Colombia necesita que el talento aflore con todo el vigor para que podamos promover una verdadera primavera nacional. Porque es preciso que resurja toda la potencia de un país que tiene todo lo necesario para despegar de manera definitiva.
Una de las aptitudes imprescindibles para el liderazgo en el servicio público es saber compatibilizar la resolución de los problemas diarios con la capacidad de pensar en clave de futuro. Si uno de los dos aspectos queda desatendido, es imposible que se logren los grandes objetivos nacionales.
Por eso creo que necesitamos ideas ambiciosas que nazcan del conocimiento, la reflexión y, sobre todo, de un sentido histórico del momento que vivimos.
Pero una idea sólida es lo contrario de una ocurrencia coyuntural. Una idea ambiciosa surge de un carácter contrario a la improvisación.
Soy consciente de que en Colombia son muchas las veces en que la gestión de lo urgente anula la atención de lo importante y esta es una de las cosas que hay que cambiar. Porque si nos limitamos a tratar de amortiguar el efecto de las tormentas no estaremos sentando las bases del futuro. Y esto, precisamente, es lo que nos está pasando en aspectos centrales para Colombia.
Si el sector educativo se ve inmerso en paros, es complicado que se pueda pensar en cómo debe ser la educación para un país del siglo XXI.
Si el sector de la salud ve cómo su reforma está fuertemente condicionada por la acción de lobbies, es muy difícil que tracemos un futuro sistema sostenible que cierre brechas de desigualdad en la atención sanitaria.
Si el campo se mantiene en permanente convulsión, es demasiado complejo que pensemos en un mundo agrario moderno y competitivo.
Si la industria se va debilitando cada día y queda al arbitrio de unos TLCs con numerosas fallas, sería extraño que pudiéramos definir con claridad nuestro papel competitivo en un mundo abierto y globalizado.
Es preciso que impidamos que los árboles no nos dejen ver el bosque, porque podríamos perder el tren del futuro.
Y sabemos que la tarea no es fácil, pero sin embargo sabemos que es posible.
Somos muchos los que sentimos que Colombia tiene el potencial de un gran trasatlántico, pero que está siendo pilotado como un pequeño barco de pesca.
La verdadera audacia en este momento consistiría, ni más ni menos, que en contar con el mejor talento al servicio de las mejores ideas, para ser capaces como país de estar a la altura de las posibilidades de nuestra nación.
Colombia y los colombianos esperan precisamente esto. Y la esencia, tan sencilla y tan compleja a la vez, está en encontrar respuestas a las preguntas adecuadas.
Tenemos que lograr que los acuciantes problemas de hoy no nos impidan lanzar la mirada hacia los próximos cincuenta años.
Tapemos los baches del camino pero hagámoslo con la mayor eficacia y agilidad. Y pasemos rápidamente a la acción importante: definir las bases de la Colombia que queremos para nuestros hijos a partir de los mejores talentos y de las mejores ideas.
El tiempo de las ideas
Jue, 10/10/2013 - 06:05
Colombia necesita que el talento aflore con todo el vigor para que podamos promover una verdadera primavera nacional. Porque es preciso que resurja toda la potencia de un país que tiene todo lo neces