Ciudades y vacunas

Cada cierto tiempo surge un hecho llamativo que alerta a los gobiernos sobre la situación de orden público en Medellín. El hecho más reciente fue denunciado por el exconcejal Federico Gutiérrez quien a través de su cuenta de Twitter  (@FicoGutierrez) publicó un audio donde un miembro de uno de los tantos combos de la capital antioqueña pide una “colaboración” a su víctima para  financiar las actividades navideñas de los muchachos de la cuadra. La pintoresca denuncia fue replicada en diferentes medios de comunicación y seguida por la reacción de la Alcaldía de Medellín quien descalificó el hecho y hasta cuestionó el audio alegando que parecía más una investigación impulsada por Gutiérrez. Qué actitud más desobligante, antidemocrática y soberbia por parte del Secretario de Seguridad de Medellín. Ese tipo de respuestas son las que generan desconfianza y resultan en que la ciudadanía no denuncie ni crea en sus instituciones. Ojalá el Secretario reflexione y rectifique. Las famosas vacunas se han convertido en el pan de cada día de empresarios, tenderos, comerciantes informales y transeúntes que deben movilizarse por la ciudad. La cuota semanal o mensual a uno de los combos se ha vuelto parte de la canasta familiar de cientos de ciudadanos que padecen el accionar de los grupos armados que rondan por los barrios de Medellín y que alegan ser grupos privados de seguridad. FENALCO Antioquia ha reportado que el 90% de los comerciantes del centro de Medellín pagan algún tipo de vacuna entre 50.000 y 250.000 pesos mensuales. Lo anterior sin incluir el porcentaje de comerciantes informales que operan en este mismo sector. ¿Cuántos más ciudadanos están extorsionados? ¿Cuántos no denuncian por miedo o desconfianza? ¿Cuántos más en diferentes barrios de la ciudad? Pensaba, una vez escuché el audio publicado por Federico Gutiérrez, que mientras la Canciller Holguín daba la buena noticia al país de la posible eliminación de visas para Europa en 2015, a su vez los combos criminales de Medellín establecían una especie de visa que la comunidad debe pagar para desplazarse con tranquilidad por los diferentes sectores de la ciudad. La plata que se pueden ahorrar algunos ciudadanos en un viaje al exterior al no tener que pagara visa, son borrados con la extorsión que tantos deben pagar a estructuras ilegales. No puede ser normal que la ciudadanía viva con medio y en estado de extorsión permanente aunque sea en pequeños montos de dinero. La única tributación que los ciudadanos deben hacer es al Estado para que cumpla con sus funciones de otorgar seguridad y justicia. Cuando el Estado empieza a ceder control sobre determinados territorios, urbanos y rurales, los ilegales entran a intentar suplir el vacío dejado prometiendo falsamente seguridad y justicia. Precisamente por esta razón los gobiernos deben por un lado promover la denuncia ciudadana, y en segundo lugar, actuar efectivamente cuando la comunidad lo demande. La obsesión por la firma de La Paz en Cuba con la guerrilla no puede convertirse en un espejismo que distraiga la atención de temas urgentes que los ciudadanos de Medellín y muchas otras ciudades de Colombia padecen a diario. Las vacunas, fleteos, atracos y miedo que muchos sienten en sus barrios, no es una situación normal frente a la cual haya que acostumbrarse. Los gobernantes tienen la responsabilidad y obligación de dejar esto claro a los ciudadanos; el hecho de que algo pase y sea recurrente no significa que esté bien y que deba ser aceptado de manera alguna. Por supuesto la solución a la inseguridad de Medellín y de tantas otras ciudades de Colombia no es materia sencilla que se logre de la noche a la mañana. Pero lo que sí debe ser de inmediata reacción es la promoción de la denuncia ciudadana pues nada más grave que una ciudadanía amedrentada y desconfiada de sus instituciones. Por esta razón las autoridades están en la obligación de atender las denuncias de los ciudadanos y no restar mérito ni credibilidad por malsanas razones políticas. Para terminar una reflexión: El descuido de los gobiernos nacionales durante las décadas de los 80 y 90 en Colombia respecto al serio problema que surgía con las guerrillas, puede ser semejante al descuido de algunos gobernantes que en la actualidad no actúan con la decisión y liderazgo suficiente ante la situación de inseguridad de sus ciudades. El problema sigue creciendo, entre más demora haya en enfrentarlo con toda la determinación, más crecerá la bola de nieve criminal en Medellín y las ciudades de Colombia. @FedericoHoyos