Transcurrían mis años de entrenamiento en Medicina Física y Rehabilitación o Fisiatría como comúnmente es conocida esta especialidad médica y no salía yo de asombro tras asombro tanto en la calidad del ser humano en situación de discapacidad, como en los avances tecnológicos en medicina. Parte del entrenamiento era en medicina deportiva, en especial asistíamos al departamento médico de Coldeportes para evaluar el fenotipo de deportistas y por tanto sus mejores condiciones para uno u otro deporte. Estudiábamos cómo la proporción de fibras musculares blancas y rojas determinan si la persona es mejor para actividad de resistencia o de potencia y así mismo otros múltiples factores.
Fue allí cuando por primera vez supe que el cuerpo posee una memoria, no solo la memoria de pensamientos y emociones, sino la memoria en este caso de los cambios en las fibras musculares. Sucede cuando por ejemplo un corredor de 100 metros planos durante una de las competencias hace una distensión muscular, supongamos a los 30 mts de recorrido. Se rehabilita y clínicamente observan recuperación. Pero al hacer luego mediciones kinéticas, fílmicas y electromiográficas, durante nuevas carreras, a pesar de pensarse recuperado, el cuerpo cada vez que el deportista llega a los mismos 30 mts de recorrido hace ajustes posturales, cambia su ritmo y secuencia casi imperceptiblemente pero en forma muy precisa. Ha adquirido la memoria del evento y la recuerda ante la misma situación. Esto nos habla de como un evento muscular queda registrado a nivel cerebral, ya que es cerebro quien recuerda luego las condiciones y sucesos.
La memoria corporal se produce ante los hechos traumáticos o no, que experimentamos en la vida corriente, no solo a nivel muscular, sino en todos sus tejidos. Al mismo tiempo que queda registrado en cerebro el hecho y la lesión o bienestar producidos, la impronta de la emoción percibida se establece. Es una triada: hecho, cambio físico, emoción. Pero es la emoción quien reforzara positiva o negativamente nuestros siguientes actos.
Como el organismo es sabio, hay un mecanismo de recuperación, la plasticidad. Existe la plasticidad muscular, cerebral, corporal. El libro Skeletal muscle plasticity in health and disease from genes to muscle publicado en 2006, nos habla de este mecanismo fisiológico para la adaptación al medio y para la recuperación después de una lesión. Podemos encontrar muchos libros más en la literatura mundial respecto a todo tipo de plasticidad en medicina. Esta plasticidad es la que permite recuperarnos, de un evento cerebral, de un cáncer y otras más.
Integrando la medicina alopática y sus conceptos científicos con la medicina mente-cuerpo que practico, estoy íntimamente convencido que la forma de nuestro cuerpo está grabada como una memoria. Esta forma ha respondido a todos los eventos desde nuestra concepción. Van cambiando los hechos, el cuerpo cambia. El obeso adelgaza, el flaco se embarnece, el agachado endereza, el de pelvis hacia atrás la adelanta. Los ojos se agrandan o empequeñecen, las arrugas aparecen. Las manos se flexibilizan o rigidizan. El cuerpo posee una MEMORIA de si mismo. Si deseas transformar la forma de tu cuerpo, hay que transformar primero dicha memoria. Un nuevo evento, buscado o no, puede ser la alquimia que buscamos.
Carlos Juan Antonio Toro Torres
Médico, Medicina Mente-Cuerpo
www.medicointerior.com
La memoria del cuerpo
Vie, 06/05/2011 - 23:50
Transcurrían mis años de entrenamiento en Medicina Física y Rehabilitación o Fisiatría como comúnmente es conocida esta especialidad médica y no salía yo de asombro tras asombro tanto en la ca