¿Qué es ser realmente un estúpido?

Vie, 13/09/2013 - 05:09
¿Qué es la estupidez? ¿Quién es realmente estúpido? ¿Cómo tomar la estupidez de alguien más? ¿Cómo determinar la mía propia? Estas y otras preguntas pasaban por mi cabeza al momento de idea
¿Qué es la estupidez? ¿Quién es realmente estúpido? ¿Cómo tomar la estupidez de alguien más? ¿Cómo determinar la mía propia? Estas y otras preguntas pasaban por mi cabeza al momento de idear éste ensayo, ¿Quién en su completa capacidad cognoscitiva, haría la mitad de las cosas que yo he hecho en lo que va de mi vida? Si puedo replantear la pregunta, para unificar el sentido de éste ensayo; la pregunta básica sería: ¿Qué es realmente SER estúpido? Cuando era niño, me iba realmente mal en el colegio, cosa bastante natural si combinamos una hiperactividad casi destructiva, una cabeza (grande, si) ávida de conocimientos y experiencias, una mamá excelente, pero con una actitud extremadamente permisiva; y a todo esto le sumamos una extraña aversión por las reglas. Si sumamos todo esto, tenemos a un sujeto prácticamente inadaptado e INADAPTABLE. Pero mi mamá aún me quería. En fin, estoy divagando. Al punto que quiero llegar es, que de niño, alguno de mis profesores, me dijo muy seriamente: “Los estúpidos no son quienes saben poco; son los que sabiendo mucho, hacen muy poco.”. Esa frase marcó mi vida. No quiero decir que la cambió, tan sólo la marcó. Desde ahí empieza el nacimiento de éste ensayo; ésa frase es el devenir de mi obsesiva pregunta: ¿Es esa la verdadera estupidez? ¿Si te empeñas en hacer algo bien, dejas de ser estúpido? Sinceramente no creo eso, hacer algo tenazmente, solo te hace eso: Tenaz. Por otro lado, dejar de ser tenaz, cuando tienes la capacidad y las ganas de hacer algo, sí te vuelve estúpido; Fracasar es solo eso, fracasar; en palabras de Samuel Beckett: “Lo intentas, fracasas. No importa, intenta de nuevo. Fracasa de nuevo, fracasa mejor.”. El hecho de fracasar no te hace un perdedor, sólo te hace “una persona que intentó”. Ser un perdedor lleva mucho más tiempo, e incluso mucho más empeño. Según el orden de ideas de i andrógina profesora de matemáticas: Ser un perdedor, es la manera más poderosa de no ser estúpido. Diré que la siguiente frase que cambió mi percepción de la estupidez, vino de otro de mis profesores. Por allá en el 2008, cuando cursaba 11°, me pillaron haciendo copia en un examen de química; no porque no supiera, sino porque uno de mis compañeros no sabía. SI, me pillaron ayudando (eso sí fue una soberbia estupidez). Recuerdo que ante mi negativa ante la pregunta “¿A quién le iba a pasar el papel, señor?”, Jaime Arturo Díaz, tal vez mi mejor profesor en toda la vida, tomó una decisión salomónica, y fuertemente, con su melodiosa y pastusa voz, presentó ante el salón entero unas sabias palabras; aprendidas de un grafiti en una pared de la Universidad Nacional, su mantra personal: “Si no quiere estudiar, no estudie. Si quiere copiar, copie. Copie y sea feliz como todo buen estúpido.”. Apoyado de espaldas contra el tablero, mi pupitre en brazos y mi previo pegado a él, tachonado con un gigantesco cero, me pregunté a mi mismo: ¿Será estúpido todo aquel que es feliz? Jaimito me dio mucho para pensar, y un día me aburrí de tanta quemadera de coco. Tal fatídica contradicción me llevó a tal y como lo pensé aquel día, así mismo preguntárselo. Su respuesta fue espectacular, fruto de una mente críptica y genial como la suya: “Todos los pulgares son dedos; más no todos los dedos, son pulgares.”. Entendí la metáfora; no hay que ser estúpido para ser feliz; pero no se puede ser estúpido, sin ser feliz. Al menos así lo entendí aquel día. Sonrisa Mi siguiente punto de inflexión en éste tema, me lo trajo la siempre sabia televisión; un capítulo de la serie que más me entretuvo por un largo periodo de tiempo: House MD. El título del capítulo en cuestión, me hizo olvidar por un momento de lo concentrado que estaba en la historia de ése genial y excéntrico rengo. “Ignorance is bliss” o en español “La ignorancia es felicidad”. Ahí estuvo mi tuerce-vertebras; empecé a pensar en retrospectiva acerca de la estupidez y la ignorancia, que no son lo mismo, pero me sirvieron para un mismo propósito. ¿Quién es ignorante, y quién es estúpido? Ignorante sólo es aquel que desconoce o ignora algo (gracias al Pequeño Larousse de mi hermana, por su aporte). Es decir, alguien que es considerado un gurú en carpintería, un maestro ebanista; puede ser ignorante en ingeniería Aero-Espacial (al igual que yo). Es un ignorante sin dejar de ser un genio en lo que hace. Pero un estúpido no puede verse envuelto en una situación propia de un carpintero, sin perder un dedo, cuando menos. (Ni hablar de ingeniería, en cuyo caso, hasta yo sería responsable de una catástrofe mundial.) Ahora, dejemos en claro algo: Este es un ensayo, que tiene como objeto de estudio la estupidez. Si está buscando razones que validen la suya propia, por favor haga lo que hice yo. Escriba un artículo al respecto. Para continuar, debo admitir que me siento estúpido escribiendo sobre la estupidez, pero no se confundan, solo es un efecto colateral de tan ardua investigación. Prosigo. Durante mis años de adolescencia, pude estudiar más a fondo el tema de la estupidez, con estudios anatómicos y de comportamiento. Claramente lo expreso de ésta manera, porque gasté unos años saliendo con los más bonitos y raros especímenes que puede brindar el género femenino, (Si, me topé con una cantidad inexplicable de mujeres estúpidas) así pude notar que a diferencia de lo que ellas manifiestan, los representantes de la estupidez no solo se encuentran en mi género (Arriba esos cinco, parceros). Así, tal cual como lo escribo, me encontré con mucho material de estudio, estudio en el que invertí tiempo y dinero (me hace pensar en si no era yo el estúpido); pero mi siguiente punto de inflexión llegó hace un par de meses. La experiencia con este montón de Barbies, como ellas se llamaban (por ser plásticas y sin mente, creo yo); no cambió mi manera de percibir la estupidez, pero conforme empecé a salir con mujeres cada vez más inteligentes, me di cuenta de que había juzgado algo mal. Terriblemente mal. No fue hasta que conocí a ‘Alexandra´ (llamémosla así), que entendí la conexión que existía entre Ignorancia - Estupidez - Felicidad. Voy a resumirlo en la forma del acuerdo tácito entre ella y yo: Si yo IGNORABA su romance con el primo de su ex novio, era FELIZ. Si ella IGNORABA mis affaires con sus amigas, ella era FELIZ. Pero si alguno de los dos asumía que el otro era totalmente fiel, entonces era totalmente ESTÚPIDO. Esa fue la razón de este ensayo. ¿Cómo decir que no fue cambiando mi mentalidad desde esa relación? Sencillo. Descubrí que nadie que tenga pleno conocimiento de lo que hace, lo que quiere, o lo que lo afecta; nunca está completamente satisfecho con los resultados de sus acciones; ergo, nadie que esté plenamente consciente de lo que le concierne, es totalmente feliz; ergo… Estupidez es felicidad. Más felicidad, no siempre es estupidez.
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