La policía entró atropellando a dos vecinas que murmuraban en la puerta de esta casa, situada en el Camellón de la Asomadera, barrio Guanteros. Hoy se podría decir: Maturín con la carrera 46. La orden de allanamiento No.036 dada por el juez de rentas departamentales intentaba descubrir un alambique privado que surtía de aguardiente las cantinas de Guayaquil y la Bayadera. Incautaron botellas y destiladores artesanales. Pero el operador escapó. Se llamaba Pedro León Franco, alias Pelón Santamarta. Este músico andariego es autor del bambuco “Antioqueñita” y de muchas otras piezas populares. Nació en ese barrio de la vieja Medellín, 1867, hijo de un sastre y músico venido de Santa Marta. De allí el remoquete. Luego de ser bachiller, inició medicina en la U. de Antioquia, pero la guerra de 1885 lo hizo desembocar como sargento en un batallón que no alcanzó a combatir. Se disolvió cuando se supo la derrota de las fuerzas militares amigas en Cartago. Sastre como su padre, marchó a Cali donde pagaban bien el oficio. Así comienza su vida de viajero y aventurero que lo lleva a recorrer los municipios del Valle del Cauca cantando. Regresa a Medellín 1898 donde forma dueto con su progenitor y se trasladan a Bogotá donde hervía la bohemia en medio de canciones. Vuelve a su ciudad, trae en su garganta a “Simón El Enterrador”, otros bambucos y pasillos desconocidos.
Pelón Santamarta y Adolfo Marín forman dueto en 1902 e inician un largo periplo que los lleva a la costa atlántica colombiana, a Panamá y luego a Costa Rica. Marín se devolvió, pero Pedro León se relacionó con falsificadores de moneda que distribuyó en Centroamérica. De nuevo en Medellín, lo capturan y a la cárcel fue a parar por poco tiempo. Reanudada la investigación prefirió irse con su compañero de cuerdas, Marín, a Urrao, Quibdó, Panamá, Jamaica y luego Cuba. En La Habana comparten infortunio y malandanza con el pintor paisa Marco Tobón Mejía y el poeta Porfirio Barba Jacob. Un empresario los contrató para Mérida, provincia de Yucatán, México. Su influencia caló hasta dejar las bases del bambuco yucateco. En ciudad México, 1908, grabaron 40 canciones para la Casa Columbia. La dictadura de Porfirio Diaz desató la rebelión de Francisco Madero. Entonces Pelón se enrola como teniente, oficio que dura hasta la terminación de la guerra civil. Armó otro duo con Felipe Moreno, pues Marín encontró un amor que lo retiró de la actividad musical. Pelón y Moreno abandonan México en 1912. Recorren Guatemala y El Salvador. En un pueblito salvadoreño Pelón administraba un centro de diversión cuando el Banco Nacional se declaró en quiebra. Pelón perdió todos sus ahorros, se dedicó a protestar públicamente y el gobierno lo expulsó. Ubicado en ciudad Guatemala conoce al escritor Rafael Arévalo Martínez, amigo de Barba Jacob. Como billarista y sastre, anduvo en Honduras, luego en Nueva York. Regresa a Medellín en 1916, canta a duo con Enrique Gutiérrez, “Cabecitas”, administra un salón social cerca del Jardín Botánico actual y compone el bambuco “Antioqueñita”.
Su voz se fue apagando. Lucha por sobrevivir produciendo aguardiente de contrabando. Perseguido por las autoridades, de nuevo cae a la guandoca. En libertad se hizo reincidente, pero logró birlar los agentes de las rentas. Amigos influyentes y admiradores le consiguen una pensión de $35 pesos al mes en 1935. En 1943 ingresa al Asilo de Ancianos. Homenajes a Pelón Santa Marta fueron frecuentes. Pero le faltaba un sufrimiento mayor: quedar ciego. Recluido en casa de una de sus hijas, murió el miércoles 16 de enero de l952.
