Eso no es una Parranda

Vie, 03/12/2010 - 10:00
En los llanos orientales hablan de parrando, en el interior del país hablan de parranda indiscriminadamente, significando con ello una fiesta, nosotros en la Costa Caribe y especialmente los del magd
En los llanos orientales hablan de parrando, en el interior del país hablan de parranda indiscriminadamente, significando con ello una fiesta, nosotros en la Costa Caribe y especialmente los del magdalena grande (Magdalena, Cesar y Guajira) delimitamos muy claramente el tema y bautizamos parranda como: “aquella reunión de amigos para ingerir licor, escuchar uno o varios conjuntos vallenatos, contar chistes y anécdotas, así como degustar un delicioso sancocho, en los patios de las casas y ojalá bajo un frondoso palo e´ mango” Es claro que una vez se nacionalizó nuestra música, las parrandas con las características señaladas, dejaron de ser exclusivas de esta región y hoy se realizan en cualquier rincón de la patria, no obstante es triste que seamos nosotros mismos los caribeños, quienes estemos contribuyendo a desnaturalizar esa institución a mi juicio tan autóctona, original y parte fundamental de nuestro folclor. A los jóvenes del caribe de hoy se les pregunta que es una parranda y lo más seguro es que nos respondan que es una fiesta, una caseta o un baile, es decir una parranda para las nuevas generaciones es un jolgorio de cualquier naturaleza y no tiene ningún tipo de característica especial. La palabra parranda ha ido desnaturalizándose en los últimos veinte años y creo que esto inició en la costa, a raíz de la ocurrencia de algunos productores de música y casas disqueras que se les ocurrió llamar “música en parranda” a los cassette y luego cds que grababan los aficionados en los espectáculos públicos y que empezaron a tener éxito por las décadas de los 70 y 80, basta recordar a quien se le impuso el remoquete de “Toño casé” quien grababa, coleccionaba y distribuía especialmente la música de Diomedes Díaz, que a mi juicio fue la pionera de la música vallenata en vivo. Luego vinieron las disqueras y casi legalizaron esa especie de piratería del vallenato en caseta, como se le llamó inicialmente, recuerdo que por aquellos tiempos uno pagaba cualquier precio para obtener una “joya” de esas en las que El Cacique” se atrevía a cantar así fuera un pedacito de una de las canciones del próximo LP. Pregúntele usted a los vendedores de música pirata si tienen música en parranda y verá que le entregan algún cd grabado en cualquier baile popular, concierto o caseta, pero no realmente aquel grabado en una verdadera parranda, que por supuesto también los hay; definitivamente de un tiempo a esta parte se vino confundiendo ese término y nosotros los costeños no estamos haciendo nada para rescatar el verdadero significado de la palabra parranda, sino todo lo contrario, a aquel que se equivoca no lo corregimos, más bien asentimos en el error. Es hora pues, de que emprendamos una cruzada para rescatar expresiones e instituciones que al cambiarles su significado, contribuimos a acabarlas o por lo menos a desnaturalizarlas, ¿que sería del Vallenato si no existiera la verdadera actividad que nosotros bautizamos como parranda vallenata? ¿Cómo evaluaríamos los avances de los nuevos acordeoneros? ¿En que otro escenario realizaríamos las joviales tertulias en las que brotan versos que llegan al alma? Yo no concibo el vallenato sin la verdadera parranda, sufro cada vez que escucho decir estuve en una parranda, cuando realmente la fiesta no reunía las mínimas exigencias para llamársele así, hasta me resigno cuando un “cachaco” afirma que al asistir a una discoteca en la que toca un conjunto o ponen música vallenata, ya estuvo en una parranda vallenata, pero lo que si no puedo aceptar es que nosotros mismos los caribeños y peor, los vallenatos, estemos cohonestando que a esa institución se le cambie su verdadero y autentico significado.
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