Uno de los problemas, en la mayoría de los países de nuestra región, ha sido, después de culminada la etapa de la guerra fría, el haberse impuesto, en casi todos, el populismo como praxis política y este no era muy diferente si los gobiernos se calificaban de izquierda o de derecha.
Esto unido a la subsistencia de fuertes diferencias sociales y economías en su mayor parte dependientes de la exportación de materias primas, terminó condicionando a los gobiernos a tratar solo de redistribuir la renta sin emprender los cambios en la educación para no solo hacerla accesible a toda la población, lo que muchos países intentaron y algunos lograron, pero descuidando las modificaciones necesarias en los pensum de estudios que preparasen a sus respectivas poblaciones para enfrentar los retos que impone el mundo globalizado.
Afortunadamente vemos en algunos países de la región el surgimiento de un nuevo liderazgo que está consciente de que hay que superar los modelos políticos del pasado y empeñarse en que solo a través de una profunda reforma del sistema educativo se podrá lograr los cambios que tanto se proclaman pero que aún no se han alcanzado.
Los ejemplos que vale la pena seguir son los que han llevado adelante países como Finlandia, Israel y el Japón. Ojalá en nuestros naciones los lideres entiendan que el futuro no espera y que si queremos ser actores importantes en el concierto mundial debemos proceder hoy a llevar adelante la revolución educativa
