La campaña y los medios

Jue, 27/10/2011 - 00:02
Kien&Ke cumple un año hoy. Lo que quiere decir que yo llevo 12 meses escribiendo esta irrelevante columna. Sin ser un experto, me dio por hablar, siempre,

Kien&Ke cumple un año hoy. Lo que quiere decir que yo llevo 12 meses escribiendo esta irrelevante columna. Sin ser un experto, me dio por hablar, siempre, de los medios. Y lo más seguro es que haya sido un error.

Y ahora que veo la campaña desde ese ojo, se me ocurren varias cosas, y sobre todo una: que es verdad que los medios tienen poder. En la última columna –también, irrelevante hasta la médula– comentaba lo del aborto: que los medios sí influencian a los congresistas. Y ahora lo veo en las elecciones.

Un ejemplo es la alianza de Parody y Mockus. Era un matrimonio sin precedentes e inesperado. Pero solo la idea nos daba ganas de ver la foto de Gina y Antanas abrazados. Los candidatos se convirtieron en la noticia, porque le dieron en la vena del gusto a los periodistas: hubo rumor, incertidumbre y novedad. Eso Parody lo sabía. Algo parecido habría pasado si Luna y Galán se hubieran aliado. Y vea dónde están en las encuestas.

Los partidos ya no importan. En Colombia un político pasa de derecha a izquierda según la elección. La competencia radica en el que mejor entienda esa dinámica. ¿Usted sabe cómo se llama el partido de Petro? ¿El Polo? No, ¿no? Petro entendió que la gente –y los medios– no están detrás de un partido, sino de una figura que encaje en una coyuntura. Y por eso ahora está de primero. Peñalosa, en cambio, no: creyó que la maquinaria del uribismo le funcionaría como a Santos. Pero como esa es una historia que ya leímos, la idea no pegó. Y mírelo ahora defendiendo a María del Pilar Hurtado.

Solo con ver la actitud de Petro y Peñalosa en Twitter se entiende por qué el segundo se estancó.

Otra desafortunada jugada mediática de Peñalosa: pensar que JJ Rendón, un arrogante, le ayudaría a quitarse la etiqueta de arrogante. Aunque en Medellín ha logrado desprestigiar a Aníbal Gaviria, Rendón no pudo con el electorado bogotano. Tendrá que sorprender en los tres días que quedan de campaña.

Como puede ver, soy un bogotano que, además, solo lee y comenta medios bogotanos. ¿Dónde está el cubrimiento de las elecciones regionales? O, también, ¿qué pasa con los ediles o las elecciones al consejo? La prensa regional en Colombia no tiene despliegue nacional. Y por eso uno solo se entera de las historias de corrupción. No por casualidad los periodistas adoran justificarse con que la alcaldía de Bogotá es “el segundo cargo más importante del país”. Pero hay excepciones: si algo demuestran unas elecciones es que La Silla Vacía es una excelente publicación. Que, sin embargo, solo dan ganas de leer durante elecciones.

Uno de los temas que cubrieron con éxito: las encuestas. Denunciaron el escándalo de Datexco en El Tiempo y La W. Y trataron de explicarnos las encuentras. Pero los lectores no entendemos nada. ¿Para qué sirven, en realidad? ¿Moldean el voto? Son preguntas de académico, pero lo cierto es que hay encuestas buenas y malas. No todas miden lo mismo. Y, lo más importante: las encuestas no sirven para predecir el ganador. Mire que Samuel Moreno no se perfilaba como el ganador rotundo que fue hace cuatro años. Y mire que Mockus le ganaba a Santos una semana antes de las presidenciales. Las encuestas son para ver tendencias, para analizar las campañas. No obstante, la gente acá se basa en las encuestas para escoger su voto. Al ser quienes las publican, los medios cuentan con el poder de moldear muchos votos.

Como decía, yo soy la misma vaina que usted: un lector. La única diferencia es que, a mí, Kien&Ke me da una plataforma. Cosa que, igual, hoy en día no es una necesidad. Pero eso es todo. Yo soy un cualquiera. Como usted.

Y creo que a los periodistas en Colombia les falta un poco de eso: tener en cuenta que no son más, sino menos, que sus lectores. Cada vez que me encuentro con un columnista diciéndome por quién votar me dan ganas de arrancar la página. Y me late que esa maña es colombiana. Entiendo que ese es su trabajo: dar una opinión. Pero tampoco me parece necesario. Creo que lo hacen para satisfacer su ego, su arrogancia. Es cuestión de gustos, supongo. Pero yo prefiero el nihilismo de Antonio Caballero al apoyo entre líneas de María Isabel Rueda a Gina Parody.

Durante elecciones, algunos periodistas se convierten en políticos. Y eso demuestra que la prensa está demasiado cerca del poder en este país.

Los debates son otro escenario donde se demuestra el poder de los medios. A quién llevan, qué preguntas hacen, cómo las hacen: todo eso importa. Como las encuestas, creo que tampoco entendemos los debates: pensamos que es antidemocrático que solo inviten a los que van bien en las encuestas. Pero un debate con diez candidatos es inviable. Y lo que debe determinar a los invitados es el interés de la audiencia. La democracia no le da gusto a todo el mundo, sino a la mayoría.

Otro problema de los debates: dependen de las alianzas entre medios y su cubrimiento y crítica solo se hace según esas alianzas. Como las noticias de la farándula, los debates en Colombia tienen mucho de autopropaganda y parcialidad periodística.

Sobre los medios, la peor conclusión que nos deja cada elección es que nadie habla de los medios que las cubren. Esta columna es de lo poco que hay, y vea lo mala que es. Como las columnas de María Isabel Rueda, estoy seguro que de nada le va a servir haberla leído.

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