Hay territorios de luces y sombras que nos acostumbran a medios tonos invisibles, áureos y silenciosos. Una especie de somnífero que se sostiene flotando en el ambiente y que adormece a sus bípedos sentí pensantes por generaciones enteras y en la heredad, transfieren esas desgracias infladas con el peso de la indiferencia.
No vale la pena siquiera darle nombre a ese territorio de luces y sombras, puede ser cualquiera que los desprevenidos lectores asignen desde su adormecimiento o avispamiento. Lo que sí importa es señalar algunas cosas extrañas que suceden en ese territorio plagado de lugares comunes:
Por ejemplo, el invierno feroz hace que un puente se caiga y sin embargo, pasado el tiempo, sus gobernantes siguen de pie. Un peaje a menos de doscientos metros del desastre sigue cobrando cínicamente sus recaudos. Nosotros seguimos pagándolo. Cosas extrañas.
Un carnicero se convirtió en un famoso paramilitar carnicero, ícono de una estela de muertes infinitas y de atropellos de los que aún no se repone ese territorio de luces y sombras. La plutocracia de “boñiga ganadera” le rendía pleitesía como cualquier pacificador venido de España. Cosas extrañas.
Los gobernantes que mantienen al territorio de luces y sombras en ese estado por más de cuatro décadas, imponen su derecho a seguir administrando el adormecimiento colectivo con ejemplares de curiosas razas felinas, algunas, dinosaurios otros, corderos para lobos, hienas sonrientes o quizás algún ejemplar digno del animalario del profesor Revillod. Cosas extrañas.
En ese mismo territorio el ciudadano de a pie renuncia a su seguridad y bienestar aparente y claudica ante un sistema de transporte riesgoso, de adrenalina y caos, de vértigo y velocidad. Con sorna se les denominan “moto taxis”. Hoy son una especie endémica que hizo metástasis en el impaciente huésped. Lo mina, lo socava, con pocas esperanzas de salvarse de su extinción. Al final, ambos, mueren porque se alimentan de la misma sustancia que los mantiene unidos. Cosas extrañas.
Ese territorio de luces y sombras, alguien puede confundirlo con la región más transparente del mundo: las cosas se hacen de frente a todos y todos saben que son ellos. Los culpables del desastre ríen y cabalgan a cuestas con su larga pandilla de honrados. Cosas extrañas.
En contraste, ese territorio de luces y sombras también produce destellos, relámpagos y fugaces trastornos de la quietud. Como un planeta abandonado que gravita en su soledad estelar y que rememora el tiempo entre los tiempos que ya no es:
Un colectivo de escritores y literatos juegan a ser “arte total” en medio de luces y sombras, chinescos personajes parecen a veces, se le miden a pontificar de espaldas a sus obispos y próceres. Se sostienen con el aliento cósmico de la poesía y con la emergencia que implica rebelarse ante una realidad avasallante. Cosas extrañas.
Se hacen lecturas de libros con aroma reciente de imprenta en medio del ruido que hacen las cosas y el olor asfixiante del desastre. Una exposición de obras plásticas grita en medio del caos y silencia a los transeúntes. Se festeja la vida y se critica a los apóstoles del averno. El arte como frente de batalla para combatir a la rutina que genera el adormecimiento de ese territorio de luces y sombras. Cosas extrañas.
Coda: No intente adivinar o localizar en el mapa de cualquier país a ese territorio de luces y sombras. No vale la pena. Ese territorio quizás sea usted amigo lector o lectora. Cosas extrañas.
Cosas extrañas que suceden en lugares comunes
Vie, 08/07/2011 - 23:58
Hay territorios de luces y sombras que nos acostumbran a medios tonos invisibles, áureos y silenciosos. Una especie de somnífero que se sostiene flotando en el ambiente y que adormece a sus bípedos