Según la Constitución, el Procurador de la Nación es quien se encarga de representar los intereses civiles ante el Estado, y vela porque los asuntos del Estado se cumplan conforme a la ley. El procurador Ordóñez ha declarado que muchos sectores liberales lo atacan por sus convicciones religiosas, que él hace bien su trabajo pero que lo persiguen y discriminan por sus ideas. Yo a sus adversarios más bien los llamaría víctimas. Las mujeres somos víctimas del Procurador. Mi vagina es víctima del procurador Ordóñez.
Lo que el Procurador piense en su casa, no en su despacho, no es un problema. Su delito es que abusa corruptamente de su cargo de control para imponer sus ideales arcaicos. El procurador Ordóñez le ha dicho a Édgar Artunduaga, en una entrevista para Kien&Ke, que no ha actuado de acuerdo a sus convicciones personales, sino a los deberes funcionales y obligaciones constitucionales. Y mientras tanto, como lo ha dicho La Silla Vacía, los hechos lo contradicen: en el año 2000, cuando fue presidente del Consejo de Estado, mandó a cambiar la imagen del general Santander y en su lugar instaló un crucifijo. Así es, en las instalaciones del gobierno de Colombia, no en la sala de su casa. En el año 2004 escribió un libro titulado Desarrollo de nuestra animalidad, donde dice que la Biblia está por encima de la Constitución y se opone a cualquier derecho que puedan tener las mujeres y los homosexuales. Y en el año 2005 demandó a la revista Soho por una representación que hicieron sobre la última cena, pues el Procurador tampoco cree en el derecho a la libertad de expresión. El Procurador le ha dicho en comunicados oficiales a los centros de salud que el aborto no es un derecho y que la anticoncepción de emergencia es abortiva. El Procurador impone sus convicciones personales con el poder que tiene por ser un servidor público.
A mí, personalmente, el crucifijo gigante del Cristo sangrante y las imágenes de la Virgen que tiene en su despacho me producen pánico. A pesar de que la Biblia dice que Dios es amor y perdón, la Iglesia no perdona, y en su lugar condena al fuego eterno. El procurador Ordoñez es la fiel mascota de la Iglesia a la que pertenece, y nos está embutiendo sus creencias a todos, entre ellos yo, que no creo en Dios. ¿Entonces, por qué deben aplicarme sus reglas si yo no creo en Dios?
Tal como están las cosas, Colombia es el país de los Picapiedras. Eterno tercer mundo. Inquisición. Cacería de brujas. País del Sagrado Corazón sangrante y sufrido. Yo también rechazo que los dogmas religiosos se sigan imponiendo en los asuntos del Estado, vulnerando así los derechos de las mujeres y otras minorías.
Para el procurador Ordóñez hay que proteger la vida desde la concepción hasta la muerte natural; el resto es asesinato. Y yo me pregunto, si el Procurador está responsabilizándose por las vidas de esos fetos, ¿quién se responsabiliza por las vidas de las mujeres y sus propias decisiones sobre sus cuerpos? ¿A mí quién me protege? Con la prohibición del aborto, ¿será el Procurador quien se responsabilice por las vidas de las mujeres que se harán abortos clandestinos? Para mí el asunto aquí es muy claro, demasiado claro. Si el Estado me prohíbe abortar, iré a hacerlo clandestinamente, porque la decisión es mía y no del gobierno. Si muero el culpable es el Estado por no asegurar que mis derechos como individuo sean respetados. La muerte de una mujer cuyo Estado no la ampara también es asesinato.
El Procurador defiende las vidas de estos fetos hasta que nacen, ¿y después? ¿Después el Procurador se asegurará de que estos niños sean alimentados, educados y tengan un techo sobre sus cabezas? ¿El Procurador los va a amamantar y a consentir cuando lloren, cuando estén tristes y se sientan solos? ¿Les va a pagar la universidad y les dará trabajo cuando se gradúen? El Procurador pretende que las mujeres embarazadas de un feto con malformaciones soporten un embarazo de nueve meses de un organismo que quizá nunca va a vivir fuera del útero. Y yo me pregunto, ¿para qué? ¿Cuál es el sentido de esta tortura física y emocional? El Procurador, además, pretende que una mujer que ha sido violada continúe con su embarazo. ¿Cómo justifica el procurador este abuso? Al proteger el producto de una violación, no está protegiendo a la mujer que es violentada y que como consecuencia queda embarazada.
Como mujer que soy, yo mando sobre mi cuerpo. Yo, y solamente yo decido qué hago con mi vagina. Yo veré si la vendo, yo veré si la regalo o la guardo. Yo veré si uso condón cuando tengo relaciones sexuales, yo veré si temiendo un posible embarazo decido tomar la pastilla del día después. Yo debería ser la única que decida sobre mi cuerpo.
Como mujer que soy, tengo derecho a decidir qué quiero hacer con mi vida. Tengo derecho a decidir que no quiero tener ese hijo que nunca planeé. Tengo derecho a decidir que el feto que llevo en el vientre no debería nacer porque no lo voy a querer, o porque no voy a poder brindarle lo que más necesita. Cada caso es diferente; en el mío, padeciendo dos enfermedades autoinmunes, que por lo tanto son crónicas e incurables, he decidido que jamás quiero estar embarazada. Y así gozara de buena salud, yo no quiero ser mamá. No quiero criar a nadie, solo quiero ser responsable por mí misma. ¿Y eso es condenable? ¿Según quién? Además tampoco me interesa casarme, entonces, según el Procurador, tampoco debería tener relaciones sexuales… O sea, me oxido.
¿Por qué es legal que el Senado haya declarado que ya saben que votarán por la relección del procurador Alejandro Ordóñez antes de que la terna haya propuesto sus candidatos? ¿Cómo saben que los candidatos de la terna no les convienen? Algo huele mal… ¿Será que el Senado le teme al Procurador? ¿Cuál es el afán por reelegirlo? ¿Qué guardado tendrán, qué esconden?
Y si al fin y al cabo es decisión del Senado, ¿de qué nos sirve a nosotros, mortales, declarar nuestro descontento? Me frustras, Colombia. Nuestras voces unidas parecen no estar creando suficiente ruido, entonces, ¡hablemos más alto! ¡Gritemos! Y así es que aquí presento mi propio grito, mi indignación y el asco que me produce esta situación desagradable e inmunda.
El Procurador pretende que me marchite, y yo más bien les propongo a todas las mujeres de Colombia que le manden al procurador Ordoñez una foto anónima de su vagina a quejas@procuraduria.gov.co, para que el hombre, que vive pendiente de nuestros aparatos reproductores (que algunas de nosotras no usamos con tal fin) nos conozca a fondo. Es menester, ¿no?
¡Vade retro, Procurador Ordóñez!
Twitter: @Virginia_Mayer