Año nuevo, vida nueva

Es un buen momento para reflexionar sobre el camino recorrido, así como también para analizar los pasos que hay que dar hacia adelante. El Año Nuevo trae consigo un mágico momento de recogimiento y autocrítica: ¿Qué hice bien? ¿Cuándo actué mal? ¿Por qué quedaron inconclusos ciertos temas? ¿Fui lo suficientemente justo? ¿Dije cosas de más? ¿Callé cuando había que hablar? ¿Alcancé las metas? ¿Fracasé? ¿Cómo puedo mejorar mis relaciones afectivas? ¿Me caso o sigo disfrutando de la soltería? ¿Hago deporte o abuso, como siempre, de mi salud? ¿Le dediqué a la familia el tiempo que merece? ¿Cómo organizo mis finanzas? ¿Cuál es el plan para los próximos doce meses? Estas suelen ser algunas de las preguntas recurrentes por esta época del año. Ese balance mental y espiritual es totalmente normal y necesario. No hay ser humano que, al iniciar el año, deje de cavilar sobre el particular. Se trata de poner en una balanza las situaciones buenas y malas, para redefinir la ecuación del mañana. Sumar, restar y dividir, para luego seguir sumando. Es un ejercicio que nos permite estructurar los objetivos, decantando las experiencias acaecidas, al tiempo que propicia nuevos espacios que hacen más interesante el diario vivir y que llenan de un contagioso optimismo los días por venir. Es absolutamente indispensable generar ese tipo de escenarios, porque el ser humano requiere sentirse útil, y la mejor manera de hacerlo es proponiendo y armando su propio futuro, desde la óptica de la prosperidad y el bienestar para sí mismo, pero, sobre todo, para la gente que ama. En otras palabras: el hombre es el arquitecto de su propio destino, pero un “proyecto de vida” solo puede ser exitoso, cuando se conocen sus falencias y ventajas, y me atrevo a decir que solo después de caerse y pararse es posible conseguir que los cimientos de esa “construcción” se sostengan por toda la eternidad. Lo aconsejable es establecer una lista de prioridades y cumplirlas con la precisión de un relojero. Cuando hay determinación, hay ejecución. Las personas que dejan las cosas a medio camino simplemente son disipadas e indisciplinadas. Con esfuerzo todo se consigue. Hay que soñar todo el tiempo. Ese es el primer escalón a la cima de las metas. Las realidades de hoy en algún momento fueron los sueños del ayer. Perseverar y poner manos a la obra es la receta perfecta para acariciar el éxito, no hay que bajar el ritmo en ningún momento y es determinante soltar las amarras del pasado. Otra clave: el interés por saber y aprender más. La curiosidad debe ser un elemento infaltable de la bitácora de vuelo. Así se abre la mente, y la imaginación no tiene límites. Lo que no tiene caso es “llorar sobre la leche derramada”: hay que mirar al norte, buscar la luz del Sol, la salida al final del túnel. No hay remedio: hay que seguir luchando. Eso es lo que le da sentido a la vida. Si bien estamos llenos de errores, los aciertos y las obras nobles terminarán por redimirnos, porque estoy seguro de que, aunque en el ser humano cohabitan la bondad y la maldad, somos más buenos que malos. Al final de cuentas, no hay fracasos ni triunfos absolutos, porque siempre habrá algo por hacer, una nueva meta que alcanzar, un logro al que aspirar y una vida que entregar. La ñapa I: No habrá Procurador encargado para definir la reposición de la destitución de Gustavo Petro. Como quien dice: le tocó empacar al hombre. La ñapa II: ¿Cuándo será el día en que los medios dejen de hablar de procesos judiciales que no conocen y que no entienden?