Esfuerzo sin recompensa

Dom, 07/08/2016 - 05:04
La historia de un rebelde sin causa, Colin, en la Inglaterra de post-guerra, escrita por Alan Sillitoe (1928-2010), y publicada con el título de “La soledad del corredor de fondo”, vino a mi memo
La historia de un rebelde sin causa, Colin, en la Inglaterra de post-guerra, escrita por Alan Sillitoe (1928-2010), y publicada con el título de “La soledad del corredor de fondo”, vino a mi memoria por una noticia reciente en la vida nacional. Ese pequeño libro me lo obsequió Peter Schulzet-Kraft (1937) cuando lo conocí y publicó una antología de cuento colombiano editada en alemán. Es la historia de un atleta nacido en las barriadas londinenses, que no progresa por espíritu de superación sino por rabia y resentimiento con la sociedad. Lo recuerdo porque hay hechos que suceden en nuestro medio sin que se les de la importancia merecida. Claro que ya es proverbial que al Estado le importe poco el éxito o el fracaso de los colombianos que logran sobresalir en las actividades de sus afectos, más cuando atañen a profesiones consideradas aficiones cuando no simples acciones voluntarias. Como en el deporte o en el arte. Al terminar el pasado Tour de Francia, donde ciclistas colombianos tuvieron una excelente participación, el Presidente, más por protocolo que por verdadero interés por su accionar y desarrollo, los felicitó y exigió más, pero obtuvo una respuesta que debió servir para generar un verdadero debate sobre la situación de nuestros deportistas. Wilmer Anacona le agradeció la misiva, pero le recordó que “nosotros nos hemos hecho solos”, y así destapó la radiografía de la situación. Y es verdad. El estado sólo ofrece limosnas para aparentar apoyo, pero el deporte no tiene un mínimo de garantías para practicarse y sobresalir. Se precia de sus éxitos, pero sin haber hecho algo significativo ni en escenarios deportivos ni en política deportiva que blinde su existencia. Pasan a ser profesionales, pero se forman solos, animados por una lucha personal, sin la alimentación adecuada, sin los recursos para desarrollarse a plenitud. En Ibagué, por ejemplo, después del desastre de los juegos nacionales, que demostraron la ineptitud del gobierno de turno y la corrupción más aberrante que hayamos padecido, no sólo no se hicieron los escenarios planeados, sino que a los existentes los destruyeron condenando a nuestros deportistas a prepararse en forma precaria, prácticamente en la calle, o en escenarios sin los requisitos mínimos para conseguir logros meritorios. Y los responsables disfrutando de su “inteligencia” o con el anuncio de penas mínimas y mínimas devoluciones. Miserables. Veo a diario en mi barrio cómo en el parque practican y reciben clase de patinaje una niñez y una juventud ansiosas de ser grandes. Un parque, apenas eso, con cancha múltiple y una pista de recreación, pero sin las especificaciones reglamentarias. Ese abandono es la respuesta del Estado. Este es el esfuerzo sin recompensa que se vive a diario, lejos de la tecnología y del verdadero desarrollo. Qué vergüenza.
Más KienyKe
Los uniformados fueron convocados por el tribunal luego de ser mencionados por otros comparecientes.
Tras aparentemente superar su crisis, los diálogos de paz se retomarán en las próximas semanas.
Los comunicadores fueron agredidos, tanto física como verbalmente, mientras ejercían en varias ciudades principales.
El alto tribunal reconoció los derechos de una pareja de adultos mayores cuya vivienda estaba al borde del río Bojabá, en Arauca.