Estamos a poco más de dos meses de que se cumplan 24 años de la comisión del horrendo crimen del avión de Avianca el 27 de noviembre de 1989. Como es costumbre la Fundación Colombia con Memoria, cada año hace un evento conmemorativo en honor a nuestros seres queridos que en ese acto narcoterrorista perdieron la vida.
Se preguntarán por qué “106 motivos de reconciliación” y no 107, que fue el número de víctimas fatales del atentado. La respuesta en sencilla. Como lo hemos dicho en otras ocasiones, nosotros contamos a 106, aunque fueron 107 y la razón es que a nosotros nos sobra un muerto. Uno que nadie reclamó y que a su vez fue el autor material de ese desafortunado crimen de Lesa Humanidad que enlutó al mundo entero. Esto vale la pena recrearlo, para no olvidar; para no seguir inmersos en la nociva amnesia selectiva; para refrescar nuestra soterrada Memoria Histórica.
Uno de los terroristas de Escobar, Darío Uzma, un temido y sangriento asesino destacado en la organización criminal justamente por sus características, en palabras de Juan Carlos Giraldo tenía una mirada penetrante y agresiva, y aunque nunca cursó estudios superiores -apenas hasta primero de bachillerato-, sobresalía por su astucia innata, su arrojo y su despiadada forma de acabar con sus víctimas. Pocas veces utilizaba armas de fuego para cumplir las órdenes de Pablo. Generalmente lo hacía con cuchillos o dagas. En las comunas de Medellín, una zona que frecuentaba, le adjudicaban la leyenda de haberle propinado cincuenta puñaladas a un joven que se le había quedado con una plata. Uzma fue el elegido por el extinto jefe terrorista al que a su vez Escobar había confiado toda la organización y la logística del plan por el que el capo había ofrecido un millón de dólares si se cumplía al pie de la letra. Pues bien entre las tareas dentro del iter criminis para perpetrar la voladura del avión, Uzma tenía que conseguir al “Suizo”. Así como suena; no tiene nada que ver con una persona de ese país europeo ni de aquella nacionalidad. El suizo en el argot criminal viene siendo el apócope de la palabra suicida, pues era la persona que -además engañada- iba a inmolarse al activar el maletín bomba que habría de segar 107 vidas incluida la suya. Digamos que de cierta manera el muchacho de apenas 18 años también fue víctima, porque si bien sabía que iba a grabar ilegalmente unas conversaciones de unos enemigos “del Patrón”, lo cual ya lo hace un bandido, pues literalmente murió engañado. Alguien que trabaja para el Cartel de Medellín simplemente es un criminal. Continuando con la historia, los detalles del plan se ultimaron en una casa de la loma El Esmeraldal de Medellín, a donde llevaron al suizo para explicarle lo que debía hacer. Ya entonces Uzma había decidido que el explosivo sería introducido en un maletín, similar al que utilizan los ejecutivos de las empresas. Negro, que combinara perfectamente con el vestido de paño oscuro que le compraron al muchacho, para que se subiera al avión sin despertar sospechas y no fuera objeto de una excesiva requisa, o de un cuestionario antes de abordar, agrega Giraldo. Las instrucciones fueron precisas y una y otra vez el suizo repasaba lo que sus “jefes” le explicaban, así como toda la capacitación para aprender a encender la grabadora y a apagarla sin levantar ningún tipo de desconfianzas por parte de las autoridades, de las cuales algunas ya también hacían parte del equipo delincuencial. La pueril promesa del terrorismo estaba muy excitado con la vuelta que iba a hacer, pues era muy importante para él, ya que de su exitosa tarea dependía su promisorio futuro criminal al lado de Escobar y sus secuaces y el ingreso al Combo que tanto le atraía. Además a esa emoción se le sumaba que sería su primer viaje en un avión. Lo que no sabía era que también era el último de su corta vida criminal. El resto de la historia en gran parte ya es conocida por los lectores, pues el plan malévolo se concretó a la perfección. Los resultados fueron los esperados: 107 muertos atomizados en inmediaciones de la Hacienda Canoas en Soacha y un país arrodillado ante el pavoroso terrorismo de la época. Y hoy un Estado nada interesado en dar respuesta a las víctimas que con legítimo derecho reclamamos verdad, justicia y reparación. 24 años de impunidad y 106 motivos nos impulsan para que el próximo 27 de noviembre en ese lugar que sirvió del más dantesco escenario, rindamos un homenaje a nuestras amadas familias con un gesto ecológico y humanitario. Abrazo cálido. @colconmemoria presidencia@colombiaconmemoria.org