Una falsa ilusión y desinformado deseo de muchas personas es que las ciencias biomédicas encuentren La (en singular) Causa del Cáncer (en singular). Quizás es cruel desilusionarlas pero eso sería, en palabras propias de lógico medieval, tan imposible como un círculo cuadrado. No existe, en este mundo ni en el reino de las ideas, La Causa del Cáncer.
Primero, lo que llamamos cáncer es una multitud de neoplasias malignas con características casi individuales. Como les digo a mis alumnos no existe el cáncer, existen los cánceres. Segundo, sus causas son múltiples, complejas y a veces escondidas en la biología personal del paciente. No existe una sola causa de las neoplasias malignas.
Lo más que podemos hacer es determinar factores de riesgo para distintos tipos de cáncer e intentar retirarlos de la comunidad, el ambiente o la vida personal de nuestros conciudadanos. Con insatisfactorios resultados diría uno pues a pesar de innumerables campañas para dejar de fumar aún hay personas (y médicos) que siguen pegados al cigarrillo.
El British Journal of Cancer acaba de publicar en diciembre de 2011 un detallado suplemento sobre la proporción de cánceres atribuibles a factores ambientales y estilo de vida en el Reino Unido. Es usado con precisión el término “atribuible” en el título del reporte: se trata de condiciones asociadas a distintas neoplasias, no que las causen o produzcan necesariamente más con un peso importante en el desarrollo de los distintos cánceres. Y estas circunstancias del medio o nuestra vida personal están asociadas a más del 40% de tumores malignos en esta serie recogida por los ingleses desde 1993 a 2007.
Conviene revisar estos factores asociados al cáncer. En hombres el 23% de los tumores malignos están asociados al tabaco, el 6% de ellos asociados a dieta baja en frutas y vegetales, 5% a riesgos ocupacionales, 4,5% al alcohol, 4% a sobrepeso y 3,5% a exposición solar. En mujeres el orden de los factores es: 16% de los cánceres asociados a fumar, 7% al sobrepeso, 4% a infección, 3,6% a exposición al sol y cámaras de bronceado, 3,4% a dieta pobre en frutas y vegetales, 3,3% al consumo de alcohol.
Hay que entender estos números cuidadosamente: diferentes tumores malignos podrían ser explicados en esos porcentajes de pacientes por la presencia de los mencionados factores ambientales y de estilo de vida. Pero el peso de ellos varía en distintas sociedades, en poblaciones con distinta genética y en ambos géneros sexuales. Por ejemplo en las mujeres tiene mayor importancia el sobrepeso para explicar algunas neoplasias por la influencia de estrógenos, asociados al contenido de grasa corporal, en el cáncer de mama, ovario y endometrio. En los hombres el riesgo ocupacional de cáncer es más importante por la exposición a algunos químicos y asbesto en trabajos industriales. En las mujeres la infección es un factor importante por el HPV (virus del papiloma humano) asociado al cáncer de cuello uterino, pero no podemos olvidar que este virus también se ha asociado a las menos frecuentes neoplasias de ano, pene y orofaringe en personas de ambos géneros. Sorprende la asociación de un 3-4% de cánceres al sol y bronceo natural o artificial, podríamos pensar que los ingleses son más pálidos que nosotros o se exponen más al sol pero también es un factor importante en nuestros países.
Lo que podemos intentar en la salud de nuestras comunidades y personas es vigilar el medio ambiente y nuestros hábitos personales para disminuir estas condiciones de riesgo para cáncer. No conseguiremos prevenir todas las neoplasias malignas pero sin duda bajaremos su incidencia. La ministra de Salud Pública del Reino Unido dijo después de conocer este estudio: “Haciendo pequeños cambios podemos aminorar problemas serios de salud dejando el cigarrillo, vigilando nuestro consumo de alcohol, haciendo más ejercicio y controlando nuestro peso”. Esta es una recomendable lista de propósitos para todos en este comienzo de año.
Ahora bien, aunque así disminuyamos el riesgo de cáncer nunca lo podremos prevenir totalmente con una sola medida ni con una receta mágica. Porque la causa de las neoplasias malignas no es una sola y muchas veces ellas están por fuera de lo que podemos cambiar. Hace pocas semanas murió una joven mujer de 28 años exreina de belleza en Venezuela, Eva Ekvall, de cáncer de seno. Narró su experiencia en un libro titulado Fuera de Foco. Esa admirable y bella mujer (porque todo paciente que narra su experiencia de enfermar es admirable y lo hace bien o mal por nosotros) probablemente tenía información en sus genes que la hacía propensa a cáncer de mama. Hasta ahora poco podemos hacer para controlar ese factor, simplemente podemos vigilar y tratar tempranamente sus consecuencias. Pero mucho haríamos enfocándonos, haciendo referencia al título de su libro, en otros factores ambientales y de estilo de vida asociados al cáncer.