Mientras el país se alista para un cese al fuego bilateral y definitivo, parece ser que hay quienes no están dispuestos a hacer lo mismo. Algunos utilizan los micrófonos y las pantallas, las salas de redacción para bombardear mediáticamente el proceso de paz y dirigir a la opinión pública hacia las urnas de votación a conveniencia, siguiendo a la perfección las estrategias de manipulación mediática que Noam Chomsky describe magistralmente, ellas parecen ser su hoja ruta.
¿En un país de 46 millones de habitantes como Colombia donde los grandes medios de comunicación están en pocas manos, dos empresarios y un banquero para ser más exactos, existe la libertad de prensa?¿Hay libertad para periodistas con sueldos paupérrimos y con limitadas posibilidades de moverse a otros medios porque al estar concentrados en pocas manos pertenecen a los mismos?¿Pueden los consumidores, que en su mayoría no tienen servicio de televisión por cable o internet ni una educación de calidad, elegir realmente lo que quieren leer, ver o escuchar? Es entonces cuando la inconveniencia de una persona como Claudia Gurisatti dirigiendo y dando línea editorial en el noticiero de uno de los dos únicos canales de señal abierta del país y de tan alta audiencia cobra mayor relevancia y se hace evidente.
En definitiva fue un completo desacierto la llegada de Gurisatti a la dirección de Noticias RCN. No porque ella no pueda pensar diferente o el medio no pueda tener una posición definida; de hecho, se supone que en una democracia a eso se refiere la libertad de expresión y más concretamente la libertad de prensa; sino porque como se anotó antes, Colombia cuenta únicamente con dos canales de señal abierta, no existe una democratización, una pluralidad de medios. Sin embargo, Gurisatti cuenta desde hace más de una década con el Canal NTN24 y su programa La Noche como tribunas desde las cuales ha defendido y emitido con sus invitados cuanta opinión ha querido con una evidente inclinación por la ultraderecha y una estrecha cercanía con el hoy senador Álvaro Uribe Vélez. ¿No era suficiente con eso?¿Era necesario darle este cargo en este momento crucial para el país? (Lea también: Claudia Gurisatti y RCN)
Quiero referenciar puntualmente un hecho. El pasado miércoles 23 de septiembre el país amaneció con la noticia del viaje del presidente Juan Manuel Santos y una comisión a La Habana, se firmaría el acuerdo que daría vida a la “jurisdicción especial para la paz”. Como era de esperarse el sector que siempre se ha opuesto al proceso, cercano a Gurisatti, arremetió con todas sus fuerzas, poniendo en evidencia su temor y a la vez su impotencia por el revés político que esto significaría para ellos. Donde me encontraba en ese momento veían Canal Capital, abordaron el tema con mesura, como debe hacerlo un canal público, transmitieron el evento en Cuba y lo repasaron para que los analistas comentaran. Rato después decidimos cambiar el canal a RCN, hablaba la presentadora con voz agitada sobre la tristeza y el dolor causados por las FARC y repasaban imágenes de sus atentados con fondo sonoro de “última hora”, en sus redes la misma historia. ¡Qué estrés!, parecía que estuviera atravesando el país la peor tragedia de su historia. Todos los que estábamos ahí coincidimos en que no era momento para eso, en que era vil y mezquina la manera de abordar el evento.
Cómo es posible que en medio de una noticia tan importante para el país, para la región, incluso para el mundo, como es el avance de la resolución negociada de un conflicto armado de más de cinco décadas, la línea editorial de uno de los noticieros más vistos del país se dedique a generar y exacerbar el odio en los colombianos con imágenes y lenguaje incendiarios. Este es un momento crucial para todos, incluidos los opositores y los medios de comunicación, deberíamos estar unidos, haciendo fuerza y hasta orando como cuando juega la Selección Colombia, para que en nuestro país no haya una sola muerte más a causa de la guerra, una sola madre más enterrando a su hijo, sea éste del bando que sea; para que no haya un solo día más de dolor en nuestra patria.
