Cuando los periodistas “lo mataban” por radio, con eco en las redes alborotadas, don Hernán Ospina, o “minia” como lo llaman los amigos, pedía desayuno en su lecho de enfermo, donde yace con serios e irreversibles quebrantos de salud. David y Daniela, sus hijos, al lado, en tierna imagen con amor y gratitud.
En solidaridad con su portero, e inspiración al jugar, la selección en Copa América, en Brasil no dejo dudas con su rendimiento. Dominó en todos los sectores del campo, con resultado a favor, apoyada en rápidas combinaciones, visitas continuas a la portería, solidaridad con el balón o sin el, y predominio en los duelos personales, aéreos o a ras.
Demostró que esta llena de vida. Hay titulares y suplentes, de calidad. Díaz, una flecha en las orillas del campo; Cardona talento genuino en los pases largos y cortos, frontales o laterales, profundos o cruzados; Cuellar el “ jugador pulmón” y Lucumí, Borja y Arias, tan comprometidos como el equipo de principio a fin. Montero, Aunque poco exigido, respondió al comienzo y al cierre, cuando los cables defensivos se saltaron.
El VAR otra vez perverso, volvió a influir. Pobre Diaz, siempre en tensa espera, después de faenas brillantes que terminaron en gol.
Hay juego, señores. La selección tiene el aval del público feliz. Cada balón es una fiesta, cada pase una canción. Cada gol es fuego que se esparce para darle vida a la ilusión.