Comandante Timo: hágale caso a Mao

Mar, 05/09/2017 - 01:58
Los colombianos ya sabemos que las Farc ahora son el partido Farc, del cual usted, hasta el momento de escribir estas líneas, es el comandante supremo. En tal calidad lo invito a que nos hable claro
Los colombianos ya sabemos que las Farc ahora son el partido Farc, del cual usted, hasta el momento de escribir estas líneas, es el comandante supremo. En tal calidad lo invito a que nos hable claro acerca de algunos aspectos del verdadero programa político de la Farc. Al formularle mi invitación, lo hago presidido de una frase de su mentor y camarada, el inmortal Mao Zedong, ya fallecido, quien, en el tomo II de sus Obras escogidas, dice: "El comunista debe ser sincero y franco [+]”. Sí, comandante Timo: sea sincero y franco y díganos que cuando ustedes y sus aliados lleguen al poder –si llegan, claro–, la justicia estará regida por los principios del marxismoleninismo, en armonía con lo que disponga el Partido “según convenga a la Revolución”. Porque, si acceden al poder, ustedes harán la revolución. Es que su también camarada y mentor, V. I. Lenin, dijo en ¿Qué hacer?, Apdo. II, que "el capitalismo es un sistema imposible de reformar. La tarea histórica del proletariado moderno es destruirlo, no reformarlo”. Sea sincero y franco y díganos que la actividad política tradicional se acabará en Colombia para dar paso a un solo partido, el Partido. Ha sucedido y sucede en los países en los cuales han regido o rigen los principios que usted sustenta. Será tiempo para el exilio de centenares o miles de políticos, o para ponerse la camiseta del nuevo poder. Sea sincero y franco y díganos que las Fuerzas Militares y de Policía se convertirán en las “Fuerzas Armadas Revolucionarias, FFAARR”, y actuarán, estricta e implacablemente, bajo la inspiración del Partido, que se encargará de adelantar los procesos de reacomodo y reeducación. Punto. Al respecto, Lenin aparece de nuevo aquí con esta luminosa reflexión, desde la eternidad, en Tesis de Abril: "La única garantía posible de democracia es un fusil en el hombro de cada obrero”. Y es la nueva doctrina en la mente de cada integrante de las FFAARR. Sea sincero y franco y díganos que las corrientes sindicales que hoy existen en Colombia se fundirán en una sola Central, una, controlada con puño de hierro, por supuesto, por el Partido, en procura de la construcción del Estado de los Trabajadores. Sea sincero y franco y díganos que los artistas, los escritores y los periodistas que permanezcamos en el país tendremos que formar parte del Sindicato Único de Intelectuales, o el nombre que se le dé, bajo la mirada del Partido. De lo contrario, quienes no lo hagan, sufrirán el desempleo, la cárcel o el exilio. Le recuerdo lo dicho por Lenin en su discurso sobre La organización del Partido y la literatura del Partido: “Todos los periódicos, las revistas, las editoriales, etc., deben emprender de inmediato su trabajo de reorganización, y prepararse para entrar completamente, bajo una u otra forma, en una u otra organización del Partido”. Sea sincero y franco y díganos que la educación privada desaparecerá en todos los niveles. A cambio, construirán la Educación Comunista al servicio de la Revolución, que estará “al servicio del Pueblo”. Y del Partido. Sea sincero y franco y díganos que la niñez quedará en manos de la Revolución. Los chicos serán “adoptados” desde la más tierna infancia, la patria potestad queda como patrimonio del Estado y comenzará un largo y sólido proceso de adoctrinamiento orientado por el Partido, supremo responsable de la Revolución. Sea sincero y franco y díganos que la economía será centralizada y estatizada, en armonía con lo que dispongan los economistas y demás guías del Partido, pensando siempre en “la felicidad del Pueblo”. Sea sincero y franco y díganos que los negocios particulares pasarán al Estado revolucionario y serán lo que determinen las supremas autoridades. Sea sincero y franco y díganos que las empresas privadas serán expropiadas y manejadas por los colectivos de trabajadores, adoctrinados por los instructores y las instrucciones del Partido. No habrá vuelta de hoja. Sea sincero y franco y díganos que los gremios actuales se diluirán en el recuerdo para dar paso a unas nuevas formaciones, constituidas “por el común”, de acuerdo con los intereses revolucionarios y en conformidad con las prescripciones del Partido. Sea sincero y franco y díganos que las viviendas particulares serán expropiadas. De ellas, las mejores serán para los dignatarios y miembros del Partido y sus invitados especiales, mientras que en cada una de las restantes cohabitarán tres o cuatro familias. Sea sincero y franco y díganos, finalmente –hay más puntos, pero no quiero cansarlo– que las confesiones religiosas de todas las denominaciones podrán seguir operando en la medida en que hagan un acto de fe revolucionaria. Muy sencillo: afirmar, solemnemente, que Cristo –en el caso de las cristianas– “fue un revolucionario que inspira la felicidad del pueblo”, y ponerse en esa línea. Algo similar sucedería con los judíos y musulmanes. Le digo todo lo anterior a pesar de que la revista Semana, en circulación, afirma que usted y su nuevo partido “están más en el terreno de las reformas que de la revolución”. Es que millones lo dudamos, comandante. Pero se lo digo también por si quiere hacerle caso al viejo Darwin, quien en su Autobiografía escribió algo tan sabio como crítico: “Todo nuevo punto de vista debe explicarse con una extensión considerable para despertar la atención del público”. Ignacio Arizmendi Posada
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