Debis Mildred Castro Caro ganó el concurso por ser la mejor imitadora. Resultó una copia idéntica de la voz de Patricia Teherán, extraordinaria cantante vallenata muerta en un accidente de tránsito en la cúspide de su carrera, cuando apenas tenía 25 años, en enero de 1995.
El jurado, compuesto entre otros por Graciela Torres 'la Negra Candela', Jairo Martínez y Linda Palma, personajes de la televisión, consagraron a Castro y se prestaron para la premiación con toda la parafernalia posible, avalados por la directora de la cárcel El Buen Pastor y el entusiasmo del periodista Édgar Pacheco, quien armó todo el espectáculo.
Fue una verdadera fiesta donde las penas (y los delitos) se olvidaron por varios días. No se habló más que de la final, un aguerrido torneo con participantes que hubieran podido ir a la televisión.
Castro logró un anhelo de toda su vida: cantar y hacerlo como su ídolo, especialmente por su interpretación de Tarde lo conocí, una canción de Omar Geles, que disparó a la fama a Patricia y a su grupo “Las musas del Vallenato” (“Cuánto diera por tenerlo, mi vida entera la daba, por descubrir el misterio que en esos ojos tan bonitos guarda. Sé que tiene compromisos, yo sé que usted tiene quién lo quiera…”)
Debis Mildred Castro fue una copia idéntica de la cantante vallenata Patricia Teherán.
Ese día, Debis lloró toda la noche de alegría. Pensó que la vida comenzaba a sonreírle después de 14 meses privada de la libertad “de manera injusta”. En sus palabras de agradecimiento, pidió que le ayudaran con un traslado de regreso a la Costa, cerca de su familia. Con algunos trámites, así se hizo. El 31 de diciembre anterior viajó dichosa, convertida en la nueva Patricia Teherán.
La felicidad no le duró mucho, sin embargo. A la semana siguiente, un tribunal de Riohacha ratificó una decisión judicial que la condena a 40 años de cárcel por la coautoría del homicidio de su esposo, Adolfo González Montes.
González (42 años) era directivo del sindicato de trabajadores de El Cerrejón, Sintracarbón. Lo asesinaron en su propia casa con arma blanca, en plena Semana Santa, el 22 de marzo de 2008. Debis y sus cuatro hijos estaban en una finca. Los asesinos entraron sin forzar la puerta principal.
Las grandes organizaciones de trabajadores protestaron por “la persecución estatal” y responsabilizaron al gobierno de turno del infame asesinato. Tres años después comenzó a contemplarse la hipótesis de que la viuda tendría un novio, que –en complicidad con la esposa- habría contratado dos paramilitares que terminaron matando a González. La viuda cobró un seguro que el juez estimó en más de 200 millones de pesos y ella reduce a 65 millones.
“Me servía más vivo que muerto, si fuera por el dinero, se defiende con crudeza. “Adolfo se ganaba más de cuatro millones de pesos mensuales, yo manejaba todo, y teníamos una pequeña empresa, con buenos resultados. Hablan de un novio que nunca ha aparecido y juro que nunca lo tuve, aunque confieso que siempre he sido extrovertida y así me han conocido…”.
La pareja se conoció cuando ella tenía 19 años y dos hijos. Los dos procrearon otra pareja y el sindicalista asumió la manutención de todos. Nunca hubo problemas de celos ni complicaciones graves.
La Fiscalía sostuvo la tesis de que Deibis facilitó las llaves de la casa para que mataran a su marido y los autores materiales, ya detenidos, confesaron que ella y su amante habían organizado el asesinato, por lo cual recibieron 12 millones de pesos.
El jurado estuvo compuesto por personajes de la televisión como Graciela Torres “la Negra Candela”, Jairo Martínez y Linda Palma.
Tras la condena, Castro Caro sigue declarándose inocente: —
“Sólo confío en Dios y lo saben mis amigos de la Iglesia Centro Bíblico Internacional de Riohacha, Guajira, a la que siempre he pertenecido”.
Deibis Mildred dice que canta cuando está triste y también cuando celebra. Hacerlo es su compañía, en medio del dolor y el abandono de amigos en general.
—“Todo comenzó a complicarse por la envidia de los vecinos que en el mismo velorio decían: la viuda todavía está buena y ahora quedó con plata”.
Ella piensa que cantar y ser alegre ha sido su condena y su salvación.
“Yo le cantaba a mi marido para arrullarlo y hacerlo dormir. Le he cantado a mis hijos en las buenas y en las malas. Lloro y sigo cantando. La música me ayuda a apaciguar todo…”
Por lo mismo, participar en el “Yo me llamo” de la cárcel El Buen Pastor fue un desahogo público. E imitar a Patricia Teherán una suerte que la acompaña desde niña.
Y llorando siguió cantando…”Ahora aquí en mi pecho se esconde un sufrimiento que mucho me mata. La vida nos deja rencores cuando nos maltrata”.