El talento: motor principal de los negocios

Mié, 25/09/2013 - 13:45
Por: Rosalba Montoya Pereira

Directora Área Andina

ManpowerGroup Sudamérica

En 1776 Adam Smith, considerado el pionero de la economía com
Por: Rosalba Montoya Pereira Directora Área Andina ManpowerGroup Sudamérica En 1776 Adam Smith, considerado el pionero de la economía como ciencia, dijo que la riqueza proviene del trabajo de la gente. El talento de alguien creó la primera herramienta, otro individuo talentoso la mejoró ampliando sus funciones, otro ideó la manera de organizarse grupalmente para acceder a los recursos de la naturaleza, otros aprendieron a maximizar el rendimiento de esos recursos. A través del trabajo se crea y se consolida el talento y a través del talento se va perfeccionando el trabajo. Mi trabajo a lo largo de casi 40 años me ha dado la satisfacción de ver cómo a través del trabajo la gente se supera y crece en lo personal y lo profesional. Las personas con sus sentimientos, ideas, sueños, afectos, temores, capacidades y esfuerzos son un mundo fascinante. Ayudarles a desarrollar sus talentos es una misión que, aunque es ardua y compleja, produce una gratificación sin igual. En la actualidad la compañía en la que trabajo ha publicado más de cien investigaciones sobre el mercado laboral y sus aspectos económicos y sociales, y los resultados de las mismas confirman lo que la experiencia me ha enseñado. Los mercados, la economía, los negocios en general, no son un tema de cifras, ni de tecnologías, ni de capital. Son un tema humano. Veamos a grandes rasgos cómo la humanidad ha trabajado: primero manipulamos las materias primas en la edad de piedra y evolucionamos a las edades de los metales, mejorando el cobre, el hierro, etc, hasta que alguien muy talentoso ideó las aleaciones para juntar las cualidades de esos metales. El bronce es un buen ejemplo. Luego, potencializados por las herramientas, nos organizamos como grupos que, unidos, sobrevivimos y producimos. El trabajo manual con materias primas dio paso a la producción industrializada, transformando esas materias primas en productos fabricados en serie. La evolución de nuestros medios de transporte nos llevó en ese tiempo a la locomotora de vapor, precursora de los rápidos medios a propulsión como los aviones y los cohetes, nos dio la capacidad de transportar grandes cantidades de personas y cargas, y en relativamente pocos años nos llevó a que fuera posible salir al espacio. Sin embargo surgió otro bien de gran valor para evolucionar desde lo humano y desde lo productivo: los datos que arrojan lo que aprendemos, que, al servir para tomar decisiones y acciones, se convierten en información, y esta se multiplica exponencialmente dando más valor al trabajo y al talento. El ingenio humano ha sido la constante en todas las eras de la historia. La era actual, con todo lo que hemos hecho, aprendido y sistematizado, es la de mayor potencial de proyección hacia el futuro y hacia la conquista de los límites conocidos. Es la era del potencial humano. Sin embargo, seguimos viendo cómo muchas personas no tienen acceso a los adelantos actuales de la mejor manera para progresar humana y productivamente. En Colombia la mayor parte de las empresas son fami, micro y pymes, lo cual en primera instancia es muy positivo, pero el problema que hay es que se trata de negocios basados en la solución rápida de necesidades económicas básicas y no hemos logrado un bienestar suficiente para  que más personas puedan dedicarse a negocios que generen mayor valor agregado, innovación y competitividad. La tienda de barrio es el negocio más abundante en el país, seguido por las peluquerías y los pequeños restaurantes. Por supuesto, son negocios necesarios y de gran aporte social pero, volviendo a Adam Smith, la riqueza está en el trabajo y, citando a ManpowerGroup, la riqueza de hoy está en el talento. En los países a la vanguardia económica y social se sabe que la riqueza no es la abundancia de recursos y dinero. Por ejemplo en Colombia tenemos lugares muy pobres con mucho dinero y recursos naturales, pero no tenemos  el desarrollo del máximo potencial de las capacidades y competencias de  sus habitantes. Los recursos gestionados sin visión y sin talento, caen en el desperdicio. La educación enfocada en la curiosidad y la fascinación por saber y aprender, trae adaptabilidad al cambio, mentalidad ganadora y, sobre todo, espíritu innovador. Y a eso debemos apostar. Siempre digo a mi gente que mi responsabilidad frente a  ellos es que el día que terminen de trabajar conmigo deben ser mejores personas, con más recursos y con más riqueza que cuando comenzaron. Es decir, mi misión es impulsarlos al éxito, y lo que me da mayor satisfacción es verlos crecer en su integralidad como personas, realizarse profesionalmente y, por supuesto, ver crecer su patrimonio familiar. Todo  ello depende mayormente de ellos mismos, su iniciativa y aprovechamiento de las oportunidades. Pero nuestra labor como líderes es  precisamente esa: optimizar las organizaciones a nuestro cargo a través del desarrollo cuidadoso, estratégico y sobre todo humano de nuestra gente y sus talentos. Solamente así un negocio cumple cabalmente su papel en la economía y en la sociedad.
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