Gústeme o no, Petro terminó saliéndose con la suya y obtuvo una buena votación, aunque tampoco la esperada por él y sus seguidores, pero sí la mejor. Arrasó con los viejos toldos políticos y así quedó demostrada una vez más la falta de conexión entre los partidos políticos tradicionales y la opinión pública. El caso más dramático es el del partido azul, que salió muy damnificado el domingo. El huracán Petro dejó claro en su discurso que no le basta la alcaldía y que su proyecto político de progresismo no se quedará solamente en la capital, pues este será de réplica nacional.
Al presidente del Partido Conservador, José Darío Salazar, no le podía ir peor. Por andar pensando en la micro política, en los intereses particulares, mezquinos y personalistas, dejó un Partido Conservador cojo, un partido sin identidad, sin liderazgo, con una sola gobernación elegida, con dos capitales de departamento, y con una clara ruptura entre el mensaje conservador y los colombianos que se identifican con las ideas que llevaron a Caro y Ospina a fundar el partido. Como si fuera poco, a esto se le suman los escándalos de corrupción en los que está envuelto. Bien merecida la calificación del expresidente Pastrana, quien lo tildó de triste Edil de Provincia.
¿Dónde están los errores de los partidos tradicionales y la maquinaria que fueron derrotados ante un exguerrillero del M-19? El mensaje es claro, y está en el resultado del domingo. La ciudadanía no quiere saber de los partidos por la corrupción que siente dimanar de los mismos. Nadie daba un peso por la lista al Concejo de Gustavo Petro y fue una de las grandes sorpresas electorales. De otro lado, también sorprendió la elección de 11 de los 17 concejales enredados en el cartel de la contratación, como es el caso de Severo Correa, Andrés Camacho Casado y otros. ¿En dónde está el actuar institucional en contra de la corrupción? ¿Por qué la Fiscalía y la Procuraduría no toman cartas en el asunto y arreglan la situación de una vez por todas? Mientras la corrupción siga pasando de agache, más triste será el futuro de los partidos políticos y más costoso será hacer la política, y difícil encontrar honestos elegidos.
El otro efecto que produjo el señor Petro ocurrió en el interior del partido de La U, que reclama y propone que sea el expresidente Álvaro Uribe quien tome las banderas de esa colectividad. En eso, el alcalde electo de Bogotá con su movimiento no fue devastador, contrario a lo que muchos creen. Uribe gana porque ahora está ubicado en el frente de la oposición, como un buen crítico del actual gobierno. Estos días comenzó su primer “round” cuando calificó como una actitud hostil del gobierno Santos el nombramiento de Rafael Pardo en la cartera de Trabajo. Para Uribe el nuevo Ministro no tiene suficiente fervor popular. El tiempo lo dirá, cuando no solo el bloque de oposición de Santos vea sus inútiles esfuerzos de devolverle la seguridad al país, sino también cuando la ciudadanía empiece a pedir al unísono mayores resultados y menos palabras en todas las áreas.
@g_rodriguezm