¿Desde cuándo Laura Acuña se convirtió en protagonista de las noticias ‘importantes’ de este país? ¿En qué momento una pataleta de una pseudodiva de la televisión se convirtió en noticia para nuestros medios? No sé, pero es patético. Tan mal estaremos que ahora nos toca ver cómo los grandes periodistas y medios de Colombia le dan trascendencia a un video salido de un programa de chismes.
La historia es conocida por todos y, si no, aquí un breve resumen:
Este programa de televisión ofreció una recompensa a quien consiguiera un video de la presentadora haciendo una pataleta. El video apareció. Pagaron dos millones de pesos a quien lo entregó y en pocas horas las indiscretas imágenes llegaron a la pantalla chica. El nombre de Laura Acuña llegó a ser trending topic en Twitter, uno de los más importantes espacios radiales de la mañana le dedicó eternos minutos a debatir el tema, los periódicos gastaron tiempo de sus redactores en desarrollar la información de la señora Acuña, en una demostración absoluta de que ahora noticia no es lo que afecta la vida de los colombianos, sino cualquier pendejada salida de un programa farandulero.
Primero que todo detengámonos en el cuento de la recompensa. ¿Qué es esta ridiculez? ¿A qué estamos jugando? ¿A los paparazzis criollos? No sé de dónde salió la genial idea de ofrecer plata por videos, fotos (o lo que sea) que sirvan de soporte para los chismes que ventilan en un espacio televisivo de ese nivel. Más bien cojan ese dinero, contraten reporteros y generen empleo. Ponerle precio a la cabeza y el buen nombre de las personas es una cosa que solo hacen delincuentes o la prensa amarillista británica y ya sabemos que ellos están pagando por eso.
En segundo lugar está la exageración en la que estamos cayendo con el cuento de la farándula de nuestro país: tan lejos de Hollywood, tan cerca de Caliwood. Ahí es donde todos tenemos un pedacito de responsabilidad: la damos exagerada trascendencia a lo que pasa con esos sujetos como si de verdad fueran a cambiarnos la vida. ¿Acaso Laurita Acuña va a ir a negociar el incremento para el salario mínimo? ¿Maleja Restrepo es la que va a poner el pecho en el momento del tire y afloje en la reforma al sistema de pensiones? ¿La Negra Candela va a impulsar el dragado del río Magdalena para evitar futuros desbordamientos? ¡Qué absurdo! Si aquí la farándula no genera mayores movimientos sociales.
Y ahí es donde los grandes medios también deberían asumir posiciones mucho más responsables en el manejo de la información. Una cosa es pegarse a las tendencias (para lo que los trending topics de Twitter funcionan muy bien) y otra es ejercer un verdadero control editorial que le de una auténtica personalidad al medio. Es cuestión de hacer una búsqueda en google para darse cuenta que la mayoría de los medios le hicieron eco al escándalo. La pregunta es ¿lo hacen porque a sus lectores les interesa? o ¿lo hacen para no quedarse sin una historia que puede representar clicks, visitas o audiencia?
Mientras sigamos dándole más importancia a los gritos de Laura Acuña, frente a casos como el poder de Los Urabeños en algunas zonas del país, seguiremos muy mal. Colombia no la construyen las bellezas siliconadas de la televisión, sino los colombianos de carne y hueso que tienen que enfrentar todos los días la realidad de un país en dónde una raya del ‘pedicure’ chueca no importa.
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Post-It: Medófilo Medina, columnista de razonpublica.com recibió respuesta de alias ‘Timochenko’ a una carta que meses atrás le había escrito a ‘Alfonso Cano’. Más allá de la carta sosa, llena de argumentos recalentados, que propone el jefe guerrillero, me quiero detener en una frase que me llamó la atención:
“Usted debe conocer que al interior del universo de los medios de comunicación circulan diccionarios para uso de redactores y presentadores. En ellos se define de modo categórico el listado de los términos que pueden ser usados y el sentido imperativo en que deben emplearse”.
Señor ‘Timochenko’ yo no sé usted qué periodistas conocerá, ni de dónde saca la idea esa del “diccionario”. Nunca he tenido uno en mis manos y ya llevo siete años en este oficio del periodismo. Nunca me han dicho use o deje de usar este término. Tampoco me han dicho saque o deje de sacar esta noticia.
Me ofende profesionalmente al escribir semejante absurdo, así como me ofende su guerra sin sentido.