En la calle nos veremos

Jue, 03/02/2011 - 23:59
Claro que los contextos de los países árabes de Oriente Medio y Norte de África son especiales y de particular complejidad como que es el escenario geopolítico más álgido y sensible del planeta.
Claro que los contextos de los países árabes de Oriente Medio y Norte de África son especiales y de particular complejidad como que es el escenario geopolítico más álgido y sensible del planeta. Pero está ocurriendo en esa región algo que nadie tenía previsto y que vale la pena comentar desde la perspectiva colombiana. Más allá de la importancia estratégica que tienen para el mundo el sitio geográfico en sí mismo y el petróleo de los árabes, más allá del poderoso pulso religioso y político del islamismo y de las circunstancias étnicas e históricas que mantienen en efervescencia por los siglos de los siglos esa área y haciendo de lado los intereses de las potencias mundiales que concurren allí para intentar poner de su lado la preeminencia geopolítica de la región, considero que la movida revolucionaria que fluye por estos días en los países árabes tiene proyección en países como Colombia. A las gentes de Túnez Egipto Jordania Siria Yemen se les llenó la taza y salen a las calles a darle la voltereta a su destino y su historia. Uno y otro y otro y otro joven deciden inmolarse en la vía pública dejando claro que la vida así como la llevan no merece la pena. Que prefieren irse con su dolor su desasosiego y sus frustraciones. Que las cosas como funcionan no sirven sino a núcleos estrechos y corruptos que se dan la buena vida mientras millones pasan hambre y aburrimiento sin esperanza. El acceso a la información cambió el mundo. Internet y la tecnología satelital lo cambiaron. Esos jóvenes como cualquiera en cualquier parte saben cómo viven los demás en otros lugares y qué es posible alcanzar para ser mejor y para disfrutar la existencia. Saben desde su lejanía de libertades derechos de la dignidad humana de la importancia de cada ser único e irrepetible de los sistemas de gobierno y los códigos éticos en los que se levantan los pueblos, de la utilidad del ingenio y la inteligencia y la sensibilidad de la persona humana y los grupos sociales para cultivar interrelaciones hacer arte producir bienes y servicios y disfrutar de la vida. Saben de justicia e injusticia de oportunidades riquezas y miserias. Saben del avance del conocimiento y la tecnología y del trabajo y saben de las costumbres y de los atributos y virtudes de la especie y los pueblos. Del estado de las naciones de sus intereses y sus intrigas de sus formas de gobierno y del involucramiento de la ciudadanía en la formación del poder. De las bondades y defectos de los sistemas y los gobiernos. Todo se sabe y lo sabe cualquiera en la calle en el café y lo comenta en el seno de la familia con el vecino con las amistades con sus colectivos en cualquier lugar cuando le provoque. Hasta que alguien enciende la chispa y sacude multitudes. No más corrupción no más injusticia no más miseria no más abuso no más miedo no más mentira no más discriminación y aislamiento no más abyección. Sin armas sin terror sin clandestinidades ni misterios, de la manera más fresca al desgaire resueltas hartas brotan las gentes a borbotones en las calles al coro y la fuerza vital de juventudes que son júbilo e indignación, que gritan “¡se acabó… no va más… fuera!”, que son energía y entusiasmo de revoluciones que voltean los mundos patas arriba de tiempo en tiempo. Todos sin estar allá lo estamos viviendo en el idioma universal de las comunicaciones. Manifestaciones en Túnez Egipto Jordania Yemen Siria sin líderes reconocidos ni estructuras ni guiones ni planes premeditados ni doctrinas ni complicaciones detrás de bambalinas sin pactos ni proyectos de constituciones o de leyes o de modelos económicos. En lo limpio a la calle. Hartazgo ganas de libertad indignación consciencia de ser capaces de hacer las cosas mejor de vivir mejor de ser mejores y de aprovechar la existencia en este mundo para la felicidad y no desperdiciarla en el dolor y la condena a la penuria a perpetuidad ni en la indignidad de servir como mulas de carga a castas que viven a pleno chorro porque sí, porque cayeron paradas sobre la tierra. Hartazgo de la falta de razones para vivir y de la falta de oportunidades y abrumados de necesidades perplejos de presenciar la destrucción del planeta del aire del agua de la tierra de la naturaleza de la fragancia sin ton ni son y de sentir en el ambiente que crecen asechanzas y riesgos y guerras que erosionan la especie la vida de cada uno la supervivencia de la familia y sus pertenencias por precarias que sean. Desde las calles de Damasco Trípoli de Alejandría desde las plazas de El Cairo de Túnez, desde Ammán y desde Saná y desde las orillas del Tigris y el Éufrates y El Nilo y el Golfo Pérsico viajan al vuelo señales de rabia que planean sobre los continentes y en particular sobre otros pueblos expoliados por la corrupción las penurias las violencias los abusos el fraude las injusticias las catástrofes que esclavizan y envilecen la existencia de multitudes… sobre Colombia por ejemplo… Si se quieren encontrar explicaciones a las corrientes de aire fresco que soplaron bajo la inspiración de los “Verdes” el año pasado en Colombia deben buscarse por ahí… que los sofocaron y sabotearon antes de que hicieran estragos sobre el sistema y el régimen es cierto… los pararon con truculencias los escamotearon… pero otra vez quizás ya no puedan hacerlo… quizás ya no haya tiempo ni la población se deje tramar… ¿quién levantará otra vez la bandera? no sé… en todo caso en la taza no caben muchas más corrupciones sufrimientos cinismos ni más incompetencias ni más indolencias ni más desfachatez… ¡No va más!… en la calle nos veremos cualquier día de estos… a lo mejor no demore ese momento de hartazgo… ojala ese día no salgan como en Egipto sicarios del régimen a violentar las multitudes que discurren en paz…
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