
El siglo actual ha presenciado un cambio dramático en la estratificación económica del mundo, comenzando por China y la India, donde, en las últimas dos décadas, más de 1.200 millones de personas salieron de la pobreza al ascender a la clase media: es decir, familias con ingresos que se acercan a los 20.000 dólares al año. En América Latina la cuota se aproxima a 200 millones de personas —sobresale el caso de Brasil con un aporte de casi 80 millones de individuos en ascenso—, lo que significa que cerca de 2.000 millones de habitantes han entrado en la categoría mundial de la clase media. Debe aclararse que cada país tiene sus estándares de acuerdo con el poder adquisitivo de su moneda y que este estrato suele dividirse en clase media baja —cercana a la pobreza— y clase media alta.
Colombia no ha sido ajena a la irrupción de los sectores medios, que muestran un crecimiento de un 7,7 % en los últimos diez años (del 11 % del total de la población al 23 %). Debe agregarse a esta cifra otro 40 %, perteneciente a la clase media baja, emergente o vulnerable, en donde se pueden contar cerca de 20 millones de personas, lo que sumaría un total de 35 millones en este estrato. La población considerada pobre, por su parte, es de 10 millones de personas.
La clase media mundial tiene patrones más o menos definidos de consumo, dependiendo de si se trata de la más alta o de la más baja. Esta última se caracteriza por adquirir bienes como celulares, bicicletas, motocicletas de baja gama, televisores y otros electrodomésticos; además de servicios y actividades de esparcimiento como fútbol, eventos culturales subsidiados, viajes terrestres, comidas rápidas, compras en centros comerciales populares, cine, entre otros. Por otro lado, la clase media alta consume automóviles de gama media, viajes al exterior, educación privada, tarjetas de crédito para pago de restaurantes, ropa de marca, aplicaciones de servicios como Uber y Rappi, entretenimiento, gimnasios, etc. Según la firma Raddar el crecimiento del consumo en Colombia fue de un 2,3 % en el último año, gracias en buena medida a los gastos de los sectores medios. De acuerdo con el Departamento Nacional de Planeación, por otra parte, la tasa de desempleo de la clase media alta es de 6,14 % y de la media baja de 9,2 %.
La clase media-alta y los sectores altos tradicionales se aferran a los valores culturales de la burguesía occidental, mantenidos por siglos, y se diferencian de los sectores en ascenso. El fenómeno de consolidación de valores y costumbres puede durar décadas —en algunos casos siglos— y conducir a sociedades duales en las que las poblaciones coexisten pero no hay fusión cultural, más allá de lo básico. La descripción anterior es simple: apenas intenta poner de presente un fenómeno económico, social y cultural que marca a cada nación de diferente manera y que estamos experimentando en Colombia. Lo importante es tener conciencia de lo que ocurre, entender que la búsqueda de una sociedad más homogénea requiere de tiempo y que mientras tanto debemos tolerar las diferencias y, sobre todo, respetar la diversidad.
Si aceptamos que existen costumbres, valores y estilos de vida típicamente burgueses, nacidos en Europa y trasplantados a territorio americano durante las colonias del norte y del sur, nos preguntamos ¿cuáles son esos valores y cómo se vienen transformando con el ascenso de los sectores medios? De manera simple podríamos decir que la burguesía en materia de valores sociales se caracteriza por ser fuertemente individualista, defensora de la iniciativa privada, del progreso personal, del trabajo formal y del mérito por el esfuerzo de la persona o la familia; valora, en esa medida, el círculo familiar y de amistades. En materia política, asimismo, propugna por la libertad, la igualdad frente a la aristocracia o clase más alta, y la defensa del constitucionalismo, las instituciones políticas liberales y democráticas, y el gobierno limitado.
La burguesía, descrita en la literatura universal de los últimos dos siglos, tiene su propio estilo de vida, con valores de modernidad, respeto por el protocolo y las convenciones sociales, la cortesía, el sentido estético y el uso de un lenguaje propio —a veces exagerado—. Además, existió en Europa una burguesía ilustrada, orientada al humanismo, la literatura, la ciencia y la música culta, visible en la “era victoriana” inglesa. De todo ello, ¿qué se conserva en América Latina y en Colombia y cómo se asimila entre los estratos medios? Son preguntas que deben responder sociólogos y antropólogos culturales.
Se afirma con frecuencia que la estabilidad política y social de los países depende en buena parte de la fortaleza de sus clases medias y que por ello deben ser reforzadas y ampliadas. En ese sentido, una aspiración nacional sería que en pocos años fuésemos un país de clases medias estables y en crecimiento.