Al fin y al Cabo

Mar, 02/10/2012 - 09:02
He llegado a Cape Town o Ciudad del Cabo y no quiero ver ni a un gato doméstico. La verdad es que lo primero que hice fue prender la televisión y robarme un periódico para saber qu
He llegado a Cape Town o Ciudad del Cabo y no quiero ver ni a un gato doméstico. La verdad es que lo primero que hice fue prender la televisión y robarme un periódico para saber qué estaba pasando en el mundo y me enteré que al embajador norteamericano en Libia lo habían asesinado; que los talibanes atacaron en Afganistán a la base militar del príncipe Enrique; que un video provocador en Estados Unidos hirió las fibras más sensibles del mundo árabe; que las relaciones entre Japón y China están tensas por un pedazo de tierra en el mar; que en Naciones Unidas no saben qué hacer con la guerra civil en Siria; que es cuestión de tiempo para una intervención militar en Irán; que el líder de la oposición en Sudáfrica dejó de ser un activista para lavar activos y que Colombia no existe, donde colisiona el Mar Índico con el Océano Atlántico. Y cuando me preguntan por Pablo Escobar, yo les pregunto por Kony y cuando me dicen que Falcao es mejor que Messi, yo les digo que me gusta más la manera como celebra los goles Balotelli que Ronaldo. En todo caso, la ciudad es tan limpia como una sala de cirugía; a las doce en punto del medio día suenan los doce cañonazos; en 1967 se realizó el primer transplante de corazón, aunque el paciente falleció 18 días después de una neumonía y afortunadamente los riquitos y sub júdice de Colombia, siguen prefiriendo a Key Biscayne o a Fort Lauderdale. Pero todo no es color de rosa en Sudáfrica, porque según las cifras oficiales, el desempleo es del 25 por ciento, es decir que debe ser mayor. El paseo de olla al río es la peor forma de suicidarse, porque están repletos de hipopótamos y cocodrilos. Y en el mar te mueres de hipotermia o cualquier pececito te puede arrancar los dedos de la mano para terminar en el plato de un restaurante, como de hecho pasó hace pocos días. Además, la energía es solar y el agua caliente se acaba muy rápido en la ducha o la tina no alcanza a llenarse, como la boca de un tiburón blanco o como la boca de una ballena asesina, acusada históricamente de un magnífico crimen que no cometió (Jonás). En todo caso, se trata de una ciudad de blancos, a diferencia de las demás ciudades de África, donde se independizaron de los ingleses, solo después de haber aprendido y copiado lo mejor de ellos. Me refiero a la organización especialmente y al criterio urbanístico, que contrasta con Planeación Municipal en Cali y con los curadores de Colombia. Por otro lado, en cuanto a su gastronomía, hasta el sol es de curry y la comida chatarra y el whiskey son más picantes. La moneda es el rand y cada ocho rands son el equivalentes a un dólar mal contado. Lo que me ha obligado a dividir y a multiplicar todo el tiempo, mientras resto horas para imaginarme si están despiertos o dormidos mis seres queridos en Colombia. Porque así como no me olvido de dónde vengo, tampoco sé para dónde voy, aunque estoy seguro que volveré a esta ciudad, que sin lugar a dudas es una de las más bellas del mundo.
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