En días pasados conversaba con un familiar que ha vivido unos momentos de enfermedad difícil, fuerte, extenuante y prolongada. La conversación versaba sobre la compañía que él desea para la siguiente etapa del tratamiento. Etapa que requerirá de pronto de cirugía mayor, hospitalización prolongada y un proceso de recuperación en que tendrá que enfocar todo su esfuerzo físico y mental. Me decía palabras más, palabras menos, que deseaba ser acompañado por familiares que tuvieran la capacidad de estar en silencio a su lado, que no trataran de conversar, de distraer o animar todo el tiempo. Recodé un escrito sobre Cuando las palabras sobran, que había hecho hace unos años. Quiero compartirlo con ustedes, queridos lectores.
“Imagina cuantas veces has querido que alguien esté a tu lado, en silencio, sin preguntarte, sin opinar, casi sin asentir con sus expresiones. Imagina cuantas veces has querido no recibir respuestas o comentarios cuando estas contándole a alguien tus pensamientos más profundos, el suceso más significativo, las emociones más guardadas que has tenido en la vida. Son momentos en que quieres sentir que la otra persona te presta su atención completa y total.
Si has tenido ese momento y se ha hecho realidad, la otra persona te ha regalado su más preciado Don, La Presencia. Si eres tú el que has estado en silencio, el regalo ha sido el mismo. La Presencia es entrega íntima, coherente, definida, veraz, en una sola palabra es Amor puro. La Presencia no se obtiene, se regala cuando dejas de lado todos tus conceptos, tus actitudes, tus juicios, tus deseos y expectativas y te entregas a vivir el momento acompañando a alguien o acompañándote a ti mismo, en absoluto silencio. Silencio de mente, de emociones y de cuerpo. La Presencia no se piensa, se siente y se da. Te abres al sentimiento compartido con ese otro ser humano a tu lado, que necesita la cosa más simple de la vida, Tu Presencia. Es la maravillosa cualidad de ESTAR.
¿Lograrás identificar aquellos momentos en tu vida, de ahora en adelante, en que tu Ser te solicita con vehemencia que simple y llanamente estés Presente junto a alguien? ¿Serás capaz de calmar tu ansia de hacer, decir y pensar? ¿Eres capaz de permanecer en presencia del sentimiento de amor que trae dichos instantes de unidad?
Acompañar al enfermo requiere estar dispuesto a ayudarlo a cambiar de postura, a alimentarlo, a asearlo. También tendrá momentos para compartir una película en TV, para leerle. Otros más para abrazarlo, aconsejarlo, conversar con los médicos tratantes. Acompañar al enfermo significa saber hacer múltiples tareas de vida. Acompañar al enfermo está en la entrega total, por encima de nuestras necesidades. Nos enfocamos en lo que él, el enfermo, desea y requiere. Nos olvidamos de nosotros mismos.
Acompañar al enfermo, también tiene sus momentos para el SILENCIO.