Tacones. El terreno prohibido

Mié, 05/03/2014 - 11:35
La lucha de poderes que a lo largo de la historia han protagonizado hombres y mujeres ha estado marcada por hitos que han pasado a la historia más por su poder simbólico que por su carga potencial.
La lucha de poderes que a lo largo de la historia han protagonizado hombres y mujeres ha estado marcada por hitos que han pasado a la historia más por su poder simbólico que por su carga potencial. La creación de la minifalda, el uso de pantalones para las mujeres, el corsé, el pinta labios rojo, las pelucas, cada uno de esos elementos han sido manifestaciones representativas en grandes cambios sociales y estaban ligados a causas que abanderaban la revolución y una nueva forma de concebir la dinámica social Los tacones han sido en tiempos modernos el sinónimo de feminidad por excelencia. Son la insignia del poderío de cualquier mujer casi en todos los aspectos de su vida. Una empresaria exitosa necesita unas zapatillas Manolo Blahnik. En un matrimonio no debe faltar un par de Vera Wang. Una cena de gala debe estar acompañada de alguna mujer calzando unos Christian Louboutin. Ha sido tan explotado este trofeo de belleza y poder que además hoy están ligados a escenarios tan específicos en la vida cotidiana que es impensable por ejemplo, imaginarse un desfile de vestidos de noche o de ropa interior con modelos descalzas o utilizando otra cosa que no las eleve por lo menos siete centímetros. Se ven sin armadura, sin su mayor arma de seducción y mando. Los tacones le dan a la mujer algo que la hace única por la sencilla razón que los hombres no pueden usarlos. Pese a que los zapatos elevados vienen por allá de las excentricidades de Luis XIV, la práctica y el tiempo fue llevándolos al terreno femenino hasta volverse pieza exclusiva de las mujeres. Un terreno seguro en el que los hombres no tienen cabida. Puede ser considerado un arma de doble filo. Los zapatos altos le dan a la mujer exclusividad, sin embargo, también hay una significación escondida. En tiempos anteriores, cuando los hombres en las cortes eran quienes llevaban estos calzados, se permitió a la mujer usarlos, lo que en algún corto periodo fue un elemento unisex a la hora de vestir. Luego, cuando los hombres lo encontraron poco práctico para sus labores de políticos, trabajadores, gerentes y cuanta profesión se inventaban para ganar dinero entonces desistieron de la idea de los tacones y de cualquier cosa que los distrajera de su objetivo principal que se reducía a competir entre ellos. Esto dio paso a que las mujeres tuvieran la oportunidad de desarrollar su sentido estético y armónico del mundo a través de la forma en la que se vestían, de la manera en que decoraban sus casas y en definitivas su poder creativo para darle color al mundo. Ellas se apropiaron de la moda, de los tacones, del maquillaje, de las faldas, de los vestidos y de cada uno de los detalles que para sus compañeros no tenía importancia. Mientras sus maridos empleaban sus esfuerzos compitiendo con sus pares a nivel intelectual, económico y laboral, ellas lo hacían a nivel estético. Con el pasar de los años y la explosión de la cultura pop, el cine y todo el mundo del entretenimiento que se internacionalizo a partir de la cultura y de la conexión global con las producciones artísticas, los roles tuvieron una ampliación moderada que seguía bajo las leyes de la iglesia católica y las instituciones políticas. Las faldas solo las pueden usar los curas y los escoceses mientras los tacones siguen siendo terreno prohibido para los hombres. Con todo eso, y como diría Carrie Bradshaw… no pude dejar de preguntarme ¿Es un pecado mortal para un hombre combinar sus pantalones de trabajo con unas botas de Jimmy Choo? Incluso hoy, con toda esa liberación de mente y prejuicios, los hombres y también las mujeres ven como impensable el día en el que por la calle se pueda ver a una pareja de casados, comprando zapatos altos para los dos. A pesar que los pasos que se han dado en esta área han sido bastante limitados, podemos ver que indirectamente se intenta hacer de los tacones una opción más para los hombres. Más allá de pelear por la idea de tener zapatos algo, es por el conflicto de estar prohibidos socialmente. Grupos como la banda ucraniana Kazaky son ejemplos de lo que se puede lograr con un par de zapatos. Estos chicos que colaboraron con Madonna en la canción Girls gone wild, han puesto a pensar a mucho mundo lo bien que puede ser montarse en unas plataformas a bailar sin estar en la línea de parecer homosexual. Aquí radica otro de las grandes barreras que nos impiden llegar a entender con una visión objetiva y astuta los privilegios a los que los hombres renunciaron siglos atrás y que hoy son estereotipos difíciles de derribar. Nadie dice que es pecado para un hombre usar tacones. Con esa premisa también se desprenden muchas más: los hombres que quieren montarse en unos tacones Chanel no deben  ni tienen que ser considerados más o menos inteligentes, más o menos profesionales, más o menos varoniles, más o menos hombres. Va mucho más allá de la limitada forma de pensar de muchos, incluso diseñadores que no se atreven a pisar este sensible terreno por miedo a su propia imagen. Es algo más fuerte que la sola idea, es algo que no debe ser un impedimento, debe ser parte de la diversidad. kazaky
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