El bombazo de Pradera

Indignante. Como todos los actos de terror que ocurren con frecuencia en este inútil, largo y degradado conflicto. Y que ha generado 270 mil muertos, de los cuales el 70% son civiles, según el reciente informe de la Comisión de Memoria Histórica. Y no deja de ser un calificativo modesto para el bombazo que estalló el pasado 16 de enero en pleno parque principal del emblemático municipio vallecaucano de Pradera. Porque además de los civiles muertos y heridos, el estallido alcanzó a sentirse fuertemente en la mesa de diálogo de La Habana. Las FARC se apresuraron, aunque tímidamente, a desmentir las versiones oficiales que les atribuían la autoría de semejante acto de barbarie. Aún hoy, en su página web no se encuentran pronunciamientos categóricos sobre el hecho que dejó dos muertos y más de 50 heridos, incluyendo un bebé de seis meses. Parecería increíble que los farianos enlodaran con sangre de civiles la tregua unilateral que acaba de concluir, cuyo éxito fue reconocido por el gobierno y la Defensoría del Pueblo. Y que además lo hagan en un municipio que junto con Florida fueron reclamados insistentemente como lugar para adelantar el Acuerdo Humanitario. A no ser que aún no tengan la dimensión de lo que se están jugando en el proceso de paz o que sus jefes no tengan el control sobre todas sus estructuras militares o que hayan sectores de esta guerrilla interesados en petardear los diálogos con el gobierno. Por esas mismas razones no resulta descabellado pensar que desde la otra orilla ideológica, desde la derecha dura, haya interés en bombardear la paz con las guerrillas con actos como este. Que ocurra en esta zona de presencia guerrillera como para recordarnos el Caguán y en donde tiene mando directo Pablo Catatumbo, uno de los negociadores en La Habana, es bastante curioso. Pradera y Florida son además municipios en donde se promueve la creación de una Zona de Reserva Campesina por parte de fuertes organizaciones campesinas y populares. Y en donde se registra una creciente presencia de organizaciones paramilitares y Bandas Criminales. Para favorecer la confianza de la sociedad en el proceso de paz se necesita saber con certeza quiénes cometieron semejante acto de terror. Que tengamos claridad sobre quienes disparan a la negociación para protegerla. Quizás una evaluación en la mesa de la tregua unilateral de las FARC que acaba de concluir puede dar lugar, sin perder el ritmo en las discusiones de los temas de fondo, a nuevos escenarios de distensión entre las partes mientras avanzan las conversaciones. Es costumbre que la coyuntura electoral sea terreno fértil para provocaciones y polarizaciones sobre todo en esta disyuntiva entre la guerra y la paz en la que nos encontramos aún. Pero esa inercia puede romperse a favor de la terminación del conflicto si se lograra pactar, por ejemplo, una especie de tregua electoral. Las FARC ganarían por la confianza que construyen en la ciudadanía. El gobierno lograría garantizar un clima más tranquilo en la competencia electoral. Y el proceso de paz recibiría un nueva bocanada de oxigeno. @AntonioSanguino