Eran apenas las 8:30 de la mañana del martes 9 de abril y el sector del Centro Internacional de Bogotá estaba abarrotado de activistas de la marcha por la paz. La mayoría tenían rasgos campesinos, llegaban en numerosos buses que se ubicaron en el parqueadero público de la Plaza de Toros, una cuadra arriba de la carrera séptima. Las banderas y camisetas blancas que traían puestas estaban estampadas con el símbolo del movimiento Marcha Patriótica.
Al día siguiente en Bluradio los periodistas informaron que habían ingresado a Bogotá más de 400 buses provenientes de distintas regiones rurales del país y el costo de este desplazamiento masivo de marchantes había superado los 1.200 millones de pesos. Esa misma mañana, el ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, denunció que las FARC financiaron parte de esa movilización con recursos provenientes del narcotráfico y la minería ilegal. Lo que se deduce por lógica es que la otra porción de esos recursos pudiesen haber sido aportados por el movimiento Bolivariano Revolucionario de Venezuela con el cual una de las activistas de la Marcha, que se llama Piedad Córdoba, tiene fuertes nexos.
De llegar a corroborarse la acusación del Ministro Pinzón, las FARC y la exsenadora Córdoba -además de responder por lo que sea judicializable de este hecho- debieran ofrecer disculpas a los ingenuos que marcharon con ellos porque claramente fueron utilizados para promover Marcha Patriótica y no para solidarizarse con las víctimas del conflicto armado. He aquí, una muestra del poderío económico que tiene quien pudiese ser uno de los nuevos inquilino del Congreso en caso de firmarse la paz.
Coincidencialmente, ese mismo 9 de abril, Carmen Palencia, quien es presidenta de la asociación de víctimas para la restitución de tierras, fue al salón Elíptico del Capitolio a exigir garantías de seguridad para los reclamantes de tierras despojadas por las FARC y los paramilitares. Ella fue acompañada por 400 campesinos, pero como se ha vuelto costumbre, de los 239 congresistas que firmaron el registro de asistencia, solo 19 se quedaron escuchando las quejas de los presentes. Es evidente que a los congresistas únicamente les interesan las víctimas para los votos en época electoral. Para quienes no lo saben, la Ley de Víctimas, sancionada en 2011 por el Presidente Santos, establece que todos los 9 de abril se rendirá homenaje a las víctimas y el Congreso sesionará en pleno para escucharlas.
El desaire al cual fue sometido este grupo de seres humanos es una muestra más de la desidia y la escasa vocación real por lo público que tiene la clase política frente a los problemas los más vulnerables y marginados. Mientras muchos de estos campesinos sufrían porque el dinero no les alcanzaba para pagar una posada en el centro de Bogotá, a una cuantas cuadras -en Palacio de Nariño-, esos mismos congresistas (del partido de La U), se agarraban por unos puestos y contratos (la famosa mermelada) que fueron a exigir al presidente Santos, para asegurar su próxima elección. El oprobio no para ahí. También el 9 de abril, el partido conservador por su parte demostró estar más interesado en lograr el apoyo al aspirante a Magistrado de la Corte Constitucional, Alberto Rojas, que en escuchar a las víctimas. Ahora solo falta que resuciten la infame Reforma a la Justicia, y con ello, la doble instancia en los juicios en contra de los congresistas y la ampliación del periodo de los magistrados que tanto ambicionan.
De continuar los poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial con estas tendencias vergonzantes, vaticino que muy pronto el movimiento Marcha Patriótica estará tomándose el poder en Colombia, tal como sucedió con el chavismo en Venezuela. ¡Quedan notificados!
P/D: El 61% del algodón en Colombia se cosecha en la Región Caribe, sin embargo, en Conalgodón acaban de escoger otro presidente del interior que solo conoce el algodón en los copitos Johnson. Después no se quejen.
@indadangond
El pre-aviso de Marcha Patriotica
Mar, 16/04/2013 - 01:01
Eran apenas las 8:30 de la mañana del martes 9 de abril y el sector del Centro Internacional de Bogotá estaba abarrotado de activistas de la marcha por la paz. La mayoría tenían rasgos campesinos,