“Aquél que no conoce su historia está condenado a repetirla.”
Napoleón Bonaparte
Cuando se es juicioso estudiando la historia nacional desde su fundación republicana, es difícil encontrar un periodo significativo que haya sido caracterizado por una paz duradera. De hecho, la constante parece ser un círculo vicioso en el que la violencia ha sido protagonista en cada una de las etapas y rincones del país. La búsqueda de la paz en Colombia ha sido el grito de batalla, no de uno, sino de todos los gobiernos. Sonaría realmente insensato que alguien fuera en contra de la idea de una paz estable y duradera. Sin embargo, las diferencias se han establecido en la manera como se planea llegar a ella. La firma del Pacto de Benidorm el 24 de julio de 1956 con la que se sentaban las bases necesarias para lo que, por 16 años, se conocería con el nombre de Frente Nacional fue, precisamente, una de estas estrategias con las cuales se buscaba reducir la nefasta guerra bipartidista que sucedía a lo largo y ancho de la geografía colombiana. Lejos de haber conseguido la construcción de una estructura sólida sobre la cual se pudieran edificar las bases de una paz duradera y un acuerdo político sobre aspectos esenciales, el Frente Nacional se convirtió en un mecanismo de repartición burocrática milimétrica entre los partidos tradicionales. El principio sobre el cual se había gestado este acuerdo político terminó exacerbando las diferentes posturas políticas diferentes a las tradicionales y generando una nueva ola de violencia. Como si la historia fuera circular, hoy se reedita un escenario muy similar al que dio origen al Frente Nacional. Bajo la excusa de solucionar la crítica situación de violencia se dio origen a una estructura que agrupara distintas orientaciones políticas con el fin de trabajar desde distintas orillas por acuerdos sobre lo fundamental. Sin duda alguna, proponer un movimiento que se denomine “Unidad Nacional” tiene un tinte especialmente llamativo al invocar un discurso de pertenencia nacional y de solidaridad entre personas y partidos. Al igual que quienes integraron inicialmente el Frente Nacional, Juan Manuel Santos supuso que la creación de un movimiento donde cupieran todas las fuerzas políticas dominantes pondría fin a las confrontaciones y traería, como consecuencia, la anhelada paz. No obstante, cumpliendo la advertencia del dictador francés, el desconocimiento de nuestra historia llevará a que terminemos repitiéndola. Al igual que como ocurrió en el Frente Nacional, la Unidad Nacional terminó convirtiéndose en un gigantesco y poderoso monstruo de repartición burocrática abanderando un llamativo sofisma: la búsqueda de la paz. Habrá que esperar que la historia nos dé, una vez más, esa lección que siempre recibimos pero que nunca aprendemos: que “aquél que no conoce su historia, está condenado a repetirla.”Con el apoyo de José David Espinosa