Como si ya el chavismo no fuera una degeneración de un sistema de gobierno, faculta otro envilecimiento peor: la boliburguesía. Una plaga que en nexos con el gobierno, azota a Venezuela usufructuando, mancomunadamente con el dictador de turno, desvergonzada e impunemente los dineros públicos como si de sus bolsillos personales se tratara.
Si bien el término es nuevo, la práctica es antigua, se refiere al perverso “gana gana” en donde “te doy algo, te soborno, a cambio del sostén de mis ideas, de mi gobernabilidad y permanencia en el poder”.
El chavismo ha fomentado esta inmoralidad para el confort material de su propia casta, así como para imponer y afianzar corruptamente su aciago régimen. Por supuesto, los más “beneficiados” son los detentores de la fuerza, los militares, para que sostengan irrestrictamente la monumental satrapía, y repriman cualquier insurrección. No son los únicos, están también los inescrupulosos empresarios y banqueros que a cambio de apoyar campañas políticas y reforzar desmanes obtienen jugosos contratos. Tal vez, el caso más notorio y deplorable es el de los políticos y funcionarios públicos, esos que se desgañitan defendiendo al régimen en la plaza pública y en los medios de comunicación –los gobiernistas que son los únicos que quedan– o enredando, intimidando y subyugando a la población desde sus escritorios oficiales para mantener con sevicia y ambición personal al boligobernante de turno.
Todos estos señores, enriquecidos como ninguno, resguardan sus fortunas deshonestamente amasadas y no desean tanta visibilidad en la capital del Socialismo del siglo XXI; trasladan, entonces, ese dinero arrebatado al pueblo a paraísos fiscales y a sitios en donde pueden disfrutarlos: en el Imperio, ese contra el que vociferan frente al gentío ignorante, pero que degustan a espaldas de ese público manso que aún cree en sus sandeces populo-comunistas, o que están obligados de callar para no perder sus magros puestos. Y allí en ese odiado Imperio poseen lujosas viviendas, empresas, autos, joyas, aviones.
Cómo explicar que la familia Chávez (así como la Madama Kirchner de Argentina) se hayan dotado de capitales por el solo hecho de ser familia del dictador. Nepotismo y robo. Se estima la fortuna de los Chávez en US$1.800 millones, una familia de modestos recursos económicos al inicio del mandato del gran autócrata, quien mientras predicaba pobrezas cristianas –como si estas existiesen– se embolsillaba riquezas sin empacho alguno, y generoso las compartía con sus camaradas de pandilla (perdón, de partido).
Diosdado Cabello, el flamante Presidente de la Asamblea Nacional venezolana, en medio de su torpeza aceptó el reto de que los EE.UU congelarán y verificarán en su territorio cuentas y bienes de los boliburgueses, veremos las sorpresas que arroja esa operación. De este gran boliburgués se ha anticipado que tiene mansiones en Europa y testaferros en múltiples empresas y bancos suizos. Las revelaciones de WikiLeaks lo posicionan "como uno de los grandes polos de la corrupción del gobierno" y es apodado "El Padrino".
A raíz del reciente rompimiento unilateral de relaciones comerciales y diplomáticas de Venezuela con Panamá, este último reveló que sus bancos almacenan capitales de los boliburgueses y amenazó con hacer pública esta información, así como de utilizar este dinero para pagar las enormes cantidades que el Estado venezolano le adeuda y que se ha negado a pagar, al igual que a todos sus acreedores –entre los cuales figura Colombia, a pesar de que Santos evada la cuestión–. Venezuela ya no posee plata líquida, su endeudamiento es alto, y buena parte de su petróleo ha sido prevendido a China, se calcula que China podría dejar de pagarle el petróleo por los próximos 5 años. El derroche en boliburguesía, corrupción, auxilio a sus correligionarios (Cuba a la cabeza) y exportación de su fallida revolución la llevó a la ruina, y con ello a sus ciudadanos, a comenzar por los más necesitados, para quienes, decían, estaba destinada esta disparatada revolución.
Chávez repitió ad naseum que odia a los ricos y que ser rico es muy malo; sí, es malo para el pueblo, para la boliburguesía no aplica la prédica de marras. En efecto, a los boliburgueses no les gusta el dinero, tal como se los sermoneó su mentor y filósofo, lo que les gusta es el lujo. Miremos este enternecedor ejemplo: a la niña María Victoria, su solícito padre, un prominente empresario de seguros de la Nomenclatura, le celebró su cumpleaños con una fiestecita de 1200 invitados, cada uno de los cuales recibió, conforme al carnaval de Venecia, máscaras con piedras y plumas que trajeron de Nueva York, porque la nena "adora Venecia y Nueva York"; un vestidito parco (y, claro, tropical) íntegramente bordado en perlas y cristales Swarovsky; gondoleros; violines, violas y chelos; DJ, reaggatonero colombiano, cantante puertorriqueña. 600.000 detestables e imperialistas dólares costó la rumba bolivariana. Se la merecía la criaturita, no siempre se cumplen 15 añitos al abrigo de un régimen ladrón y alcahueta al que más temprano que tarde le pasarán factura.
¿Cuándo el famoso secreto bancario que poseen países como Suiza, Panamá, Islas Caimán, Liechtenstein y otros tantos dejará de serlo? Secreto que no es otra cosa que el ocultamiento de una olla podrida adonde ingresan con total impunidad los frutos de la delincuencia de cuello blanco y otros. A esos bancos va a parar el dinero de nuestras arcas.
¿Cuándo los países, en donde hacen inversiones los ladrones de los diferentes Estados, van a controlar realmente el origen de los fondos enviados? Sueña uno con estas legalidades y colaboración con la justicia, así suene imposible por la sencilla razón de que de estos dineros malhabidos, narcotráfico incluido, viven estos países, que se jactan de demócratas y no dejan de alzar sus voces contra la delincuencia, al tiempo que albergan el producto de sus truhanerías. Inentendible la autoridad moral con la que se permiten hablar, dogmatizar y exigirles a los demás.
Un verdadero orden en el sistema internacional se impone para, sin hipocresías, liberarnos de ese yugo abusador y amparador de fortunas expoliadas a los Estados, y que como en el caso bolivariano ha atesorado millones de dólares provenientes de negocios sucios en sectores como el financiero, petrolero, energético y la construcción.
Y por último, que hayamos hablado aquí sobre el corrupto sistema bolivariano, no significa que en Colombia estemos exentos de tales prácticas, daría para un largo escrito. Baste de momento, por razones de espacio, mencionar los carruseles de contratación distrital, los contratos públicos asignados a dedo, o el más sonado de estos últimos tiempos la Mermelada santista (dinero, cargos, influencias y otras prebendas) con la que ha empalagado a políticos, funcionarios públicos y empresarios para obtener adhesiones, fidelidades y lealtades pagadas, y así conformar mayorías “democráticas”.
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PD: Un significativo video que muestra las dinerales que el chavismo acumula en el “repugnante Imperio” norteamericano.