Empieza la cuesta del 2011

Como Sisiphus, aquel griego condenado por los dioses a subir eternamente una roca hasta lo alto de una colina para luego verla caer y tener que bajar dócilmente a volver a encaramarla, así somos los seres humanos. Cada año el primer día hábil de enero tenemos la sensación de volver a empezar la cuesta empujando una gran roca, a veces cargada de esperanzas, a veces de dolores. Este 2011 viene como en botica, cargado de todo: del dolor de los secuestrados y sus familias; de la tragedia de millones de personas que perdieron todo bajo las aguas; del desespero de Bogotá con su fallida administración; del estridente trinar de los viudos del poder. Por otro lado también están las esperanzas y los sueños: esperanzas de que este gobierno siga como empezó, esperanzas de que se haga realidad la ley de reparación a víctimas; esperanzas de que se repartan las tierras de los narcotraficantes; esperanzas de que la nueva fiscal se ponga los pantalones y termine de enjuiciar a tantos y tantas que están en la antesala de la Ley. En fin, cada uno hará su interminable lista de dolores y esperanzas para valorar el peso de esta gran roca que tenemos que empezar a empujar. Yo aporto de tres puntos concretos que, como en la planeación estratégica, pueden ser oportunidades o amenazas para el gobierno de Juan Manuel Santos: 1º La oportunidad que trae el nombramiento de Oscar Gamboa como Alto Consejero Presidencial para los Afro, Palenqueros y Raizales. Se trata de un nativo de Buenaventura, que viene trabajando por la población afrodescendiente hace muchos años y le ha dado a esta representación altura y dignidad. Es tal vez la persona que más escuchan en Washington los Congresistas Afronorteamericanos, que ha gestionado importantes recursos para el Pacífico colombiano y que tendrá sobre sus hombros la inmensa tarea de mostrar una vez más que un funcionario afro puede ser eficiente y ético, para derrumbar otro de tantos mitos injustos sobre los afros en Colombia. 2º En el mismo camino de las Altas Consejerías está la de Indígenas, en cabeza del ex senador Gabril Muyuy Jacanamijoy  quien iniciará también su trabajo este enero. Si bien los indígenas no cargan con un prejuicio tan necio e injusto como el de los afros, es igualmente importante que se establezcan lazos de coordinación entre las autoridades autóctonas indígenas, las administraciones territoriales y el gobierno nacional para ver si por fin se cumplen tantas promesas, se acaban tantas tomas de carreteras y se erradica la violencia que vienen sufriendo en sus territorios por culpa del conflicto armado y del narcotráfico que se ha aposentado en ellos como una plaga más. 3º Junto con las dos Consejerías anteriores se encuentra la de la Mujer, que si razón valedera continúa acéfala como si no existieran tareas urgentes para ella. Desde el cambio de gobierno y cuando salió la anterior consejera Martha Lucía Vázquez, no se ha vuelto a saber nada de la CEPEM, que son las siglas que identifican esta Consejería. Ahora que el continente amaneció con dos presidentas, una de ellas al frente de Brasil, la economía más importante de América Latina y una de las 10 más activas del mundo, no se entiende el olvido en que tenemos aquí a la dependencia que cuida de los intereses de las mujeres colombianas. Estas son pues tres pruebas para el gobierno: darle la largada finalmente a las Consejerías para las poblaciones Afro e Indígena y designar una persona de méritos y conocimientos para ponerse al frente de las de Mujeres. Las dos primeras con sus cabezas nominadas desde el 12 de octubre pero todavía sin posesionarse y la tercera, olvidada como una dependencia sin importancia, ni urgencia.