La rebelión del Joe

Lun, 01/08/2011 - 09:50
“Quiero contarle mi hermano un pedacito de la historia negra,  de la historia nuestra caballero...”.
 

“Quiero contarle mi hermano un pedacito de la historia negra,  de la historia nuestra caballero...”.

 

El Joe Arroyo nace en Cartagena, pero ni se les ocurra pensar en murallas, playas, reinas, gringos y demás atractivos que están en la imaginario urbano cuando se menciona la “gran ciudad”. El Joe nace por fuera de las murallas, lejos del laguito, cerca al pozón; donde no se ven los cañones o baluartes sino pobreza y desolación; él no fue del Club Cartagena, más bien cerca de los jaleo’s que tuviera un buen “pick up”.  Por nacer negro y en Cartagena, le tocó entonces soportar lo que a la gran mayoría de los afrodescendientes cartageneros les toca padecer: La ciudad más racista de Colombia. La misma que fue el principal centro de comercio de esclavos, la que diezma el orgullo de los afrodescendientes, con su excusión que solo lleva al complejo y no auto-reconocimiento de los negros costeños; la Cartagena llena de negros donde se busca bienestar disminuyendo la melanina, con el popular dicho “mejora la raza”.  Debió entonces Joe ser un negro acomplejado, y aprovechar su buen parecido y tez mulata clara, para desviar los oprobios que su condición de afro conlleva.  Todo lo contrario, esto hizo el Joe:

Empieza cantando música muy buena en la orquesta de “Fruko y sus tesos”, teniendo que llenar los grandes zapatos del nunca bien ponderado Piper Pimienta, cuando se creía que el cartagenero solo cantaba… ¡eureka! el negro piensa, es creativo y lo mejor compone y arregla; solo detengámonos a escuchar canciones como Manyoma en homenaje a su compañero el gran Wilson Saoco, donde con fluidez adapta en los arreglos  ritmos de plena puertorriqueña, o El negro Chombo, en la que a más de hacer un homenaje a su padre que ya adulto conoció en San Andrés, genera un sonido nuevo en la universalidad de la salsa, con acordes de terapia y casos caribeño.

Cuando ya estábamos convencidos de que el Joe era todo un salsero,  reivindicó la importante historia de su etnia con La Rebelión,  y remató con Yamulemau, eso sí fue la tapa: Un negro, en un país excluyente siendo el número uno, se mete en el problema de recordar los vejámenes que ha padecido su raza (La Rebelión), y pone a todo Colombia, negros y blancos, racistas o no, a corear un grito de batalla negro infaltable en todo bembe, y de ñapa pone a este excluyente país, a corear con fiel acento la lengua africana (Yamulemau):

¿Qué dijeron hasta ahí? Que este teso solo era un negro salsero… ¡pues no! Este es un negro, salsero y costeño, demostrando como es posible en la genialidad que hoy sintamos una salsa a lo que es una cumbia como lo es A mi Dios todo le debo, aparte de ser un aleluya pero con sabor, que a la postre nos recuerda la superación de Joe frente al flagelo de las drogas. El folklor costeño se eleva aún más cuando se escucha en las guachernas Tamarindo seco… Y tan atrevido fue el Joe que si de merengue hablamos al que quiere caldo se le dan dos tazas y pega un hit llamado Tal para cual.

Afortunadamente para nosotros los colombianos, este negro hizo lo que se le dio la gana, y hoy quiero hacer un reconocimiento a dos medios de comunicación, primero  al  Canal RCN, contar la historia del Joe Arroyo, es decir la verdad de Colombia, de la Colombia que produce orgullo con sus negros, que también produce dinero, que también produce esperanza. Tener que contar esa historia ha dado oportunidad para talentos negros que hoy personifican a cantantes y músicos, pero que también pueden interpretar médicos, abogados, arquitectos, porque los hay y el éxito de los medios es conectar con la realidad. En segundo lugar a la revista digital KIEN&KE, por dos razones: la primera haber destacado con ironía como recurso literario la carrera del gran Joe, la historia esclavista, y la sociedad conscientemente excluyente e inconscientemente racista que es Colombia; también por tener entre sus columnistas al irreverente y excelsa pluma Antonio Morales, un hombre que no solo es respetuoso sino admirador los negros que tomando como ejemplo al Joe le dio una clase de historia irreverente a esta Colombia que se olvida de que Cínico Caspa desnuda los atropellos con improperios en vez de exaltaciones.

Si a alguien le interesa, soy Ray Chapurri, Presidente de FEDEPRAN Fundación Para el Desarrollo de la Raza Negra, exsecretario de Turismo del Valle, abogado negro más oscuro que el Joe, quien aplaude el artículo: “Joe, un negro menos”.

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