47 años de dolor

Dom, 29/05/2011 - 00:03
Sin saberlo, Tatiana, una desmovilizada de la Columna Móvil Teófilo Forero, ingresó al peor de los mundos cuando tenía apenas 13 años. Su vida cambió de manera drástica y la libertad que era el
Sin saberlo, Tatiana, una desmovilizada de la Columna Móvil Teófilo Forero, ingresó al peor de los mundos cuando tenía apenas 13 años. Su vida cambió de manera drástica y la libertad que era el único derecho que realmente sentía como suyo, le fue arrebatado por las Farc.  Varios abortos, trabajo forzado, arduas jornadas abriendo chontos, combates interminables, hambre, amigos muertos, inicio de su vida sexual obligada, entre otras tantas vivencias la marcaron para siempre. Hoy Tatiana todavía se despierta en las noches, en su cómoda cama en instalaciones de Bienestar Familiar, recordando el momento en que el comandante de la Teófilo Forero quiso quitarle al único hijo que no quedó en medio de las tijeras del aborto, pero su valor y determinación, al igual que su ingenio permitió que se desmovilizara y pudiera compartir con su pequeño. Aunque Tatiana hoy puede compartir con su hijo, la madre de Johana Zarate, la niña de 5 años asesinada por una bicicleta bomba de las Farc en el tradicional barrio Fátima de Bogotá, llora todos los días a su pequeña. Ese trágico 25 de enero de 2002, las Farc en uno más de sus insensibles actos terroristas, por cuenta de la ruptura de los diálogos de paz del Caguán, quiso vengarse de la sociedad colombiana a través de este hecho, cuyo saldo fue una vida menos que apenas comenzaba. Al igual que estas dos historias hay cientos o miles más, que confirman la crueldad de las Farc durante sus no cortos 47 años de existencia. Recordemos, por ejemplo, el atentado al Hotel Pescador en Apartadó el 27 de Febrero de 1997, cuando el frente 53 de las FARC asesinó a diez humildes personas y dejó heridos a 53 más que  todavía hoy recuerdan, día a día, su trágica experiencia; o la insólita y dolorosa masacre de Bojayá-Chocó; o el asesinato en la vía Apartadó-Turbo, donde murieron 25 personas quemadas por el frente V de las FARC en septiembre de 1995; o la masacre de Tacueyó, en Toribío-Cauca, donde un frente “disidente” de las FARC, asesinó a más de 160 personas entre diciembre de 1985 y enero de 1986; o el atentado al Club el Nogal en Bogotá, con un saldo de 36 muertos y más de 200 heridos; o el ecocidio que cometen sistemáticamente al volar los oleoductos petroleros, o el secuestro de miles de personas por pretensiones económicas o políticas, o la masacre de Carepa-Antioquia donde murieron 16 campesinos indefensos en agosto de 1995, o el secuestro y posterior asesinato de los 11 diputados del Valle, o las miles de víctimas por cuenta de la siembre indiscriminada de minas en buena parte del territorio nacional, o tantas otras que el espacio no me deja comentar. En resumen, esta es la historia de las Farc, 47 años de dolor, tristeza y sufrimiento para el pueblo colombiano. Las Farc son eso: criminales, terroristas, secuestradores, narcotraficantes, mentirosos, asesinos, corruptos, indolentes, subversivos, contrabandistas, infelices, desdichados y matones. Su historia está plagada de momentos dolorosos para el pueblo colombiano. No creo que haya un solo colombiano que no tenga un recuerdo tormentoso relacionado con las Farc; nuestra historia moderna tiene un fantasma terrible y oscuro que se denomina Farc-EP. Su mito fundacional es una vasta mentira, revertida de sofismas justificatorios que cualquier estudio comparatista serio descartaría por completo. Marquetalia, Río Chiquito, el Pato y Guayabero han estado olvidados por culpa de las mismas Farc, pero también por una gran irresponsabilidad del Estado, y hoy su relación con la población es mucho más tímida que antes. No olvidemos que las Farc desde su mismo comienzo oficial en 1964 comenzaron los actos, que hoy llamaríamos terroristas, sin piedad contra la población civil: el ataque a varias casas campesinas en El Pato Medio dejando 10 campesinos muertos en 1966; el secuestro masivo de 13 campesinos en el Huila en 1970, desaparecidos hasta la fecha; el secuestro en 1965 de Harold Eder en Cauca, posteriormente asesinado en cautiverio y otros tanto hechos dolorosos de las Farc. Eso demuestra con absoluta claridad, que la historia nos ha sido mal contada: ¿Qué las Farc nacieron buenas y se corrompieron? Mentira, sus actos criminales comenzaron desde el mismo origen de la agrupación; ¿Qué las Farc son producto de las condiciones socio-económicas precarias del país? Mentira, hay sociedades más pobres sin este tipo de violencias. Lo que sí podemos aseverar es que las Farc han venido mutando sistemáticamente hacia lógicas más criminales y delincuenciales, mejorando sus capacidades de daño a la población colombiana y acomodándose según las coyunturas del país, pero no se puede negar que desde sus inicios ya se veía con claridad el aparato represor y tirano que crearon. Las Farc son una plaga de 47 años de vida que no tiene justificación y legitimidad alguna. Nuestra realidad está cada vez menos ceñida a la presencia de este grupo armado ilegal, pero es necesaria una apuesta nacional contra el terrorismo de cualquier clase u orilla, porque si siguen subsistiendo grupos sociales que justifican y valoran como positivo su existencia, será muy difícil llegar a instancias de verdadera reconciliación nacional. Como estas historias, hay muchas otras que muestran la realidad  permanente de las Farc, una historia plagada de muertes, secuestros, mutilaciones, masacres, bombas, abortos, narcotráfico y crímenes en general. Sus víctimas son los civiles colombianos y extranjeros, sus propios miembros, reclutados en su mayoría a través de mentiras o con el uso de la coacción armada, y los soldados de la patria que han perdido su vida o alguno de sus miembros en cumplimiento de su deber castrense. Concluyo con una frase de Jorge, un abuelo y campesino del corregimiento de Santiago Pérez, municipio de Planadas-Tolima, muy cerca de Marquetalia, que resume lo que las Farc le han hecho a toda la nación colombiana. Sin preguntarle nada, Jorge se me acercó y me dijo al oído, como sabio campesino, de esos que sí existen y valen la pena, “mi pueblo tiene un atraso de 47 años”: eso son las Farc. ¿Hasta cuándo? Escolio: ¿Será que el Gobierno de Juan Manuel Santos está negociando con las Farc de manera silenciosa? Si es así, sería bueno hacerle tres consideraciones: 1. Los colombianos no estamos dispuestos a ceder mucho ante un grupo que nos ha causado tanto dolor y tristeza; 2. La normatividad internacional impide los indultos y amnistías ¿Será que Alfonso Cano y compañía están dispuestos a pagar algunos años de cárcel en el marco de la Justicia Transicional?; y 3. ¿Con qué parte de las FARC está negociado? Ojo que puede ser otro vil engaño.  
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