia de crimen, narcotráfico y  putas que la televisión nos sigue recordando con furor cada día. Pero mucho más grave, es que no hemos querido darnos cuenta  como dice William Ospina,  que la culpa es de la vieja dirigencia con sus maniobras corruptas y excluyentes, que producen una serie de condiciones de inequidad que se ven en la falta de oportunidades, en el no  cumplimiento de los derechos fundamentales, y en el beneficio de unos y la sepultura de millones. No se queden con la versión fácil. @santiagoangel66