Banda sonora para una columna desagradable: AC/DC en repeat. Audífonos de dj casi al máximo, justo antes de que empiecen a chillar. Solo una lámpara ilumina el computador como a un escenario, el resto del apartamento está a oscuras.
Hay mucha gente que no me cae bien y hay algunos a quienes no soporto. No odio a nadie, en cambio odio algunas cosas, no soporto otras varias y no me gustan muchas más.
No soporto a los hombres que hablan mierda, a los payasetes, a los mentirosos, a los inseguros, los que son -inmanejablemente- infantiles. No me mamo a los chistoretes, los coquetos, los que hieden. Los hombres que todavía dependen de lo que piensen sus viejos me dan mal humor. No me aguanto a las mujeres demasiado simpáticas, no me gustan las que tienen voz de pito o las bruticas. No soporto a las mujeres que dependen de sus parejas.
No me gustan las parejas que se chupetean en público. Me dan asco sus lenguas, me dan asco sus babas. No me gusta la falta de pudor en los baños y los lockers del gimnasio.
No me gusta como huelen las babas cuando se empiezan a secar.
Odio las mentiras; no me soporto a un mentiroso. No me gusta la gente que promete algo que sabe que no va a cumplir.
Me da rabia que la gente lea mis mensajes en el BlackBerry, y no me contesten.
No existe posibilidad de que me mame un musical. Me producen vergüenza ajena los actores, me parecen ridículos los vestuarios y exagerados los escenarios. Siento como que se me encogen todos los nervios y los músculos cuando empiezan a cantar. No soporto a los fans que se las saben todas y las cantan todas.
Me vomito con las remolachas, el hígado y el semen.
No me gustan las mañanas.
Detesto a las gitanas cuando me acosan para contarme mi futuro. Me niego a que alguien me cuente qué va a pasar.
Siento ira cuando me advierten una sorpresa, cuando los hombres no cierran las piernas en el asiento del metro, cuando me meten un plato sucio dentro de los platos que ya enjaboné, cuando me cambian el orden de mi inmaculada organización.
No me gusta ver a las mujeres o a los maricos maquillándose en el subway.
No me gusta la gente que solo habla de sí misma, no me aguanto a los sapos o a los lambones y no soporto a los conchudos.
No me aguanto a los niños llorones, alguien debería callarlos.
No me gustan los líquidos o las frutas recién salidas de la nevera. No me gustan las bananas, ni la sandía. No me gusta la piña en la pizza, ni la pizza fría. No me gusta cuando el frío me para los pezones, ni me gustan mis pezones.
No me gusta ser a quien le toca calcular cuánto nos toca pagar a cada uno. Odio las matemáticas.
No me gusta el vinagre en la ensalada, ni me gusta el vino tinto.
No me divierten las comedias, y aun menos si son gringas. No me gusta la televisión cuando graban risas y las ponen cuando uno debería reírse. No me gustan las películas en blanco y negro. No me aguanto las noticias. No me interesan Los Simpson, no me gustó Friends y me cae gordo Seinfeld. No soporto a Adam Sandler, a Jean-Claude Van Damme, a Kathy Griffin o a Jennifer Lopez.
Odio encontrarme pelos en el jabón y cuando la clara de un huevo frito queda cruda.
Pierdo el interés cuando me preguntan el signo zodiacal.
No me aguanto a la gente que camina despacio porque va de paseíto dominguero.
Me da ira que me den una palmada en la cola. Que crean que esa cola es de alguien más y no mía.
No me gustan los abrazos de la gente que me acaban de presentar, y me caen mal los babosos que dicen que me aman cuando acaban de conocerme.
No soporto el Country y no perdono a quien me haga oír vallenato.
Odio tener que pagar otra vez para renovar mi tarjeta de descuentos.
No me gustan los hickeys, no me gusta que me los hagan.
Detesto cuando las mujeres se ponen leggings como si fueran pantalones, y cuando los leggings parecen jeans. Me parece inmundo cuando la pinta del día es una sudadera, peor si la sudadera es de terciopelo y apretada. No me gustan las minifaldas en piernas gordas. No soporto los escotes vulgares. Me parece hedionda la falda pantalón.
No me gustan las uñas de acrílico, las pestañas postizas cuando no es disfraz, las extensiones en el pelo, o las siliconas en las tetas.
Odio hacer deporte y odio hacer dieta, porque me siento castigada.
Detesto que me apuren cuando voy saliendo y me cae gorda la gente que quiere ser la primera en llegar a la fiesta.
No me gusta dormir en un cuarto desordenado, o trabajar en un escritorio desorganizado. No me gusta que me cambien el orden de las cosas.
Y finalmente, pero no en el último lugar, me disgusta, de gran manera me disgusta el último grandísimo hijo de puta que me rompió el corazón.
Twitter: @Vagina_Mayer