Y es que nos venden miedo para que compremos seguridad, mejor dicho, para que votemos por el falso y guerrerista discurso de la “seguridad” el 25 de octubre los diferentes municipios del país. Nos bombardean 6 horas diarias aproximadamente con altas dosis de noticias judiciales, asesinatos, robos, cifras y cifras, que no es que no existan, pero que en definitiva hace parte de una estrategia para mantenernos temerosos todo el tiempo y en todo lugar.
Está claro que millones de colombianos entendemos ahora la seguridad de manera diferente, no en términos de guerra o represión militar, la entendemos en términos de madres disfrutando a sus hijos, no llorándolos; de jóvenes en escuelas y universidades, no con un fusil en mano; de campesinos cultivando sus tierras para el sustento de todos, no huyendo desplazados a las ciudades. Hoy millones entendemos la seguridad en términos de paz con equidad y justicia social.
Muchos estamos realmente fatigados, hastiados, aburridos de la línea editorial de aquellos medios que favorecen a unos pocos y nos manipulan a su antojo, que pretenden tratarnos como seres inferiores o sin inteligencia, que profundizan y generan más ignorancia. Si bien tienen derecho a la libre prensa, todos nosotros también tenemos derecho a acceder a una información veraz y lo más equilibrada posible; pero, ante todo y por encima de cualquier interés particular, tenemos derecho a vivir en paz. La paz es un bien común y es deber constitucional del Presidente trabajar por ella, así que debemos rodearlo a él y a los negociadores para que los acuerdos lleguen a un feliz término. Parte importante de este apoyo será que el 25 de octubre votemos por los candidatos que tengan voluntad real de paz y que estén dispuestos a trabajar en un escenario futuro de posconflicto.
No más bombas mediáticas, Claudia Gurisatti, cese el fuego ya por el bien del país, sus nietos seguramente también se lo agradecerán.
Cómo es posible que en medio de una noticia tan importante para el país, para la región, incluso para el mundo, como es el avance de la resolución negociada de un conflicto armado de más de cinco décadas, la línea editorial de uno de los noticieros más vistos del país se dedique a generar y exacerbar el odio en los colombianos con imágenes y lenguaje incendiarios. Este es un momento crucial para todos, incluidos los opositores y los medios de comunicación, deberíamos estar unidos, haciendo fuerza y hasta orando como cuando juega la Selección Colombia, para que en nuestro país no haya una sola muerte más a causa de la guerra, una sola madre más enterrando a su hijo, sea éste del bando que sea; para que no haya un solo día más de dolor en nuestra patria.
Y es que nos venden miedo para que compremos seguridad, mejor dicho, para que votemos por el falso y guerrerista discurso de la “seguridad” el 25 de octubre los diferentes municipios del país. Nos bombardean 6 horas diarias aproximadamente con altas dosis de noticias judiciales, asesinatos, robos, cifras y cifras, que no es que no existan, pero que en definitiva hace parte de una estrategia para mantenernos temerosos todo el tiempo y en todo lugar.
Está claro que millones de colombianos entendemos ahora la seguridad de manera diferente, no en términos de guerra o represión militar, la entendemos en términos de madres disfrutando a sus hijos, no llorándolos; de jóvenes en escuelas y universidades, no con un fusil en mano; de campesinos cultivando sus tierras para el sustento de todos, no huyendo desplazados a las ciudades. Hoy millones entendemos la seguridad en términos de paz con equidad y justicia social.
Muchos estamos realmente fatigados, hastiados, aburridos de la línea editorial de aquellos medios que favorecen a unos pocos y nos manipulan a su antojo, que pretenden tratarnos como seres inferiores o sin inteligencia, que profundizan y generan más ignorancia. Si bien tienen derecho a la libre prensa, todos nosotros también tenemos derecho a acceder a una información veraz y lo más equilibrada posible; pero, ante todo y por encima de cualquier interés particular, tenemos derecho a vivir en paz. La paz es un bien común y es deber constitucional del Presidente trabajar por ella, así que debemos rodearlo a él y a los negociadores para que los acuerdos lleguen a un feliz término. Parte importante de este apoyo será que el 25 de octubre votemos por los candidatos que tengan voluntad real de paz y que estén dispuestos a trabajar en un escenario futuro de posconflicto.
No más bombas mediáticas, Claudia Gurisatti, cese el fuego ya por el bien del país, sus nietos seguramente también se lo agradecerán.
