Está candente el debate a propósito de la ley recientemente promulgada que restablece la enseñanza de la cátedra de Historia en los currículos de educación media del país, como asignatura independiente dentro del campo de la Ciencias Sociales.
Y sin duda es sana esta discusión, ya que haberla eliminado como tema autónomo ha traído como consecuencia un frustrante desconocimiento de nuestra construcción como nación. Y el viejo aforismo de que un pueblo que no conoce la historia está condenado a repetirla, puede convertirse en el preludio de desarrollos incompletos como sociedad hacia el futuro.
Por eso, recorriendo la librería solicité el libro de Bushnell, que con esta nueva edición, vuelve a reinvindicar sus laureles de lectura obligada para conocer nuestro pasado y presente para proyectar, por lo menos desde la reflexión propia de cada lector, un futuro.
Este importante ensayo tiene la ventaja de ser escrito por un estudioso de nuestro país alejado de la tentación de la toma de partido; refleja con singular objetividad como nuestro país fue construyéndose desde los albores de la Conquista hasta nuestros días.
Los viejos tratados de Historia Patria también tienen que ser leídos o releídos; desde el tradicional Henao y Arrubla hasta las nuevas versiones de escritores contemporáneos tienen que formar parte del espectro de estudio. Entre ellos este libro de Bushnell es esencial.
Escrito de manera sencilla, con claras diferenciaciones entre capítulos y organizado cronológicamente nos permite conocer, con el grado de detalle adecuado, como nuestro país fue construyéndose en todos los ámbitos.
Sin duda, cuando se termina de leer el libro, la reflexión es que ha costado mucho tener identidad como nación y que aún falta mucho por lograr su consolidación. Pero es un apuesta optimista para una nación optimista.
